sábado, 14 de enero de 2017

ACOMPAÑANDO A J.L. SAMPEDRO (23-2) LA LIBERTAD

LA LIBERTAD 2

“La libertad es una palabra que casi siempre demanda cualificaciones, a veces no expresadas.
Hay libertad controlada, reprimida, condicionada, selectiva, simulada,… rara vez integral”

Si, últimamente, alguien ha hablado y escrito, mucho, tanto sobre la “libertad” y el peligro de perder las libertades, como sobre el “miedo” por parte del poder y su influencia en la psicología de los ciudadanos, hasta el punto de conseguir, muchas veces, que cambien de categoría y pasen a ser esclavos, ese ha sido J.L. SAMPEDRO.

Pero yo ya había hollado ese campo desde mis tiempos de estudiante y primera etapa de docente.

Primero fue con “El arte de amar”, obra escrita en 1.956, y que, entre las diversas clases de amor, en esos momentos de efervescencia, me atraía el “amor erótico.

Después, ya en mi etapa de enseñante y educador, y tras haber leído a Nietzsche  me metí con “Y seréis como dioses”, en el que se abordé el vacío provocado por la Muerte de Dios en la sociedad contemporánea, la lucha ente el “tener” y el “ser”, la crítica al consumismo y las fórmulas para un nuevo humanismo.

En tercer lugar fue el libro más antiguo del autor: “EL miedo a la libertad”, de 1.941.

Estoy refiriéndome, naturalmente, a Erich Fromm.

¿Libertad o seguridad? That is the question.

¿Qué respondería (si pudiera comprender y responder) el canario desde su jaula colgada en la terraza, si sopesara el peligro del gato o del águila, allí fuera y libre, con la comodidad y seguridad de la jaula?

Ya Sartre había respondido a aquel alumno que, en clase, le preguntó qué debía hacer, cómo debía actuar, porque era “patriota” y amaba a Francia y también era hijo único de una madre viuda cuyo marido había muerto a manos de los alemanes.

¿Opto por Francia y mi madre se muere de pena u opto por mi madre y me despreocupo de mi Patria?. ¿Cómo debo actuar?- ¿Por cuál debo optar?
A lo que Sartre le respondió: “Eres libre, elige tú”

El alumno tenía “miedo a la libertad”. No, expresamente, a las “libertades externas” (que también) sino a la “libertad interna o psicológica”, a la “libertad de elegir”.
Para él era más cómodo que su profesor eligiera por él. De esa manera su conciencia descansaba. Había obedecido al líder, a su ídolo. Si se equivocaba el líder, el profesor, el alumno se sentiría inocente, con la conciencia tranquila, porque “había obedecido” al líder; si el ídolo acertaba él se sentiría satisfecho.
Pero que eligiera, que optara, que decidiera él.

Tenía “miedo a la libertad”.

Sartre llama a esta actitud de esquivar responsabilidades, la “mala conciencia”.

También se me acercaba algún  alumno para que le aconsejara si… o… y, en buenas palabras, no bruscamente, le daba a entender que qué le importaba a él lo que yo opinara (porque no quería condicionarlo).
Le venía a decir que si él, a su edad, y yo, a la mía, teníamos la misma tabla de valores, por mal camino iba la sociedad.

Hay que ser contestatario y rebelde en la juventud para ser algo más conservador en la madurez

Y es que “la Libertad” es un Problema Psicológico, interno, antes que externo, como lo son “las libertades”.

 John Dewey comentaba: "La amenaza más seria para nuestra democracia no es la existencia de los Estados totalitarios extranjeros. Es la existencia en nuestras propias actitudes personales y en nuestras propias instituciones, de aquellos mismos factores que en esos países han otorgado la victoria a la autoridad exterior y han estructurado la disciplina, la uniformidad y la confianza del líder.
Por lo tanto, el campo de batalla esta también aquí, en nosotros mismos y en nuestras instituciones"

El análisis del aspecto humano de la libertad y de las fuerzas autoritarias obliga a considerar un problema general: el que se refiere a la función que cumplen los factores psicológicos como fuerzas activas en el proceso social; lo que conduce al problema de la interacción que los factores psicológicos, económicos e ideológicos ejercen en aquel proceso”

“Todo está determinado, pero está determinado con una cantidad tal de variables que nos permite estar no programados, pero sí
condicionados. Ese es el tipo de libertad que debemos exigir. Porque, o nos hacemos nosotros o nos hará el poder”

Yo creo que la probabilidad, ni siquiera la alta probabilidad, ni por definición, es una tautología.
La millonésima que falta para llegar al millón le impide ser tautología.

La opinión ajena, el “qué dirán”, la presión social,… influye, vaya que influyen, pero no determinan, sólo condicionan, y de esa atadura podemos desatarnos (aunque no lo hagamos, pero “podemos”)

También la mujer “puede” “desatarse de las faldas largas y cortas, de las apreturas en el talle, de los pechos en balconcillo, desnudos casi hasta el pezón, mostrando la mercancía, todas vendidas en los escaparates de los saraos, ofrecidas al marido propietario…” –refiere Sampedro.

Los que no pueden liberarse son la calculadora y el ordenador. La programación les insufla determinismo.

Las mujeres, siempre, en todos los lugares, más esclava que los varones, temiendo más la reprobación social que las condenaba a la exclusión y estar alejadas de su función reproductora legitimada socialmente.

¿Cuántas monjas lo han sido sin, en un principio, proponérselo?
¿Cómo puede haber hecho mella, en ellas, el “estar casadas con Dios”, con alianza incluida, porque “no había Dios que se casara con ellas”?

¿Libres?

“Como siempre, el fuerte quiere libertad para hacer lo que le parezca, mientras el débil quiere normas protectoras” porque sabe que no puede ni intentarlo.

Si “el poder corrompe (de lo que nadie duda) y el poder absoluto corrompe absolutamente” el débil sabe que carece de poder, no para poder corromperse, ni siquiera para manifestar su voluntad.

“Y, como siempre, también, para los inmorales el fin justifica los medios: no les faltarán, para disculparse, fines reales o inventados: la voluntad de Dios, la libertad, la seguridad (de quién, de quienes) el bien común (repartido cómo), el orden natural de la sociedad (¿cuál), el terrorismo…”


¡Qué bien lo sabía Maquiavelo y qué buenos consejos le daba al Príncipe¡

No hay comentarios:

Publicar un comentario