“Ese ventanal es un agujero azul que te
absorbe, como esos agujeros negros de los astrónomos. Te saca de ti, cuando tu
libro –aconseja a Martín- exige que te adentres en ti mismo, que encuentres tu
voz más profunda y verdadera para clamar contra la injusticia (…) luego
completarás la protesta denunciando a esa Nave de los Locos que es OCCIDENTE y
contribuirás a abrirle los ojos a la gente para que los usen viendo la verdad,
en vez de lo que les cuentan”
San Agustín lo habría dicho
de otra manera: “noli foras ire, redde te ipsum, in interiore homine habitat
veritas”.
No quieras salir fuera a
buscar la verdad, allí no la encontrarás, porque allí no está, está en el
interior de todo hombre, vuelve y entra en ti mismo, ahí habita la verdad.
Luego, cuéntasela a la gente para que ellos la vean por sí mismos y
reaccionen, y no hagan caso de cómo se la cuenta Occidente, el capitalismo, esa
“nave de los Locos”
Me pregunto, yo, ahora mismo,
qué está pasando en Siria, y más en concreto en Alepo, y no me creo la versión
de esa Nave de los Locos, que sólo intenta adoctrinarnos, cuando todavía no
hemos encontrado las armas de destrucción masiva de Irak y el peligro seguro e
inminente que suponía Gadafi en Libia.
Siempre exportando la guerra
fuera de sus fronteras y haciendo caja vendiéndole armas “a los hunos y a los
Hotros”, a los “buenos” y a los “malos”, porque el dinero nada sabe de Ética.
He expuesto algo de la
biografía de Sampedro y he expuesto que, además de su faceta docente (de la que
sólo han podido disfrutar sus alumnos) otra importante faceta suya es la de
“novelista”.
José Luis Sampedro rezumaba
sensibilidad y afecto, familiar y paterno, en su vida privada.
Cuenta cómo perdió, “me quedé sin hija”, el día que su
niña, en la noche, se levantó, ella sola, de la cama e hizo pipí en el orinal y
la sensación de que su niña “ya no me
necesitaba”, y se sentía desplazado.
Y cuando esta niña, ya moza,
se casó para formar su propio hogar.
Para llenar el hueco dejado
en la casa por su hija “me volqué en una novela divertida que, en
contra de mi costumbre, escribí compulsivamente en sólo tres meses, “El caballo
desnudo”, como respuesta afectiva a una pérdida, aunque se diga que no se
pierde una hija sino que se gana un hijo”.
Y qué decir de cuando esta
hija lo hizo abuelo, “sin el nacimiento de mi nieto Miguel no
habría escrito “La sonrisa etrusca”, también escrita de un tirón, como
respuesta afectiva al niño que vino”.
La que se fue de casa y el
que vino a la vida.
Pero lo que nunca supo este
escribidor y juntaletras eran los tres tipos de novelas que analiza Sampedro:
1.- Novela-Mundo.
“OCTUBRE, OCTUBRE es una “novela
mundo” porque tiene en cuenta el tiempo doblemente. En ella se entrelazan dos
historias fechadas en tiempos diferentes: una es la novela Octubre, Octubre,
que transcurre en torno a 1.960 y otra los papeles de Miguel, fechados en torno
a 1.975.
Miguel es el autor de cuatro novelas distintas, de las cuales,
tres se mencionan de vez en cuando, pero la que está presente es Octubre,
Octubre.
Esto entraña una estructura, confieso
que complicada”
Con
razón se ha dicho de ésta que es “una novela-mundo”, aunque en un momento
concreto el mismo Sampedro también la denomina “novela-montaña”, porque uno se
salva subiendo y los otros bajando.
Todo
cabe en ella.
El
autor maneja esquemas culturales procedentes de la filosofía hindú y del
pensamiento místico, pero lo hace con total ausencia de pedantería,
abordándolos con tal naturalidad, que cualquier lector atento puede
introducirse en ellos.
Es una mezcla de Mística sufí y erotismo.
El fondo es la crisis de valores de nuestro tiempo y sus dos vías de escape:
el hedonismo, disfrutando del cuerpo o las nuevas formas de religiosidad.
El abajo y el arriba de esta
“novela-montaña”.
Así lo definieron los críticos nada más salir
publicada la novela:
“En Octubre,
Octubre encontramos dos cuerpos
de escritura, cada uno de ellos desarrollado en dos tiempos distintos: Papeles de Miguel, desde septiembre de
1975 a
junio de 1977, y Quartel de
Palacio, entre octubre de 1961 y septiembre de 1962.
En Papeles de Miguel, el protagonista de esta parte de la novela, Miguel, nos dice que ha escrito, para conocerse a sí mismo, cuatro versiones de Octubre, octubre y de Quartel de Palacio, donde acomoda sus propias vivencias de amor casi místico por Nerissa.
En Quartel de Palacio aparecen una multitud de seres que componen ese barrio madrileño, los alrededores del Palacio Real y
Unos y otros serán muñecos en manos de su creador Miguel, y todos en manos de Sampedro, que recoge admirablemente el mundo de las cajas chinas."
De los casi veinte años que ha dedicado Sampedro a Octubre, Octubre, una
buena parte de tiempo lo invirtió en el acopio de documentación y datos, como
es práctica habitual en su procedimiento científico y sistemático de escritura.
«Mi artículo estético número uno es que si yo no me creo mi propia
historia a nadie va a convencer», comenta.
«Por eso siempre me documento a fondo sobre el tema que sea, aunque luego no
utilice gran parte de esa información».
En Octubre, octubre, Sampedro afirma haber dado «un
salto cualitativo con respecto a mi obra anterior, reflejando sin proponérmelo
la crisis de valores de nuestro tiempo, que genera dos vías de escape: el
hedonismo del mero disfrute del cuerpo o las nuevas formas de religiosidad en
ascenso».
Así lo define él: «El argumento de Octubre, octubre se centra en un personaje de edad avanzada
que se despoja de su pasado, y en ese proceso de abandono y cambio encuentra
una novela que escribió en su juventud», explica Sampedro.
«En la estructura formal del libro, los capítulos sobre este personaje
se alternan con los de la historia que escribió, afrontando así el tema de las
relaciones entre el autor y su obra a la manera de las muñecas rusas: la novela
dentro de la novela».
La zona de Madrid donde se desarrolla parte de la
acción de 0ctubre, octubre, es el barrio diseñado por las calles
Mayor, Arenal, Ballén y la
Escalinata (quien conozca Madrid lo ubicará inmediatamente) y
cuenta Sampedro que se dedicó a revisar revistas ilustradas de los años diez y
veinte para reconstruir algunos personajes, como cantantes y cupletistas de la
época
Como siempre ha
sido su costumbre, se informó a fondo antes de escribir Octubre, octubre, que
él mismo define como «una novela montaña”, porque hay en ella una especie de
ascensión mística y, al mismo tiempo, un abismo», apunta.
«Unos personajes se salvan ascendiendo y otros descendiendo».
Dos historias paralelas: la del barrio de Palacio
de Madrid, con Ágata y Luis como protagonistas principales, a la búsqueda de su
verdadera identidad, rodeados de los vecinos y el ambiente de la ciudad en los
años sesenta, y la de Miguel, el escritor de la novela, fechada en 1975 -un año
clave en la historia de España-, a la búsqueda del desprendimiento total, para
encontrarle salida a un amor imposible.
“Si no me las creo yo, nadie se las va a creer”
– afirma
El novelista, el buen novelista, vive la vida de
sus personajes.
“He podido, a través de las novelas,
vivir otras vidas, incluso aquellas vidas para mí envidiables pero imposible de
hacer mías en la realidad: la de Bruno, la de los gancheros. Y, al final, no
sólo acepto a los hombres débiles y sensibles, sino que los hombres fuertes,
como Ahram, han de aceptar que no lo son tanto y que son incapaces, en su
fortaleza, de entender el mundo y ser felices.
Al final opto por los inseguros y por
los que buscan y no se conforman con el papel que se les ha repartido”
No hay comentarios:
Publicar un comentario