Recorriendo la historia, comprobamos que la salida del feudalismo hacía el Estado Moderno se consigue cuando las Monarquías, apoyándose en la burguesía naciente, y con la ayuda de un ejército profesional, van siendo cada vez más potentes.
En Europa, poco a poco, y según naciones, van instalándose
las Monarquías absolutas, controlando el rey todos los asuntos de Estado y
ostentando un poder sin límites como para llegar a proclamar, alguno: “El
Estado soy yo”. O lo que es lo mismo, “mi voluntad es la ley”, “aquí mando sólo
yo” y “si juzgo que eres culpable, lo eres”.
Aunque, teóricamente, tuvieran que rendir cuentas o
solicitar la “venia” para asuntos concretos, ante unas Cortes, éstas vendidas o
compradas, pero siempre agradecidas, era difícil que le pusieran algún
impedimento. Sólo era un trámite, un “guardar las formas” (que, además, poco
costaba y quedaba uno bien).
Pero como todo tiene un límite fueron la Revoluciones
Liberales y, sobre todo, la Revolución Francesa (1.789) las que precipitaron la
caída del Antiguo Régimen, donde el Rey absoluto, la Nobleza privilegiada y la
Iglesia, siempre interesada en “tocar” poder para promocionarse e impedir que
sus adversarios religiosos pudieran hacerle la competencia, ostentaban todos los
poderes, mientras el pueblo llano, callaba, aunque no otorgase.
La Revolución Francesa sustituye el Antiguo Régimen por el
Estado Liberal que hoy conocemos, legitimado por la “voluntad soberana”
(Rousseau) y estructurado por la división de poderes (Montesquieu).
Estos principios: la voluntad popular y la división de
poderes, se verán reflejados en el marco legal de una Constitución y constituye
lo que hoy conocemos como “Estado de derecho”, que se convirtió en
“democrático” cuando, poco a poco, fue adoptándose el “sufragio universal”,
primero sólo para los varones, después, y a cuentagotas, también para las
mujeres.
“La Declaración Universal de los Derechos del hombre y del
ciudadano” no incluía a la mujeres, que no eran ciudadanas, por lo que Olimpia
de Gouges….
En el pensamiento político liberal es “el imperio de la ley”
el que garantiza la libertad, sin temor a un poder, individual, personal,
arbitrario e injusto.
Ya Kant había formulado tres principios para un Estado de
derecho:
1.- La
Libertad de cada individuo.
2.- La
Dependencia de todos respecto a una única legislación común.
3.- La
Igualdad de todos ante la ley.
En un principio, en el fondo, todo es sencillo.
El poder reside en el pueblo, éste vota y elige, los
elegidos legislan con mayoría absoluta, solos o en coalición, se elige a los
gobernantes y, posteriormente, los jueces juzgan si hay conductas discordes con
la ley para el justo y variado castigo.
Y todo esto, no para siempre, sino por períodos de tiempo,
que ya están en la legislación, a la finalización del cual el pueblo vuelve a
tomar la palabra y, de nuevo, decide quiénes son los que van a…
El legislador –dice Kant- en su tarea legislativa, y antes
de hacerlo, debe tener en cuenta este criterio: “lo que no puede decidir el pueblo
sobre sí mismo y sus componentes, tampoco puede decidirlo el soberano sobre el
pueblo”.
Que el legislador se ponga en el lugar del pueblo, que,
antes de legislar, calce los zapatos del otro y vea si es la mejor ley para él
(el pueblo).
Si Adam Smith ha pasado a la Historia como el padre del
Liberalismo Económico (que el Estado no intervenga en la economía, libertad
económica, de producción, de distribución, de mercado, fuera aduanas de
cualquier tipo, no control, iniciativa privada de quien quiera, de cómo quiera,
donde quiera,….) J. Locke ha pasado a la Historia como el padre del Liberalismo
Político.
El centro de atención alrededor del cual debe girar toda la
acción política es el individuo, que ciudadano y no súbdito, que debe ser libre
para optar en asuntos políticos, culturales, laborales, religiosos,….
El Estado, pues, debe garantizar los Derechos y Libertades
de los individuos con la protección de un marco legal Constitucional.
Cada cual, respetando la ley, y sin que los poderes públicos
intervengan ni interfieran, puede optar y perseguir los intereses que,
voluntariamente, elija.
Las funciones del Estado Liberal, con los individuos son,
básicamente:
1.- Proteger
la VIDA de todos sus miembros.
2.- Velar por
la SEGURIDAD.
3.- Reducir el
MIEDO y desterrar la INCERTIDUMBRE.
4.- Crear y
mantener la PAZ CIVIL
5.- Asegurar
el DERECHO DE PROPIEDAD.
6.- Facilitar
el COMERCIO.
En este Estado de derecho, mientras la tradición Liberal
incide más en la LIBERTAD, la tradición socialista hace más hincapié en la
IGUALDAD material.
Ambas, LIBERTAD-IGUALDAD, IGUALDAD-LIBERTAD, deben estar,
siempre, presentes El único matiz diferenciador es el mayor o menor peso que
unos u otros le den.
.- ¿Más
Cooperación o más Competencia?
.- ¿Más
Propiedad Colectiva o Propiedad Individual?
.- ¿Más
Intervención Estatal o más Iniciativa Privada?
.- ¿Más
Planificación Económica y Control Estatal de los Mercados o más Libertad
Económica y Mercantil?
Ambos SÍ, pero ¿de qué más?
Decir “Liberalismo Político” es decir “Democracia” (Ideal no
sólo Político, también Ideal Ético).
La “democracia” es una aspiración de casi todo el mundo.
Ella representa un conjunto de valores que casi todos desean
ver encarnados en sus países.
Democracia que ya se ensayó y se puso en práctica en aquella
alejada Atenas Ilustrada y que, tras muchos siglos de ausencia, ha renacido y,
muchas veces, no sin sangre.
Aunque no es igual discutir y decidir, directamente,
personalmente, en el Ágora, todos los ciudadanos libres (aunque no fueran todos
los atenienses, sino una minoría) que el método de nuestras democracias
actuales, con votación cada cuatro años, depositando una papeleta en una urna,
para optar por una lista, cerrada, a muchos de cuyos primeros espadas no
conozco (el alcalde de no sé que pueblo, que tiene peso en el partido pero al
que no le pongo cara ni sé de su competencia).
No soy libre para votar a personas que me representen sino a
quienes el partido impone y que si sale electo es porque está ahí y así, pero
que desconozco.
Una democracia, pues, representativa, no directa (tipo
ateniense). Lo que se hace imposible por la extensión del territorio como por
el número de ciudadanos con derecho al voto.
Pero lo que sí es verdad es que podría y debería hacerse de
otra manera.
Los diputados electos ingleses, todos los fines de semana,
están en su despacho en el distrito por el que ha sido elegido, recibiendo a
sus votantes, tomando nota de sus quejas, de sus peticiones, de sus problemas,…
y llevándoselos al Parlamento.
Nosotros, aquí, en nuestra democracia, sólo sueles ver a los
electos en campaña electoral, cuando quieren ser, por primera vez elegidos o
reelegidos.
Es verdad que “la soberanía reside en el pueblo”.
Y es verdad que “se elige por sufragio universal”
Pero los métodos son “manifiestamente mejorables”. Bastaría
cambiar la ley electoral. Algo que debería hacerse pero que no va a hacerse
porque los partidos mayoritarios y los partidos nacionalistas son los más
beneficiados.
De todas las maneras, la democracia encarna unos valores, más
allá de los procedimientos electorales.
El corazón, la cabeza, el alma, la esencia de la democracia
podríamos concretarlo en:
1.- IGUALDAD.
Todos los ciudadanos somos iguales, por el simple y mero hecho de ser personas,
igual de personas, con la misma dignidad, se sea mujer o varón, creyente o
ateo, culto o menos culto, joven, maduro o viejo,… Cada voto, de cada uno, vale
exactamente IGUAL.
2.- LIBERTAD,
por supuesto Interna, pero también LIBERTADES externas de todo tipo (de
pensamiento, de expresión, de residencia, de elección de pareja, de religión,
de movimientos,…. LIBERTADES que implican TOLERANCIA (porque el otro es igual
de libre que yo) y TOLERANCIA que implica PLURALISMO.
3.- EDUCACIÓN.
Obligatoria y gratuita para “todos” hasta llegar a la posibilidad de ejercer
voluntariamente la opción de seguir preparándote o de incorporarte al mercado
laboral.
“Democracia” e “incultura” son conceptos que se repelen
mutuamente.
4.- Justa
DISTRIBUCCIÓN de la RIQUEZA, suprimiendo o aminorando las escandalosas
diferencias, obligando a contribuir más a quienes más tienen, asegurando, para
todos, un nivel de vida digno, sin que nadie esté sumido en la miseria.
Si no se puede/no se debe exigir que “todos” vivan igual, sí
que haya un igual nivel mínimo digno para todos.
5.- RESPETO a
la LEY, mientras ésta esté en vigor, porque es la que el pueblo se ha dado a sí
mismo, pero que no es “intocable” porque puede ser “tocada” (abolida,
substituida, corregida, matizada,…)
Se supone que la Ley que los representantes del pueblo
imponen al pueblo (siendo ellos también “pueblo”) es la más justa y adecuada, y
no es el capricho o efecto de la arbitrariedad de uno o de varios.
Las leyes democráticas deben ser amadas por el pueblo,
porque son del pueblo y para el pueblo, más que temidas.
El Triunfo de la ley es garantía del desarrollo de una
sociedad.
6.- La
AUTORIDAD, necesaria para que la ley triunfe. Autoridad que ejerce el poder
pero que no es la autoridad definitiva, sino temporal, con posibilidad real de
alternancia.
7.-
ALTERNANCIA EN EL PODER.
La gente comete errores, sobre todo los que gobiernan,
porque se gobierna desde el presente, real, sobre el futuro, imprevisible e
inseguro. Y el gobernante puede equivocarse. Debe, pues, ser posible su
destitución, pero sin violencia y sin revolución, por el cauce de las urnas.
Son necesarias Instituciones que permitan cambiar a y de
gobernantes, y sin que el sistema se venga abajo.
El pueblo elige y es el que, en democracia, tiene la última
palabra para poner y quitar gobernantes, pero la autoridad elegida no tiene
“licencia para matar”, no tiene las manos libres para hacer y deshacer, sino
que debe estar sometida, constantemente, a sistemas de control.
Y cada X años a examinarse por la labor realizada, para
poder seguir, pudiendo ser desbancados.
Para que el control al gobernante sea efectivo es
imprescindible, en una democracia:
a.- La
División y Separación de poderes (lo que, casi siempre, es relativo, porque el
poder “ejecutivo” va a recaer en el partido elegido mayoritariamente que, bien
sólo o bien en coalición, va a ejercer el poder principal, el “legislativo”,
siendo no separados realmente.
Además, los componente de lo órganos máximos del tercer
poder, el “judicial”, son repartidos proporcionalmente al número de escaños, por
lo que el “poder que legisla” es el mismo que “ejecuta” y tiene en sus manos la
“justicia” última, a la que siempre se puede apelar.
¿Es lo más justo? Creo que no, pero….
b.- La
limitación temporal del mandato, que no siempre es práctica habitual, y que no
está expreso en todas las Constituciones.
c.- La opinión
pública, siempre a tener en cuenta, expresada por cualquier medio de
comunicación, a través de organizaciones profesionales, sindicales,
estudiantiles, sanitarias, de obreros,… o expresamente, en la calle, en
manifestaciones autorizadas y/o ejerciendo el derecho de huelga y
manifestación.
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