En 1.936, y ya con 64 años,
será el año de su tercer matrimonio, con Patricia, la editora de sus libros.
Llega su tercer hijo y la
familia emigra a Estados Unidos huyendo del régimen nazi, en la segunda guerra
mundial.
Es, entonces, cuando hace la
incursión en la política coincidiendo con los ataques a la Iglesia y los medios de
comunicación, que lo acusan de “comunista”, “degenerado”, “cobarde”,…
Tras 13 años Patricia decide
poner fin al matrimonio y, sólo 3 años después, y ya con 80 años, llegará su
cuarto matrimonio, con una antigua amiga, 50 años más joven que él.
Participa en debates en los
que defiende por qué no puede esperarse la felicidad absoluta en la mayoría de
los matrimonios.
El matrimonio es sólo para la
regulación legal y social del impulso procreador, que es el mismo que está
presente en los animales pero que, entre éstos, sólo funciona el instinto,
mientras en el matrimonio se regula socialmente.
La hembra en celo acepta al
primer macho que la cubra y el macho intenta cubrir a la primera hembra en celo
con la que se encuentre para, a continuación, desentenderse tanto de la hembra
como de la descendencia.
Y si en la descendencia
animal sólo hay lazo de unión con la madre mientras dura la época de lactancia,
con el padre, desconocido, nada de nada.
Pero no es esto lo que ocurre
entre las personas porque los hijos, además de crianza, necesitan instrucción y
educación y, para esto, debe estar regulado ese instinto procreador, no sólo
para procrear, también para instruir, socializar y educar.
¿Razones?
Al principio, en la pareja,
todo va muy bien, pero poco a poco la pasión se apaga y…
Cada uno va haciéndose
policía, censor e inquisidor del otro para asegurarse que el otro no va a ser o
está siendo infiel.
Lo contrario que en los
animales que, una vez haber montado y cubierto a la hembra, se desentiende de
ella y de la descendencia, sobre todo en los animales no superiores.
El divorcio no es una
tragedia pero sería la continuación adversa para ambos pero no contribuye a la
felicidad de la pareja...
Si la “esencia del matrimonio
es la procreación” ¿por qué los ricos cada vez tienen menos hijos? ¿Es que no
serían más felices con muchos?
Lo que ocurre es que el
individuo eclipsa al colectivo.
2,4 hijos por pareja es lo
ideal para que la sociedad se regenere, afirma Russell.
Hoy, evidentemente, no, en el
mundo occidental porque los “intereses económicos” se imponen a los “intereses
biológicos”.
El matrimonio moderno “es un
fracaso ridículo”.
Ni nacen los niños indicados
ni son educados adecuadamente.
Es más, hoy ni la familia, ni
la escuela, ni los medios de comunicación funcionan adecuadamente en cuestiones
educativas.
Es mejor romper el matrimonio
a seguir manteniendo las apariencias.
¿Es que los hijos salen
perjudicados por el divorcio de los padres? ¿Es que no es peor respirar ese
ambiente doméstico de gritos, de reproches, de malas palabras, incluso de
maltrato familiar?
Por experiencia, como
profesor de Instituto, he experimentado la mejoría de alumnos cuando salen de
ese ambiente familiar enrarecido.
Entre otras, las causas de
los males del matrimonio, es el “economicismo” en el que el trabajo, el dinero
y el poder se imponen al matrimonio, a los hijos felices, a las relaciones
humanas y sexuales placenteras.
Y, además del economicismo,
están los “celos” porque el sistema patriarcal occidental considera al otro de
la pareja como una propiedad privada de la que están excluidos todos los demás.
Y, por si fueran poco esas
dos causas, la Iglesia ,
con su moral sexual, y los medios de comunicación, a Russell, lo crucificaron por sus ideas
sobre el sexo.
“La moralidad sexual –afirma-
liberada de supersticiones es una cosa muy sencilla”
“Las relaciones entre adultos
libres –afirma, también- es una cuestión privada en la que no deben intervenir
ni la ley ni la opinión pública, porque ninguna tercera persona puede saber si
son buenas o malas”
Entre los hombres, la pasión
por el adulterio es tan instintiva como los celos y si podemos controlar la primera
no hay motivo para que no podamos controlar
los segundos.
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