Tres maneras de no
desaparecer del todo cuando la parca llegue y nos lleve, tres maneras de
evitarla, de seguir estando aunque ya no se esté físicamente.
El hombre, todos los hombres,
al nacer somos los seres más pobres de la creación (herencia de nuestra madre,
Penia, la diosa de la pobreza) y quien
haya asistido al parto de un animal o al nacimiento de un pájaro, al
compararlos con nosotros al nacer, nos llevan mucha ventaja (un potrillo recién
nacido, un perrillo, un pájaro,…)
Cuando yendo por el campo
tropezabas con un nido de perdiz y los perdigones ya corriendo con la cáscara
del huevo pegada al culo…o ver nacer un ternero y cómo, a la media hora, se
pone de pie sobre sus cuatro patas, todavía inseguras, y va buscando la teta de
la vaca,…
Mientras, nosotros, vemos
nacer un niño y vemos a una criatura totalmente inválida, sólo desarrolla sus
instintos innatos de llorar y de mamar, y poco más.
En acto (aristotélicamente),
de hecho, al nacer somos los animales (seres vivos) más pobres de la creación,
pero en potencia (aristotélicamente) somos los más ricos porque, aunque “no lo
somos, podemos llegar a serlo” y, de hecho, lo seremos tras adquirir el
lenguaje, la enseñanza, la educación, la preparación, el estudio, el
esfuerzo,….
Cuando Sócrates termina su
discurso y en el momento justo en que Aristófanes (el del mito del andrógino)
se dispone a hacerle alguna advertencia u observación, irrumpe en la casa
Alcibíades, que llega tarde y completamente borracho, aunque es invitado a
quedarse y, al percatarse de la presencia de Sócrates, entabla con éste un
corto diálogo, pero sin haber estado presente ni oído a Sócrates-Diotima y su
ascenso por la escala del eros, es invitado a pronunciar un discurso, en el que
expone su teoría, confundiendo la erótica socrática con el interés meramente
sexual.
La finalidad principal de su
discurso es demostrar cómo Sócrates predica con el ejemplo y pone en práctica
las enseñanzas de Diotima.
Cuando Alcibíades termina,
Sócrates se dispone a iniciar un elogio a Agatón (el anfitrión) tanto por su
premio como por el banquete que les ha dispensado cuando irrumpe en la sala un
tropel de gente festejando no sé qué y ocasionando una terrible barahúnda, al
beber, ya, sin control y todo el follón posterior, `por lo que algunos de los
invitados se marchan y otros se duermen, entre ellos Aristófanes.
Continúa Sócrates charlando
con los que todavía resisten y al final se marcha como había venido y con quien
había venido, en compañía de Aristodermo, al que habría invitado el mismo
Sócrates al encontrarlo por el camino, se marcha al Ágora, allí pasa el día,
como de costumbre, hasta que al atardecer se retira a su casa a descansar.
La mesa, con su comida y su
bebida, y la sobremesa, con su charla y sus diálogos.
Lo primero no importa, es una
estrategia literaria de Platón, lo importante es el Diálogo, la palabra, la
doctrina,…
El Banquete podemos
dividirlo, argumentalmente, en tres partes:
1.- Los cinco primeros
discursos (un resumen de cómo se ha entendido el amor en la cultura griega,
hasta Platón).
2.- La teoría de Platón, a
través de Sócrates y de Diotima de Mantinea.
3.- Poner como ejemplo a la
figura de Sócrates, así como el autocontrol de Sócrates ante Alcibiades.
Es el “eros daimon” versus el
“eros theos”.
La divinidad no se mezcla con
los humanos directamente, sino a través de intermediarios. A través de éstos
las plegarias y los sacrificios llegan hasta el dios y las órdenes y
recompensas por los sacrificios llegan desde dios a los hombres.
El dios sería el “sofos”, el
daimon o intermediario sería el “filo-sofos” y el hombre sería el “ignorante”.
El filó-sofos no es “sofos”,
pero aspira a la “Sofía”, está en medio, como el hombre, ni rico ni pobre, ni
sabio ni ignorante, es el caminante que, a través de la teoría de Diotima va
recorriendo la escala del amor (1.- Amor a un solo cuerpo bello. 2.- Belleza física,
en general. 3.- Almas bellas. 4.- belleza de las leyes e instituciones. 5.-
Belleza de las Ciencias, y 6.- La belleza absoluta, eterna, inmutable.
El amante perfecto es el
filósofo perfecto, el que va ascendiendo por todos los grados hasta llegar a la Belleza.
La “mujer demónica” es muy
habitual en la mitología griega, es la intermediaria, la sacerdotisa mediadora
y como en los banquetes o simposios nunca está una mujer real aparece en el
discurso de Sócrates.
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