viernes, 6 de octubre de 2017

BERTRAND RUSSELL: EL AMOR, EL SEXO Y LA MUJER (y 2)


En 1.936, y ya con 64 años, será el año de su tercer matrimonio, con Patricia, la editora de sus libros.
Llega su tercer hijo y la familia emigra a Estados Unidos huyendo del régimen nazi, en la segunda guerra mundial.
Es, entonces, cuando hace la incursión en la política coincidiendo con los ataques a la Iglesia y los medios de comunicación, que lo acusan de “comunista”, “degenerado”, “cobarde”,…
Tras 13 años Patricia decide poner fin al matrimonio y, sólo 3 años después, y ya con 80 años, llegará su cuarto matrimonio, con una antigua amiga, 50 años más joven que él.

Participa en debates en los que defiende por qué no puede esperarse la felicidad absoluta en la mayoría de los matrimonios.
El matrimonio es sólo para la regulación legal y social del impulso procreador, que es el mismo que está presente en los animales pero que, entre éstos, sólo funciona el instinto, mientras en el matrimonio se regula socialmente.

La hembra en celo acepta al primer macho que la cubra y el macho intenta cubrir a la primera hembra en celo con la que se encuentre para, a continuación, desentenderse tanto de la hembra como de la descendencia.
Y si en la descendencia animal sólo hay lazo de unión con la madre mientras dura la época de lactancia, con  el padre, desconocido, nada de nada.
Pero no es esto lo que ocurre entre las personas porque los hijos, además de crianza, necesitan instrucción y educación y, para esto, debe estar regulado ese instinto procreador, no sólo para procrear, también para instruir, socializar y educar.

¿Razones?

Al principio, en la pareja, todo va muy bien, pero poco a poco la pasión se apaga y…
Cada uno va haciéndose policía, censor e inquisidor del otro para asegurarse que el otro no va a ser o está siendo infiel.
Lo contrario que en los animales que, una vez haber montado y cubierto a la hembra, se desentiende de ella y de la descendencia, sobre todo en los animales no superiores.

El divorcio no es una tragedia pero sería la continuación adversa para ambos pero no contribuye a la felicidad de la pareja...

Si la “esencia del matrimonio es la procreación” ¿por qué los ricos cada vez tienen menos hijos? ¿Es que no serían más felices con muchos?
Lo que ocurre es que el individuo eclipsa al colectivo.

2,4 hijos por pareja es lo ideal para que la sociedad se regenere, afirma Russell.

Hoy, evidentemente, no, en el mundo occidental porque los “intereses económicos” se imponen a los “intereses biológicos”.
El matrimonio moderno “es un fracaso ridículo”.
Ni nacen los niños indicados ni son educados adecuadamente.
Es más, hoy ni la familia, ni la escuela, ni los medios de comunicación funcionan adecuadamente en cuestiones educativas.

Es mejor romper el matrimonio a seguir manteniendo las apariencias.

¿Es que los hijos salen perjudicados por el divorcio de los padres? ¿Es que no es peor respirar ese ambiente doméstico de gritos, de reproches, de malas palabras, incluso de maltrato familiar?

Por experiencia, como profesor de Instituto, he experimentado la mejoría de alumnos cuando salen de ese ambiente familiar enrarecido.

Entre otras, las causas de los males del matrimonio, es el “economicismo” en el que el trabajo, el dinero y el poder se imponen al matrimonio, a los hijos felices, a las relaciones humanas y sexuales placenteras.
Y, además del economicismo, están los “celos” porque el sistema patriarcal occidental considera al otro de la pareja como una propiedad privada de la que están excluidos todos los demás.
Y, por si fueran poco esas dos causas, la Iglesia, con su moral sexual, y los medios de comunicación,   a Russell, lo crucificaron por sus ideas sobre el sexo.

“La moralidad sexual –afirma- liberada de supersticiones es una cosa muy sencilla”

“Las relaciones entre adultos libres –afirma, también- es una cuestión privada en la que no deben intervenir ni la ley ni la opinión pública, porque ninguna tercera persona puede saber si son buenas o malas”


Entre los hombres, la pasión por el adulterio es tan instintiva como los celos y si podemos controlar la primera no hay motivo para que no podamos controlar  los segundos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario