miércoles, 4 de octubre de 2017

NIETZSCHE MISÓGINO (4 - 11) EL CRIMINAL Y LA SANGRE.




“Soy…un auténtico criminal” (Friedrich Nietzsche)

“Prado”, asesino de mujer prostituta, es modelo del superhombre de Nietzsche. La cita es “un chiste malo”, según escribe, que diagnostica el definitivo trastorno psíquico de Nietzsche. Es una de las frases que deciden su destino, cortando el periplo como paciente vagabundo desde 1879, diez años entre el mar y la montaña, en busca de la sanación imposible: (“Soy Prado… un auténtico criminal”).

El invierno de 1888 Nietzsche anota cómo frecuentaba la trattoria y el vendedor de periódicos en Turín.
El 15 de noviembre de 1888 “Le Matin” trae el desenlace de un hecho de dos años antes: “París. Prado Luiska y Castillon jefe de una banda de malhechores de la región bordelesa, degolló a Marie Aguétant, para robarla, el 14 de enero de 1886”.

Pues a Nietzsche no se le ocurre otra cosa que identificarse altivamente con el asesino de Marie en cartas a Strindberg (1.12.888) y a Burckhardt (6.1.1889): “No se tome el caso Prado como algo grave. Yo soy Prado, yo soy el Padre Prado, me atrevo a decir que incluso soy Lesseps… Incluso soy Chambige, también un auténtico criminal… Quería dar a esos parisinos que tanto quiero una buena noticia, la de todo un criminal”.

“Todos los grandes hombres fueron criminales pero de gran estilo, no en sentido miserable, el crimen pertenece a la grandeza y la grandeza es cosa del superhombre que dicta sus propias leyes, y que hace su (extra-a- in-) moralidad, aquí como superhombre asesino de una mujer”.

El cerebro de Nietzsche romperá por este punto, al identificarse gloriosamente con este asesino de mujer, alias Prado Ribo, hijo de Prado, que se hacía llamar conde de Linska, polígamo, con hijos regados por el mundo, casado en Madrid, malhechor en París, y asesino de la prostituta Marie Aguétant en rue Caumartin 52.
Prado tras haber cometido el crimen confesaba a una de las tres queridas que luego le denunciarán, expresiones que me avergüenzo en transcribir.

Este texto muestra a Nietzsche a favor, de modo cruel, no sólo de la fuerza, el dominio, el poder, sino de la locura de la violencia, especialmente de la violencia de género del varón contra la mujer (machismo asesino).

En una carta manuscrita de Nietzsche recibida por el profesor de Basilea J.Burckhardt el 6 de enero de 1889, [Matasellos: Turín, 5. 1. 1889], quien asustado, va a encarecer personalmente a Overbeck que vaya a recoger al desdichado.
Lo hubieran internado en el manicomio municipal de Turín por el estado en que se encontraba los últimos meses. Y no por la escena cinematográfica del caballo maltratado.
Al día siguiente, en carta al asimismo desvariado August Strindberg, Nietzsche ensalza la pose del asesino de Marie: “un hombre bien fuerte de un determinado nivel social. El último gran caso criminal Prado en París dio el tipo clásico: Prado dio pruebas ante sus jueces y abogados de autodominio, esprit y grandeza de ánimo”.

Nietzsche atribuye al criminal las dotes del superhombre.
Pero es que desde siempre ha tomado partido por el asesino como modelo de superhombre.

“Homme de monde”, dice Le Matín de Prado, ya en prisión.
El abbé Faure que lo asiste hacia la guillotina no lo describe tan superhombre: “lívi­do y tembloroso”.

Premonitoriamente el sexto de los discursos de Zaratustra se titula: “Lívido criminal”. Aplicado “intempestivamente” al caso criminal Prado, resulta escalofriante: “¡Qué importa la sangre!... ¡Ansiaba el placer del cuchillo!” escribe F.Nietzsche.
“El juez rojo dijo: ¿Qué va a asesinar ese criminal? Él quería robar. Pero yo os digo: su alma quería sangre, no un rapto: ¡anhelaba el placer del cuchillo! pero su pobre entendimiento no comprendió esa locura y lo engañó.
“¡Qué importa la sangre!, le dijo. ¿Lo que quieres no es al menos hacer un rapto, vengarte?

“¡Ráptate la mujer que siente tu corazón! Así piensa el hombre; la mujer no rapta, roba”.

En esos mismos días, Jack el destripador de mujeres actúa en Londres, aunque no hay indicios de que llegara a conocimiento de Nietzsche, que está garabateando febrilmente como un poseso lo que dará para media docena de libros publicados póstumamente: “El ocaso de los ídolos”, “El anticristo”, “El caso Wagner”, “Ecce homo”, “Nietzsche contra Wagner”, “Transmutación de todos los valores”.

Los casos de los dos criminales Prado y Chambige son hechos reales, y reales son las expresiones criminales de Nietzsche, que van en consonancia con las expresiones que siempre había utilizado para a) ensalzar al criminal, b) mostrar un especial “gusto por la sangre”, y c) denigrar a la mujer cruelmente.

Nietzsche está siempre contra la sociedad que condena al malhechor.
Muestra predilección, disculpa y admiración, ensalza al criminal, no por compasión, sentimiento aborrecido por Nietzsche para quien el criminal ejemplifica el superhombre que desahoga su voluntad de poder sobre su propia vida (suicidio) y la de los demás (asesinato, violencia), conculcando la moral a su voluntad, mata sin motivo, por el gusto de matar, sin remordimiento ni vergüenza.

El alcance de la locura perversa de esta expresión de Nietzsche “Yo soy Prado…un auténtico criminal”, desencadenante de su aislamiento en sedación desde enero de 1889 hasta la muerte en 1900, es la exacerbación de expresiones precedentes en las que Nietzsche muestra una especial vivencia con la sangre, no sólo la propia (por las sanguijuelas y la “mosca española”, pontenciador de la erección) que le chupan la sangre en el occipucio.
Hace teoría con la verdad y la sangre.
Zaratustra es el chupa-conciencias: “Alabado sea la gran sanguijuela de la conciencia Zaratustra!”

El 29 de marzo de 1871 escribe a E.Rohde sobre la relación de lo sangrante de su enfermedad con su estado de ánimo y su pensamiento.

“De todo lo escrito solo me gusta lo que uno escribe con su sangre. Escribe con sangre: y verás que la sangre es espíritu.
La realidad es que sus aceleradamente intermitentes vómitos sanguinolentos vienen mezclados con abundante bilis.
Aunque si son otros los que dan testimonio con su sangre, no es lo mismo: “Escriben signos de sangre por el camino que siguen y su locura enseñó que la sangre prueba la verdad. Pero la sangre es el peor testigo de la verdad: la sangre envenena la doctrina más pura de la locura y el odio en los corazones”.

“La ley del cuchillo”, “el placer de la sangre”.

Basta seguir los centenares de textos originales de Nietzsche en alemán sobre el campo semántico “asesino”, “crimen”, “sangre”, matar, culpa, castigo, arrepentimiento, etc., para  comprobar la vena sádica de Nietzsche.
  


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