A medida que fue
desapareciendo la creencia en los milagros en el curso de la naturaleza,
también fue desapareciendo la fe en la brujería, que no es que fuera refutada,
con pruebas, simplemente dejó de parecer digna de examen.
En el estudio de las
enfermedades del cuerpo humano nada era posible, científicamente, sin la Anatomía y la Fisiología , y éstas no
eran posibles sin la disección, a la que se oponía la Iglesia.
Vesalio, el primero que
practicó una anatomía científica logró escapar a la censura oficial, por un
tiempo, porque era médico del Emperador Carlos V, quien temía que sufriera
deterioro su salud si se le privaba de su médico de cabecera.
Pero su hijo y sucesor,
Felipe II, no vio razón para proteger a un sospechoso. Y Vesalio no pudo
obtener y disponer de más cuerpos para la disección.
Al ser preguntado Vesalio por
tal hueso contestó que nunca lo había encontrado.
Si Aristóteles (su Física
teleológica) fue un obstáculo para el surgimiento de la Física Moderna Mecanicista,
Galeno (su Medicina) lo fue para el progreso de la Medicina.
Los seguidores de Galeno
persiguieron a Vesalio con incansable hostilidad y, al fin, encontraron una
oportunidad para arruinarlo.
Mientras estaba examinando el
cadáver de un Grande de España se observó que el corazón (así lo atestiguaron
los perseguidores) mostraba algunos signos de vida bajo el bisturí, por lo que
sería acusado de asesinato y entregado a la Inquisición.
Por influencia del Rey se le
permitió hacer penitencia con una peregrinación a Tierra Santa.
Pero, a su regreso, naufragó
el barco y, aunque llegó a tierra, murió de agotamiento.
Pero su influencia
sobrevivió. Uno de sus discípulos fue Falopio, quien mostró que la única manera
de encontrar lo que hay en el cuerpo humano es “mirando” y “viendo”.
Pero eso era en los países
protestantes, porque en las Universidades Españolas la circulación de la sangre
era todavía negada a finales del XVIII y la disección no formaba parte de los
estudios médicos.
Los viejos prejuicios
teológicos se despertaban ante cualquier novedad.
La inoculación contra la
viruela desató una gran cantidad de protestas de los teólogos.
Hasta la Sorbona se pronunció en
contra.
Un clérigo anglicano afirmaba
que las pústulas de Job se debían, sin duda, a la inoculación por el Diablo, al
tiempo que varios ministros escoceses publicaron un manifiesto diciendo que “se
estaba tratando de desafiar el juicio divino”.
Pero fue tan notable la
disminución de muertes por viruela que los terrores teológicos no lograron
contrarrestar el temor a la enfermedad.
En 1.768 hasta la Emperatriz Catalina
y su hijo se dejaron inocular.
Los clérigos consideraban la
vacuna como “un insolente desafío a la voluntad misma de Dios”.
Todavía en 1.885 la parte
católica de Montreal, donde hubo un brote de viruela, se resistió a la vacuna
con el apoyo de su clero.
Un sacerdote afirmaba: “si
estamos afligidos por la viruela es porque tuvimos un carnaval, el último
invierno, festejando la carne, lo que ha ofendido al Señor”.
Seguía el clero despotricando
contra la vacuna, exhortando a los fieles a dedicarse a la oración y, sobre
todo, a rezar el santo rosario, con una gran procesión e invocaciones a la
virgen.
¿Y con el descubrimiento de
los anestésicos?
Cuando se recomendaba su uso
en el parto el clero esgrimía la
Biblia , cuando Dios dijo a Eva: “parirás con dolor a tus
hijos” (Génesis III, 16) y, con el cloroformo, al no sentir dolor, se iba
contra el mandamiento divino, aunque los defensores esgrimían que Dios había
sumido a Adán en un profundo sueño, cuando le extrajo su costilla.
Es enorme el daño que la Teología ha causado a la
humanidad, dando un carácter sagrado a prácticas venidas de edades más
ignorantes y bárbaras.
Pero es que la intromisión de
la teología sigue estando presente, como en el control de natalidad, la
legalización del aborto (al menos en ciertos respectos), la utilización del
preservativo, no sólo como método anticonceptivo, sino como prevención de
enfermedades.
Todos serían pecados
intrínsecamente malos, “contra natura”
Que el embrión tiene alma es
algo indudable para los teólogos.
Siempre la Teología interfiriendo en
la Medicina.
¿Quién puede pensar que sea
malo evitar enfermedades y epidemias mediante la sanidad y la higiene? Pues,
todavía, algunos siguen pensando y predicando que las enfermedades son enviadas
por Dios.
¿Solución? Confesarse,
arrepentirse y rezar.
(Extracto, comentado, de parte
de la obra de B. Russell “RELIGIÓN Y CIENCIA”)
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