domingo, 1 de enero de 2017

ACOMPAÑANDO A J.L. SAMPEDRO (12) DEMOCRACIA

DEMOCRACIA.
  
“¡Ah!, ¿pero vivimos en democracia? Lo pregunto porque no veo que mande el pueblo. Las democracias, como el mercado, del que son la expresión política, están manipuladas. Importa repetirlo ahora, y aquí, porque en España la combinación de una mayoría absoluta con las listas electorales cerradas ha conducido a un poder autoritario. Así y todo, lo prefiero a la dictadura porque ofrece, institucionalmente, maneras de cambiar, aunque perturbadas por dicha manipulación”

Cuando Sampedro escribe esto es cuando el PP ha sacado mayoría absoluta y legisla como le da la gana, con su rodillo parlamentario. Y así aprueba, contra todo el Parlamento restante, la Ley Mordaza, la de la Reforma Laboral,…
Pero como, al revés que las dictaduras, “institucionalmente”, cada cuatro años hay elecciones, en éstas posteriores no ha repetido la mayoría absoluta y el Parlamento, contra el PP (mayoría minoritaria), está cuestionando y, posiblemente, derogando o, al menos, modificando, las leyes aprobadas por el rodillo parlamentario.

En el Prólogo de “Indignados”, de Stphane Hessel, en 2.011 (famoso en el 15 M), sigue Sampedro preguntándose:

Esto es Europa, cuna de culturas. Sí, ése es el escenario y su decorado. Pero ¿de verdad estamos en una democracia? ¿De verdad, bajo ese nombre, gobiernan los pueblos de muchos países? ¿O hace tiempo se ha evolucionado de otro modo?”

Y si es verdad que la democracia (palabra griega) ya se inventó y se puso en práctica en Atenas, lo cierto es que duró poco. Porque, luego llegó Alejandro Magno y su Imperio Helenístico, y luego Roma y su Imperio Romano, y luego los bárbaros y sus reyes (visigodos, ostrogodos, francos, alamanes,…) y siguió el Feudalismo, continuado con las Monarquías Absolutas, y hubo que esperar a que, a finales del XVIII, la Revolución Francesa, la iniciara y todos fuéramos a la zaga, a su sombra y copiando, o mal copiando, la Ilustración.

En España, ni con La PEPA, de 1.812, y hubo que esperar a la nascitura Primera República, que murió bebé, y luego la Segunda República, sobre la que acabo de escribir muchos artículos y que acabó como acabó, con la dictadura de Franco y el Franquismo durante 40 años, hasta la Constitución de 1.978, con la que seguimos rigiéndonos.

Sobre la Democracia española tengo publicado en mi blog 4 capítulos con el título de “Democracia Morbosa” (preguntárselo a Google)

Sampedro se pregunta si, una vez inventada la democracia, habrá que “reinventarla”:

“(…) Dicho en otras palabras: también hay que reinventar la democracia y, en general, hay que corregir el nefasto desequilibrio de la sociedad mundial consistente en un desfase entre la avanzada tecnología del siglo XXI y unas instituciones políticas heredadas del siglo XVIII e incapaces de encauzar la aceleración científica y los conflictos derivados. Disponemos de medios técnicos del más alto poder y eficacia pero no los aplicamos a fines humanos que beneficien a todos y no sólo a la economía desaforada de unos cuantos globalizadores.

Reinventar ese equilibrio global es la tarea más grave y más urgente en este mundo ya secularizado y sin brújula válida”

Nadie pone en duda, y es un hecho, que los descubrimientos científicos y los avances técnicos y tecnológicos, se expanden por todo el mundo, están cada vez más globalizados (desde las vacunas a la infraestructura de extracción, conducción y transformación del petróleo, desde la televisión y el ordenador a los medios de transporte, etc. etc. etc.).
Pero la “democracia” como la mejor forma (o, la forma menos mala) de gobernarse los pueblos sólo está vigente, y con peculiaridades muy especiales, sólo –digo- en una parte de la geografía terrestre.

Así como los Derechos Humanos son unos ideales dignos de estar vigentes, puestos en práctica, en toda la humanidad (pero que sólo lo están en una pequeña parte de ella, y a su manera) igualmente la Democracia, como forma de gobernarse los pueblos es la más digna de estar globalizada, de ser universal y regir en todas las sociedades.

¿Por qué y hasta qué punto el Capitalismo (aunque sea el Capitalismo Domesticado y ya no Salvaje) está muy interesado en la expansión científico-técnico-tecnológica, con todos sus productos y no está tan interesado en la vigencia de los sistemas democráticos en todo el mundo? Pues, sencillamente, porque es más fácil sobornar a un dictador que a todo un pueblo.

Hasta el Evangelio, en otro ámbito, lo afirma: “no conviene echar el vino nuevo en odres viejos” (algo con lo que hoy los enólogos están en total desacuerdo).
Igualmente –y reafirmando los dicho por Sampedro- ¿cómo es posible seguir con un sistema político antiguo, con unos moldes democráticos viejos, sin mucha variación desde que se inventó a finales del XVIII, con los nuevos contenidos, no sólo científico-técnicos también morales laicos y éticos de los Derechos Humanos?

Tendremos que re-inventar la democracia en la que quepan y en la que puedan desarrollarse los nuevos valores.

En una de sus obras y en boca de sus personajes vuelve Sampedro a insistir en el tema:

“…Si los pueblos se manifiestan en bloque por la paz, y sus  gobiernos persisten en forzarles a la guerra, ¿dónde está la democracia? ¿Gobierno del pueblo? ¡Pero si el pueblo no puede ni siquiera decir lo que quiere, dado que los ricos tienen la televisión, la radio, los periódicos,…! Sí, aquí mismo, en estas democracias, tiene (el pueblo) que echarse a la calle para que se le oiga clamar contra la guerra¡”

Y me vienen a la mente dos escena: la del Trío de las Azores, y sus “armas de destrucción masiva” (que nunca existieron y que ellos afirmaron por activa, por pasiva, por perifrástica activa y por perifrástica pasiva, que sí las había y lo repetían, machaconamente, en todos sus medios voceros de comunicación) y el “No a la guerra” aquí, junto a mi casa, en la torre de la Térmica, que he estado viendo ese grito gráfico constantemente, así como todas las manifestaciones habidas y por haber del pueblo pero que las tres democracias, y sus parlamentos, aprobarían la intervención, con todas las catastróficas consecuencias, que aún perduran.

Sólo uno de los tres ha pedido perdón, y reconociéndolo públicamente, tanto de la falsedad como de la mentira; el otro es incapaz de hacer eso, porque no creo que sepa qué son esas cosas llamadas “falsedad” y “mentira” y el nuestro, Aznar. ¿Qué queréis que os diga? Si escribiera lo que pienso quizá me aplicasen la ley mordaza y me encerrasen.

Los pueblos gritando NO a la guerra y las democracias (“gobiernos del pueblo y para el pueblo”), a través de sus dirigentes haciendo lo contrario, el SÍ a la guerra.

¿Habrá que reinventar la democracia?


No me preguntéis cómo, si lo supiera me montaría en un Rocinante moderno y “con lanza en ristre”, me lanzaría contra los nuevos molinos del Congreso y del Senado (en el que, contradictoriamente, hay pocos “viejos, por lo tanto, pocos sabios”).

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