miércoles, 17 de mayo de 2017

EL AMOR EN PLATÓN (EL BANQUETE) (1)



¿Te imaginas un banquete en el que no haya, de por medio, comida ni bebida, sino solamente hablar y hablar, además, sobre un solo tema, en este caso, sobre el Amor?.
Hoy lo llamaríamos una mesa redonda, unitemática, en la que intervinieran distintas personas que expondrían su punto de vista.

Pues ese es El Banquete, de Platón, uno de los más importantes Diálogos de Platón.

Los griegos, en general, comían poco y sin gran variedad.
En el desayuno solían ser el pan mojado en vino e higos.
Al mediodía, una comida ligera.
La cena era la comida más importante.

Los excesos gastronómicos en algunos lugares o regiones eran objeto de burla y de desprecio.

Los alimentos fundamentales y más corrientes eran el pan de cebada y de trigo, habas y lentejas, aceitunas, higos y uvas (secas mejor que frescas), cebollas y ajos.
Las proteínas animales las extraían del queso y sobre todo del pescado (sardinas y boquerones (que eran más baratos), atún, moluscos y calamares.
El cerdo estaba reservado para algunos días de fiesta y el resto de animales provenían de la caza o de la crianza.
Aunque la carne y el pescado lo preferían en salazón o ahumados más que frescos, pero no le hacían ascos a los mariscos, los moluscos, la sepia,…que tanto abundaban en las costas de Eubea), ni a los buenos vinos que tenían (los de Lesbos, Rodas, Quíos,…), ni, por supuesto, a la pastelería, casera, mucha y buena así como los higos, nueces, uvas, dulces con miel,…

Los líquidos eran el agua, la leche, la hidromiel (agua y miel) y el vino, buen vino de varias regiones, aunque solían beberlo, muchas veces, aguado (lo que en mi tierra se llamaba “aguacuba), por lo que podía aguantarse mucho tiempo bebiendo.

Un Banquete, o Simposio, en Esparta, era lo normal diario, pero sólo para varones, fuera de casa y era la comida más importante del día, solía hacerse en grupos fijos (una “charpa” de amigos) y para el que cada uno de los comensales solía llevar una cosa, bien comida o bien bebida.

En Atenas también se estilaba, pero no era preceptivo (como en Esparta) y solía hacerse en la casa de uno de los miembros del grupo.
El Simposio, o Banquete, no era propio de todos los ciudadanos, sino de personas acomodadas que lo celebraban en su casa e invitaban a sus amigos y, entre la gente culta, más que comer y beber, se convertían en tertulias intelectuales.

La primera parte del Banquete era el plato principal y acompañado de vino (que debía beberse lentamente) y picando frutos secos o frescos y los consabidos dulces.
Estos banquetes estaban amenizados con espectáculos de danza, de música, de muchachas bellas a las que se les pagaba un sueldo por asistir y, por supuesto, los efebos, ya que la pederastia, sobre todo en Atenas, era muy común.

El banquete se celebraba siguiendo un ceremonial, exquisito y complicado, lo que suponía una gran solemnidad.

A la entrada, a los invitados se les coronaba con guirnaldas y flores y tenían que descalzarse para que los esclavos domésticos le lavaran los pies.
Una vez reclinados en los lechos se les presentaba una jofaina para lavarse las manos, ya que los griegos no usaban cubiertos para comer, lo hacían con las manos.

Se comenzaba el simposio con un brindis en honor a Dionisos (dios del vino y las bebidas), que me recuerda a la bendición de la mesa en las casas de los creyentes cristianos (en mi casa se hacía, como se hacía “besar el pan”, al recogerlo cuando se caía al suelo)

Había un “rey del Banquete”, como un maestro de ceremonias, designado al azar, que era el encargado de dirigir y atender a todos los detalles y si alguno no obedecía y se saltaba algo se le imponía un pequeño castigo, lo que servía de divertimento de los demás.

Los anfitriones rivalizaban entre sí por ver quien servía los mejores manjares y vinos, cuál era el número y la calidad de los danzantes y músicos de ambos sexos, por su pericia y por su belleza, así como de los invitados (me recuerdan los salones franceses y las madames rivalizando de la misma manera y por ver quien invitaba a Voltaire u otros de los famosos ilustrados).

Después el simposio, ya en la sobremesa, derivaba en una dimensión espiritual (como el que expone Platón), pero otras veces todo terminaba en borracheras, excesos groseros, en placeres corporales,…

Muchas veces, como se hace hoy, al terminar la comida llega el baile y la bebida en abundancia, se habla de lo divino y de lo humano, de política o de fútbol, de los programas de la tele o de sexo, y se cuentan chistes o anécdotas,….

Uno de esos Banquetes o Simposios es el inmortalizado por Platón en la obra que lleva el mismo título y en forma de diálogo, como casi todas las obras de Platón.

Es el método de exposición que usa Platón para exponer su pensamiento y siendo el personaje principal en todos ellos un tal Sócrates, en cuya boca pone Platón lo que él piensa.


El Banquete es un duelo de discursos sobre el “Eros”

No hay comentarios:

Publicar un comentario