CRISIS.
Esto escribía Sampedro sobre
el siglo XX, ya en el XXI.
“El siglo XX ha sido un siglo, más que
de cambios, de crisis. Crisis definida en el sentido que lo hacia Gramsci:
“Situación en la cual coexiste lo viejo y lo nuevo, pero lo viejo no acaba de
morir y lo nuevo no acaba de nacer”.
No se trata de una crisis de
“crecimiento”, sino de “decadencia”: es una crisis final.
Si hay cambios, los provoca la necesidad
de hacerlos, la necesidad de hacer otra cosa, no tanto la ilusión de hacer una
novedad” (…) yo veo la cuestión como una necesidad de renovar algo que ya no
funciona y esto conduce a situar este siglo como una fase de cambio profundo de
transición, de transformación, de gran envergadura e intensidad.
La transformación no es una fase
distinta dentro de un mismo sistema sino que, tal como yo creo, es el tránsito
a otro sistema diferente y esto me hace pensar que esta situación de crisis no
se va a agotar en el siglo XX, va a continuar en el XXI y, probablemente, en
otros porque lo que viene nuevo no es exactamente recombinación de elementos
anteriores, sino que es un replanteamiento con emergencias diferentes a lo
largo de la historia”
Nuestro Ortega y Gasset, en
una de sus obras, “En torno a Galileo” (obra que, encarecidamente, aconsejo
leerla), es en la que analiza, precisamente, el concepto de “crisis” y donde
desmenuza el Renacimiento, entre la Edad
Media y la Edad Moderna ,
y la crisis de las generaciones.
Y dice él:
“La idea histórica de crisis
es, en sí misma, estimulante. Nos recuerda lo que la vida tiene de ruptura, de
sobresaltos cruciales. En las crisis los hombres se quedan sin convicciones, es
decir, sin mundo. Las ideas adquiridas se desprecian por inservibles y en su
lugar subsisten incógnitas, sombras que desorientan. Es un momento de suspense
entre un tiempo extinguido y otro próximo, que traerá nuevas exigencias, apenas
intuidas, sólo inconcretas. Se presiente que todo va a cambiar decisivamente. A
veces, se cierne sobre ese momento crítico la violencia de un desastre. Las cosas
toman un curso incierto: no se sabe qué hacer porque no se sabe qué pensar”.
La crisis es el intermedio,
el tránsito, entre el mundo del pasado, que ya no convence, y el mundo del
futuro que no sabemos cómo va a ser y cómo vamos a instalarnos en él.
De ahí la incomodidad de toda
crisis, al sentirse desarraigado, “suelto de” y aún “no agarrado a”.
Eso es la Crisis = un cambio brusco o
una modificación importante en el desarrollo de algún suceso.
El Renacimiento fueron siglos
de crisis, desde el XIV al XVII.
De las convicciones, ideas,
creencias,…del mundo medieval, en el que uno sabía a qué atenerse para vivir,
una época teocéntrica, y astronómicamente geocéntrica, en la que la Razón estaba subordinada a
la fe, donde este mundo era “la mala noche en la mala posada” de la santa de
Ávila, donde la vida era el “muero porque no muero” de San Juan de la Cruz , donde este mundo era la
preparación para el examen final y pasar a ser eternamente feliz en el cielo,
al lado de Dios y demás santos,…a las convicciones, ideas y creencias del mundo
moderno, en el que el sistema astronómico es heliocéntrico, la época del
Humanismo, una mentalidad antropocéntrica, con la teoría de que ya no hemos
sido colocados en el sitio privilegiado, en el centro del universo, sino que la
tierra es uno más de los planetas que giran en rotación y traslación, en que la Razón Científica se impone a la Fe , a la Creencia de que la verdad
es la que afirman las sagradas
Escrituras...
El siglo XIV, Guillermo de
Ockham es el que separa la Fe
de la Razón , en
que “lo que se cree no se sabe y lo que se sabe no se cree”, donde surgen los
diversos movimientos religiosos reformistas, negando la primacía del Papa y de
Roma, desgajándose y creando movimientos distintos (Lutero, Calvino,
Zwinglio,…), donde “cujus regio, eius religio” y, por otra parte la Razón tomando en sus manos
este mundo, en sí mismo, no necesitando a Dios para entenderlo, analizándolo,
descubriendo las leyes por las que se rige.
Un mundo en el que no se
tiene interés alguno en irse de él, en morir, sino que se quiere vivir, y vivir
bien.
Y no sólo es la “Revolución
Copernicana”, astronómica, que se sufre al no ser ya, el hombre, el ser mimado
por Dios y puesto en el centro del universo.
Es también la “Revolución de la Física ”, al tener que
abandonar la Física
cualitativa aristotélica, de la mano del método silogístico, a la Nueva Física Moderna,
cuantitativa, y de la mano del Método Hipotético Deductivo, donde la Observación y la Experiencia están en
el comienzo y en el final del método y, en medio la Razón , primero Inductiva y
luego Deductiva.
Hasta llegar a la Época
Moderna, donde el nuevo Dios es una Diosa, la Diosa Razón , en la que todo
debe pasar por el tamiz de la
Razón , en el que aparecen cada vez más ciencias nuevas…
Ese tránsito de un mundo,
medieval, religioso, a otro mundo, el moderno, laico, es una crisis, una
situación incómoda, mientras dura el
tránsito, es vivir entre dos creencias sin sentirse instalado en ninguna, por
tanto, en substancial crisis, es levantar las tiendas en las que se estaba y
llevarlas y mientras se llevan a otro lugar en que instalarlas, es el
“mientras” ente el “ya no” y el “todavía no”, entre “el salir de” y “el entrar
en”.
En las crisis se sufre porque
se hunde el suelo que pisábamos, flotamos en el aire, y no divisamos, todavía,
otro suelo.
Y ahí estaba Galileo,
apostando por la ciencia y teniendo que pugnar con la Iglesia y la Inquisición , para
quienes la verdad se encuentra en la
Biblia.
“En torno a Galileo”
Estos cambios bruscos,
profundos, súbitos y violentos, con consecuencias transcendentales, suelen
derivar, en al ámbito científico, en algo nuevo: una revolución, una revolución
científica.
Ya nos hemos referido a dos
de ellas: a la copernicana o astronómica y a la física, con Galileo como centro,
hasta Newton, en el siglo XVIII.
Pero ha habido más, muchas
más, como por ejemplo:
La revolución darwiniana o
biológica.
La revolución de las Ciencias
de la Tierra o
geológica.
La revolución einsteiniana o
relativista.
La revolución indeterminista.
La revolución cuántica.
Y no sólo en la Física.
En las demás ciencias también
han sucedido esos cambios bruscos, pasado por esa crisis, y desembocando en
nuevas revoluciones.
Y para hablar de revoluciones
científicas tendríamos que tratar de la noción de “paradigma” = “ejemplo” o “modelo”,
“patrón”, y al autor de la “Estructura de las revoluciones científicas”, a
Kuhn.
Kuhn denomina “Ciencia normal”
a la compartida por la comunidad científica.
Antes de cambiar de paradigma
y llegar a una nueva ciencia se intenta mantener la ciencia normal, o antigua,
a través de “hipótesis ad hoc” para explicar las irregularidades y las
deficiencias que la “ciencia normal” ya no puede explicar, porque son las
excepciones.
Sólo cuando cada vez se
complica a base de añadir más y más “hipótesis ad hoc” es cuando se produce el
“Cambio de paradigma” y se desemboca en otra ciencia dejando de reproducirse
los esquemas de la denominada “ciencia normal”.
Crisis ha habido muchas a lo
largo de la historia: la crisis social, la moral, la religiosa, la económica,
la financiera, la crisis de valores, de ideales, la laboral, la empresarial, la
demográfica, la familiar, la psicológica, la política o de gobierno, la
ecológica, la energética, la alimentaria, la ambiental, la climática, la
nerviosa, la crisis de identidad, la crisis de refugiados, de suministros, de
oferta o de demanda….
Yo solía poner, para explicar
el concepto de crisis, el caso de los niños-bebés.
La crisis es ese estado de
desconcierto, de no entender por qué la madre le arranca de su la teta derecha,
en la que se encontraba plácidamente instalado, porque la madre quiere que mame
la teta izquierda (pero él no lo sabe, sólo sufre la incomodidad del hecho)
El tránsito de una teta a la
otra, el “mientras” de no estar en ninguna de ellas, le provoca esa “desazón
crítica” hasta que queda instalado, plácidamente, en la otra, que sería la
“normal” hasta que…
O la crisis de la
adolescencia, cuando se sabe lo que no se quiere, lo antiguo, ante lo que se
rebela, pero no se tiene claro el aterrizaje. Ese “mientras” es su crisis (con
crisis familiar, social, religiosa, moral,…consecuentes)
“Contemplando la sociedad como
organismo, parece obvio que una enfermedad sistémica en un cuerpo envejecido no
puede ser tratada como un trastorno transitorio y puntual de un organismo
concreto.
Dicho de otra manera, es una falacia
hablar de crisis financiera únicamente. La crisis es política. La crisis es del
sistema de vida occidental”
Pero J.L. SAMPEDRO era
economista, y se le nota, y era Catedrático de Economista, así como sensible a
los movimientos sociales que denuncian las injusticias perpetradas por las
grandes empresas y permitidas y/o legalizadas por los gobiernos de turno.
Objetos de sus exámenes y
críticas son: el abuso del consumo, el agotamiento de materias primas, el
Capitalismo especulativo y no productivo, el dinero que se queda en el camino,
las cláusulas suelo y falso techo, los desahucios, el paro, el rescates de las Cajas
(y ahora de las autopistas, la socialización de pérdidas y privatización de las
ganancias, etc. etc. etc.
“La crisis financiera estalló por
el abuso de los beneficios, pero el hecho de que los daños no los hayan sufrido
tanto los causantes como sus víctimas (con pérdida o con desempleo) es
consecuencia de la estructura del sistema, cuyas reglas permitieron los
atropellos y cuyas autoridades no los controlaron a tiempo. La raíz de los
daños no radica en los préstamos mismos sino en el poder dominante de los
bancos, libres para poner condiciones (abusivas) al crédito.
Más que un problema económico, se trata
de una desigualdad de poder, un hecho político que si no se remedia provocará
crisis ulteriores”
¿Y cómo se va a remediar si
son los mismos gobernantes, sus partidos políticos, los que le deben a los
bancos su propia supervivencia?
“Yo (Banco) te doy, pero tú
(político gobernante, que no estarías ahí sin mi apoyo) tienes que
recompensármelo, y no sólo devolviéndolo, sino con creces, y no por ventanilla,
sino a través de concesiones favorables a empresas en las que nos movemos y con
las que trabajamos.
Los gobiernos no pueden
aprobar su autodestrucción, su harakiri.
Los Bancos los tienen cogidos
por los huevos.
Hay que cambiar el sistema.
Y el cambio debería venir y
ser dirigido por la sociedad a través de sus representantes políticos, pero
éstos no pueden hacerlo si no quieren desaparecer.
¿Cómo se sale de este
laberinto?
¿Cuál puede ser el hilo de
Ariadna?
¿Una revolución drástica?
Todos sabemos que en una
revolución los que más pueden se ponen a resguardo mientras los “daños
colaterales” caen, como siempre, sobre las personas que ya estaban padeciendo
el malvivir.
“Mientras la mayoría de la
población mundial sufre, incluso muere, por falta de alimentos, agua potable y
condiciones de vida digna, hay una minoría que muere de opulencia.
Ud. Doctor, sabrá mejor que yo qué
enfermedades se deben a carencias y cuáles son producto de los excesos y en qué
latitudes abundan unas y otras.
Por eso, y porque los recursos del
planeta no son ilimitados, es lógico que, recordando a Gauguin, Tierra vuelva a
formulas las eternas preguntas de “de dónde venimos y a dónde vamos”
Y es igualmente lógico que no hallen
respuesta, que se planteen diferentes hipótesis.
Lo importante es pararse a pensar”
Porque la tercera pregunta a
contestar, Maestro, es ¿Quiénes somos?
Y, si somos honestos, tendríamos que responder con un “somos
imbéciles” por saber “de dónde venimos” y no darnos cuenta de “a dónde vamos” a
no ser que respondamos: “a la catástrofe”, al “abismo”.
Por ejemplo. La paradoja
actual y presente...
Tenemos en España tanto sol
que nos achicharramos ¿por qué no apostar por la energía solar, que es
abundante, inagotable, limpia y gratuita?
Porque unos cuantos
(compañías eléctricas) se oponen a que tengamos energías gratis, para beneficio
propio.
Pero ¿cómo van a oponerse los
políticos si son ellos, una vez amortizados como políticos, los que forman
parte de los Consejos de Administración de las mismas, por el esquema de “las
puertas giratorias?.
De “político” no lo PUDO
hacer y desde el Consejo de Administración no lo “QUIERE” hacer.
¿Cómo puede salirse de este
laberinto?
Incluso un Ministro quiso
poner “un impuesto al sol” ¿Habrá mayor barbaridad?
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