En 1789 (fecha memorable),
subiéndose a la ventana y usando el cubo donde depositaba sus heces, para que
resonara con mayor eco, grita a la gente que hay en la calle, que se levanten,
que luchen para que cierren tan abominable nido de ratas, donde encarcelan a
personas.
Esto hizo que entraran los
carceleros y sin poder coger nada lo llevasen al manicomio de Charenton.
Lo que llevaba bajo su ropa
eran manuscritos terminados.
Se pierden 15 de ellos,
aunque más tarde será encontrado “Los 120 días de Sodoma”, que se
cree que es de él.
En 1790 sale en libertad a la
edad de 51 años.
La salud le ha abandonado en
las celdas, su obesidad casi no le deja andar, la respiración le falta por
problemas pulmonares y su visión es casi nula.
Va a ver a su esposa, pero
ésta no quiere.
No se sabe el motivo.
Se piensa, que su esposa no
quiso recibirlo, para hacer las paces con su madre y así poder dar de comer a
sus hijos.
Fue uno de los primeros
divorcios de Francia.
Tras ampararse en un amigo,
conoce a Constance Quesnet, una actriz 12 años más joven.
Se van a vivir junto con el
hijo de ella.
El Marqués tiene pocos
ingresos al vender obras para el teatro.
Poco después se mete en
política y ahí es admirado por su trabajo en su distrito.
Sus suegros ahora son los
perseguidos, y él, al contrario de buscar venganza tras los 13 años que su
suegra lo mantuvo en prisión, les da amparo.
En 1793 vuelve a ser
detenido, esta vez ni él sabía el motivo.
En la cárcel en que lo meten,
él lo llama el paraíso, comparándola así con las anteriores en las que estuvo.
Su compañera, Constance, no deja de visitarlo.
Desde su ventana, veía la
guillotina diariamente cómo segaba las cabezas.
Uno de esos días, su nombre
estaba en esa lista.
Tampoco se sabe, por qué pudo
salvarse, se cree que fue por su compañera, que moviera cielo y tierra, o
hiciera algún favor, o sobornara a quien tocara firmar la sentencia de muerte.
Un año más tarde, vuelve a la
libertad. Aún así, seguía intentando vender sus obras a los teatros, porque él
y su amiga, vivían en la autentica miseria.
Sade no para de tener
críticas negativas hacia sus novelas.
“Aline y Valcour”
considerada como un escándalo, y de “Justine”, llegó a decir el
mismísimo Napoleón: «Es el libro más abominable jamás engendrado por la
imaginación más depravada»
Aunque no se sabía realmente
el autor de esta obra, todos los dedos le señalaban a él y vuelve a ser
encarcelado en una institución, donde había asesinos, prostitutas, enfermos de
neumonía, sífilis, ladrones, y todos con la peores condiciones imaginables de
la época.
Morían diariamente entre
heridas, golpes o desnutrición.
Su compañera sigue pidiendo
su puesta en libertad, además de que Renèe y sus hijos consiguen que
lo trasladen a otro manicomio menos inhumano.
La escusa para ingresarlo en
tal lugar, fue una enfermedad inventada: “La demencia libertina”.
Allí vive mejor, le vuelven a
poner una biblioteca en su celda, y pasa horas leyendo, matando las horas
robadas.
Al quedar ciego, fue su
compañera Constance, quien se hacía pasar por su hija para poder estar con
él y así era ella quien le diera las alas para volar fuera de aquel lugar, al ir
leyéndole las obras.
Logró montar un teatro entre
los enfermos del lugar, que fueron los actores.
Fue todo un éxito.
Tanto fue así, que empezaron
a venir a ver las funciones altos cargos políticos, actores o cantantes de
ópera.
Fue prohibida la obra por, de
nuevo, decirse, que Sade, mantenía relaciones anales con la hija de 13
años de una de las enfermeras a cambio de dinero.
De nuevo, no se sabe si es
real o no, o era la manera más fácil de hundir de nuevo al escritor.
De lo que leyera Sade,
se sabe, por las referencias que el propio Marqués dejó en sus escritos.
Algunas de las obras o
autores fueron: La Biblia ,
Miguel de Cervantes, Maquiavelo, Homero, Séneca, La Mettrie , Boccaccio,
Cicerón, Defoe, Dante, Voltaire, Pompadur, Pedro Abelardo, Petrarca, Erasmo,
Hobbes, Moliere, Holbach, Linneo, Marcial, Locke, Mirabeau, Montaigne, Moro,
Montesquieu, Rabelais, Swift, Racine, Richelieu, Virgílio, Rousseau, Stael o
Salustio, entre otros.
El Marqués critica al
judaísmo por creerse ellos los elegidos en los que Dios se ha fijado,
egocéntricos, para los cambios del mundo.
Tampoco escapa de la crítica
al cristianismo, del que dice que la
Biblia está llena de triquiñuelas, mentiras y tonterías para
que un judío loco sea así seguido.
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