OBEDIENCIA Y SUMISIÓN.
Los tres grandes colectivos
humanos peor considerados y más maltratados a lo largo de toda la historia han
sido: las mujeres, los niños y los esclavos.
1.- Las mujeres, en el
matrimonio, tenían su misión principal, casi única, en proporcionar hijos
legítimos (y no naturales o bastardos) al varón. Si una cerda, en propiedad, le
proporciona a su dueño los cerditos, en propiedad de su dueño, la mujer casada,
poco más le proporciona al varón y padre. Siempre a disposición del varón tanto
para uso sexual como, sobre todo, para proporcionar legitimidad a los hijos.
(Una muestra)
.- El gran orador
ateniense, Demóstenes, clasifica la sociedad femenina de la siguiente
manera:
“Tenemos a las hetairas para el placer, a las pallakae (concubinas) para que se hagan cargo de nuestras necesidades corporales diarias y a las gynaekes (esposas) para que nos traigan hijos legítimos y para que sean fieles guardianes de nuestros hogares…”
“Tenemos a las hetairas para el placer, a las pallakae (concubinas) para que se hagan cargo de nuestras necesidades corporales diarias y a las gynaekes (esposas) para que nos traigan hijos legítimos y para que sean fieles guardianes de nuestros hogares…”
.-
Para el gran Aristóteles la mujer no es sino un “varón deforme”
.- En la Edad Media , los teólogos (todos ellos varones)
discutían incluso si las mujeres eran seres humanos: “¿Tienen un alma, o eran
más equiparables a los animales superiores, como los caballos y perros?”
Y las
mujeres mismas interiorizaron estas actitudes y creían en ellas o las aceptaban
.- La Iglesia católica, que
ejerció un poder omnímodo sobre el mundo feudal y constituyó la única
institución educativa hasta los albores del capitalismo, fue la primera en
predicar que la opresión de la mujer era algo “natural”, puesto que en el
Génesis se dice que tiene que vivir sometida a la autoridad del hombre.
Otro ejemplo, los Diez Mandamientos del Antiguo
Testamento no se refieren, en realidad, más que al varón, mencionándose a la
mujer solamente en el noveno “no desearás…), confundida con los criados y los
animales domésticos.
Según el cristianismo, la mujer dependía del hombre
no sólo porque fue creada de una de las costillas de éste, sino también porque
se hizo “pecadora”, corruptora que trajo todos los males a la Tierra , sobre cuyas
premisas se fundamentaron las doctrinas misantrópicas de la continencia y la
negación a la carne.
La mujer estaba considerada como apóstol del diablo
y como amenaza potencial para los intereses espirituales del hombre. De modo
que, durante el auge del romanticismo y la caballerosidad hacia la mujer, se
cometieron discriminaciones tan brutales como el uso del cinturón de castidad.
Los romanceros dan cuenta de que los caballeros,
antes de partir a las cruzadas, dejaban a sus mujeres en los conventos por
razones de honor.
Las mismas instituciones, encargadas de
tender un manto negro sobre la sexualidad femenina, se encargaron de pregonar
la idea de que la mujer decente no tenía sensaciones de placer sexual y que su
órgano genital era un orificio oscuro y sucio, que no debía mirarse ni tocarse.
Y así ¿hasta cuándo?
Hasta ayer mismo.
“La mujer en la casa y con la
“pata” quebrada.
La teoría de las tres C:
“La mujer tiene que ser Dama
en la Calle ,
Señora en la Casa
y Puta en la Cama ”
O la teoría de las tres K: KINDER (niños), KÜCHE
(cocina) y KIRCHE (iglesia) que la sociedad conservadora alemana reservaba a la
mujer.
Papel que Hitler y su movimiento harán suyos –al
menos los dos primeros- como reacción a la libertad y emancipación de Weimar.
2.- Los niños. El colectivo
más inerme, en el que el padre, tras la obligación de criarlos, le proporciona
mano de obra para mantener e incrementar su hacienda. Niños que. en la Antigua Grecia , eran usados para
goce sexual de los adultos pues la pederastia era comúnmente admitida como
práctica sexual normal y natural
3.- Los esclavos. Seres
humanos, pero no personas (sin derechos y sin dignidad), poco más que un
cuadrúpedo para las labores agrícolas. Un bípedo laboral, propiedad del dueño-varón,
que podía disponer de ellos a su antojo. Con derecho de vida y muerte sobre
ellos, y que si no los mataba era porque, igual que no se mata a un buey o a un
burro, porque son útiles para el trabajo, lo mismo ocurría con los esclavos.
La verdad es que, en teoría.
es cómodo obedecer para evitar remordimientos de conciencia si la orden ha sido
equivocada.
En el Juicio de Nuremberg el
argumento fundamental de la defensa de los implicados en los campos de
concentración era que: “nosotros obedecíamos órdenes”.
El que tiene que optar por
hacer una cosa u otra, siempre se plantea si acierta o no en la elección,
porque puede apostar por la opción equivocada.
En general, en la sociedad,
hay personas propensas a mandar y personas propensas a obedecer.
Son las relaciones de
dominación, que están presentes en la mayoría de las relaciones humanas.
Es más, se educa en forma de
dominación. La palabra del profesor es “palabra de Dios” y todos los alumnos
deben obedecerla.
Igualmente la palabra de los
padres, no en vano uno de los Mandamientos de la ley de Dios, en concreto el
cuarto: “honrarás a tu padre y a tu madre”, obedeciéndolos hasta la mayoría de
edad y mientras conviva en el domicilio paterno.
Ya hemos mencionado que sólo
un Mandamiento se refiere a la mujer y sólo como objeto de deseo (en el mismo
nivel que el buey, la casa, el arado,…objetos en propiedad del varón).
He dejado escrito, varias
veces, que la mujer, siempre, sólo ha sido un ser “relativo”, “en relación
con”.
Ha sido “la hija de…”, “la
esposa de”… “la madre de…” “la hermana de…”..
“A mi juicio las mujeres son educadas
para la sumisión. Si no ahora, sí hace 20 ó 30 años. Algunas se rebelarán, o
no. Algunas se aguantarán mejor o peor, pero el propósito de la sociedad era
tenerlas bajo la sumisión, como todavía es el propósito de la Iglesia ”
No ha mucho tiempo (hoy ya
no, gracias a Dios) que las madres, ante la queja o el anuncio de maltrato de
la hija por su marido, la respuesta era: “tú, aguanta hija, tú, aguanta”,
considerando que el divorcio o la separación era peor que aguantar el maltrato.
Hasta no hace tanto tiempo
que el varón se creía ostentar el derecho de propiedad sobre la mujer y el “la
maté porque era mía” ante cualquier leve falta era considerada normal.
Todos sabemos que “la cana al
aire” no tenía relevancia alguna cuando era el varón el que la echaba, incluso
era un motivo de orgullo. No así la mujer, que podía ser repudiada, denunciada
y condenada.
“Hay personas que prefieren ser
sometidas porque eso les da una gran libertad, el no preocuparse de nada. Es la
misma sumisión del monje en el convento, que se desentiende de todo y sólo
considera lo que a él le interesa, que es rezar, meditar. Vive en una paz
total, producto de su sumisión. Y, al contrario, hay gente que necesita mandar
por encima de los quebraderos de cabeza que le ocasione”.
Quien más y mejor ejerce la
misión de mandar es la jerarquía eclesiástica, que se considera la única
autorizada al interpretar adecuadamente la Palabra de Dios, al mandar en nombre de Dios.
Y los fieles creyentes no han
solido cuestionarlo.
Hasta ahora. Porque ahora no
sólo se lo cuestiona sino que, sencillamente, no se le hace caso.
Los religiosos que hoy luchan
contra la pobreza, por los pobres, son ajenos a las órdenes vaticanas.
Son los Teólogos de la Liberación , que miran
hacia abajo, y que cuando miran hacia arriba ven a Jesús de Nazaret, no al
eventual ocupante del Vaticano o del Palacio Episcopal.
Y la enseñanza, exceptuando
el pequeño período republicano, ha estado en manos de la Iglesia , de las distintas
Órdenes Religiosas.
Incluso hoy, ahora mismo,
aunque en la Constitución
de 1.978 España sea considerada “no confesional”, la religión católica sigue
luchando, y consiguiendo estar presente en las aulas, con su moral y sus
dogmas.
Lo que supone una
incongruencia.
“Nos educan para ser dóciles. Para ser
domesticados por el poder, el que sea, el poder laico o el religioso (o los
dos). El dogma tiene miedo de la imaginación individual y del placer, y por eso
los condena”
Durante toda la época
franquista la Iglesia
y el Estado han estado compinchados, mezclados, confundidos, amparándose,
cubriéndose mutuamente.
Desobedecer las órdenes serán
consideradas pecado y delito, por lo que llevan aparejado el castigo, eterno o
temporal, multa o cárcel.
Tú me das el monopolio
religioso y moral y yo me instalo en la conciencia de los súbditos y no
cuestionarán ni las órdenes ni la autoridad.
¿Os imagináis a un sádico y a
un masoquista, juntos?
“Cuando el sumiso se encara con el
fuerte, retándole a que le degrade, y el fuerte reacciona maltratando y
humillando, hace precisamente lo que desea el sumiso. Es decir, le obedece, se
convierte en su instrumento, aunque crea que está dominando…”
Relaciones de dominio, no
relaciones entre iguales.
Así son la mayoría de las
relaciones humanas, relaciones de dominio y de sumisión.
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