¿Te imaginas un banquete en
el que no haya, de por medio, comida ni bebida, sino solamente hablar y hablar,
además, sobre un solo tema, en este caso, sobre el Amor?.
Hoy lo llamaríamos una mesa
redonda, unitemática, en la que intervinieran distintas personas que expondrían
su punto de vista.
Pues ese es El Banquete, de
Platón, uno de los más importantes Diálogos de Platón.
Los griegos, en general,
comían poco y sin gran variedad.
En el desayuno solían ser el
pan mojado en vino e higos.
Al mediodía, una comida
ligera.
La cena era la comida más
importante.
Los excesos gastronómicos en
algunos lugares o regiones eran objeto de burla y de desprecio.
Los alimentos fundamentales y
más corrientes eran el pan de cebada y de trigo, habas y lentejas, aceitunas,
higos y uvas (secas mejor que frescas), cebollas y ajos.
Las proteínas animales las
extraían del queso y sobre todo del pescado (sardinas y boquerones (que eran
más baratos), atún, moluscos y calamares.
El cerdo estaba reservado
para algunos días de fiesta y el resto de animales provenían de la caza o de la
crianza.
Aunque la carne y el pescado
lo preferían en salazón o ahumados más que frescos, pero no le hacían ascos a
los mariscos, los moluscos, la sepia,…que tanto abundaban en las costas de
Eubea), ni a los buenos vinos que tenían (los de Lesbos, Rodas, Quíos,…), ni,
por supuesto, a la pastelería, casera, mucha y buena así como los higos,
nueces, uvas, dulces con miel,…
Los líquidos eran el agua, la
leche, la hidromiel (agua y miel) y el vino, buen vino de varias regiones,
aunque solían beberlo, muchas veces, aguado (lo que en mi tierra se llamaba
“aguacuba), por lo que podía aguantarse mucho tiempo bebiendo.
Un Banquete, o Simposio, en
Esparta, era lo normal diario, pero sólo para varones, fuera de casa y era la
comida más importante del día, solía hacerse en grupos fijos (una “charpa” de
amigos) y para el que cada uno de los comensales solía llevar una cosa, bien
comida o bien bebida.
En Atenas también se
estilaba, pero no era preceptivo (como en Esparta) y solía hacerse en la casa
de uno de los miembros del grupo.
El Simposio, o Banquete, no
era propio de todos los ciudadanos, sino de personas acomodadas que lo
celebraban en su casa e invitaban a sus amigos y, entre la gente culta, más que
comer y beber, se convertían en tertulias intelectuales.
La primera parte del Banquete
era el plato principal y acompañado de vino (que debía beberse lentamente) y
picando frutos secos o frescos y los consabidos dulces.
Estos banquetes estaban
amenizados con espectáculos de danza, de música, de muchachas bellas a las que
se les pagaba un sueldo por asistir y, por supuesto, los efebos, ya que la
pederastia, sobre todo en Atenas, era muy común.
El banquete se celebraba
siguiendo un ceremonial, exquisito y complicado, lo que suponía una gran
solemnidad.
A la entrada, a los invitados
se les coronaba con guirnaldas y flores y tenían que descalzarse para que los
esclavos domésticos le lavaran los pies.
Una vez reclinados en los
lechos se les presentaba una jofaina para lavarse las manos, ya que los griegos
no usaban cubiertos para comer, lo hacían con las manos.
Se comenzaba el simposio con
un brindis en honor a Dionisos (dios del vino y las bebidas), que me recuerda a
la bendición de la mesa en las casas de los creyentes cristianos (en mi casa se
hacía, como se hacía “besar el pan”, al recogerlo cuando se caía al suelo)
Había un “rey del Banquete”, como
un maestro de ceremonias, designado al azar, que era el encargado de dirigir y
atender a todos los detalles y si alguno no obedecía y se saltaba algo se le
imponía un pequeño castigo, lo que servía de divertimento de los demás.
Los anfitriones rivalizaban
entre sí por ver quien servía los mejores manjares y vinos, cuál era el número
y la calidad de los danzantes y músicos de ambos sexos, por su pericia y por su
belleza, así como de los invitados (me recuerdan los salones franceses y las
madames rivalizando de la misma manera y por ver quien invitaba a Voltaire u otros
de los famosos ilustrados).
Después el simposio, ya en la
sobremesa, derivaba en una dimensión espiritual (como el que expone Platón),
pero otras veces todo terminaba en borracheras, excesos groseros, en placeres
corporales,…
Muchas veces, como se hace
hoy, al terminar la comida llega el baile y la bebida en abundancia, se habla
de lo divino y de lo humano, de política o de fútbol, de los programas de la
tele o de sexo, y se cuentan chistes o anécdotas,….
Uno de esos Banquetes o
Simposios es el inmortalizado por Platón en la obra que lleva el mismo título y
en forma de diálogo, como casi todas las obras de Platón.
Es el método de exposición
que usa Platón para exponer su pensamiento y siendo el personaje principal en
todos ellos un tal Sócrates, en cuya boca pone Platón lo que él piensa.
El Banquete es un duelo de
discursos sobre el “Eros”
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