Leo que ya hay más personas mayores de 65 años que menores de
15. Y esto sí que es para meditar.
Leo que el 25% de los españoles, ahora mismo, somos mayores
de 60 años y que cuando lleguen a esta edad los famosos niños del “baby boom”,
los nacidos durante la explosión demográfica de entre los años 1960 y 1975, el
% casi será el doble.
Nadie puede ni debe intentar, ni nosotros deberíamos
preocuparnos, y menos obsesionarnos, por vestir como jóvenes, por parecer
jóvenes, por actuar como jóvenes.
Que ser joven no es el ideal,
con el negro futuro que les espera por delante. ¿Para qué necesito yo jugar un
partido de fútbol a ritmo juvenil?. ¿Para qué necesito yo teñirme de negro mis
canas?. Reivindico mis canas, reivindico mis arrugas, reivindico mi cuerpo un
tanto deformado y ya no tan juvenil, reivindico la menor agilidad en los
movimientos, reivindico la ausencia de prisas, porque puedo salir diez minutos
antes para llegar siempre a tiempo. Porque todo eso es mío, me pertenece. Yo
soy yo en ellos. Sin ellos yo sería otro.
Y, como Unamuno, “yo quiero
ser yo y seguir siendo yo, así y no disfrazado”
Pero ¿por qué una mujer tiene
que aparentar tener menos años de los que tiene, si está estupenda para su
edad, y con la memoria tan cargada de
experiencias maravillosas?.
Hoy, a los 65, se puede empezar y terminar una carrera
universitaria, además por hobby, por el placer de saber; y se puede uno
divertir de mil maneras, y se puede viajar más y mejor que nunca y conocer lo
que nunca imaginaste que podrías conocer; y se puede tener amantes, ¡claro que
sí¡, y se puede uno casar y compartir la vida, incrementándola y coloreándola;
y se puede jugar al golf,….
Hoy, sí. Hoy podemos decir que existe otra vida tras los 60.
¡Por supuesto que sí¡.
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