“Los filósofos rehúyen el
matrimonio porque sólo quieren reproducirse intelectualmente a través de sus
escritos, conferencias, tertulias,…”
Además, filosofar nunca es un
genuino comienzo.
Uno comienza a enamorarse de
un pensador, o de un movimiento cualquiera, va reproduciéndose sin útero, sin
semilla y, la mayoría de las veces, sin placer, sin orgasmo, sin disfrutar.
Filósofos solteros han sido
muchísimos (ya lo hemos expuesto al escribir sobre Kant) pero en el siglo XIX
ha n sido muchos los filósofos casados, con una relación estable y otros, como
Sartre y Simone de Beauvoir, acaban compartiendo pupitre, mesa y cama con los
estudiantes que asisten a sus clases.
Pero, si ha habido bastantes
filósofos que se han casado una vez, otros se han casado dos veces
(Aristóteles, Camus,…y más).
Algunos hasta tres veces
(Scheller y Levi-Strauss), pero el récord de casamientos lo tiene Bertrand
Russell, con tres divorcios y cuatro casamientos.
El pensador británico, perteneciente
a la aristocracia, tras tantas y tan variadas prohibiciones en su niñez,
incluidas las referentes al sexo, ya a los 12 años tuvo el primer contacto con
el sexo y, desde entonces., no paró de practicarlo, defendiendo el amor libre y
considerando el matrimonio como una superstición cristiana, con el objetivo de
incrementar la grey del Señor, con fieles creyentes y practicantes, feligreses
y usuarios, socios y contribuyentes.
¿La masturbación? Por
supuesto, lo defiende desde el primer momento, aunque tras masturbarse se
sienta algo culpable y con remordimientos de conciencia.
Tras graduarse en Cambridge
(y haberse preparado en casa con profesores particulares), aunque en un
discreto séptimo puesto en Matemáticas (nadie lo diría, a pájaro pasado) se casa
con Alice Smith (“la más emancipada de todas las jóvenes universitarias que,
sola, había cruzado el Atlántico y era amiga de Walt Whuitman).
Viaja mucho y escribe más, no
en vano ha heredado 20.000
libras de su padre y, tras ser nombrado “Fellow” en Cambridge comienza la gran obra, junto a
Whithead y en la que tardarán 10 años.
Tras 17 años de casado con
Alice, tiene que escapar, en bicicleta por la airada reacción de la esposa al
confesarle una infidelidad conyugal.
Dora será su segunda esposa y
con ella llega su primer hijo, al que acoge emocionado.
En 1.929 publica “Matrimonio
y moral”, un libro maldito para la
Iglesia , escrito mientras se recupera de una tos-ferina y
tras haber contagiado (porque aún no se lo habían diagnosticado) a todos los
niños de la escuela que había fundado el matrimonio.
El amor romántico entre un
príncipe (azul) y una princesa (rosa) acaba, generalmente, en divorcio al no
cumplirse las expectativas (ni ha habido perdices, ni…..)
Y es que, en el matrimonio no
sólo está la pareja, también están los hijos, porque si no hay hijos falta “la
esencia del matrimonio”
“Sexo, sí, pero no sólo sexo,
también la cooperación con los hijos en su educación”.
Cuando la pasión se ha
mitigado y medio apagado aún quedan los hijos y, sobre todo, el afecto entre la
pareja y el amor de los hijos.
Es defensor de experiencias
eróticas tanto antes de casarse como después de casados.
“Puede haber adulterio y
seguir el afecto”.
El divorcio sólo es necesario
ante la locura el delito y la embriaguez, es lo mejor para la pareja y, también
para los niños.
Publica “La conquista de la
felicidad”.
Por dos veces se presenta
como candidato al Parlamento, por el Partido Laborista, y las dos veces sale
derrotado.
Si el primer matrimonio, con
Alice, duró 17 años, este segundo, con Dora, sólo dura 11.
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