El “marxismo”, como “método”, con las matizaciones
correspondientes, siempre será válido.
Platón mismo intentó poner en práctica su utópica República
en Sicilia y terminó siendo él vendido como esclavo, aunque rescatado por un
antiguo alumno de su Academia.
Marx no pudo ni intentarlo, pero sí hubo líderes que, en el
siglo XX, lo llevaron a la práctica, con la Revolución, con la Dictadura del
Proletariado y la fase Socialista (URSS, Naciones al otro lado del telón de
acero, China, Cuba, algún país africano).
Si el gran pecado original, y que trajo la desgracia a la
humanidad, no fue el morder la manzana en el paraíso, sino el establecimiento
de la propiedad privada de los medios de producción en la Época Moderna,
bauticemos a la nueva criatura, a la nueva sociedad sin clases y con la
propiedad colectiva de los medios de producción.
Cuando en 1.989 cayó el Muro de Berlín, esa extraña frontera
de hormigón, de no sé cuantos cientos de kilómetros, levantada por la URSS,
pero levantada no para evitar la invasión de los países del Oeste, del infierno
capitalista, deseosos de domiciliarse en el nuevo paraíso terrestre socialista
(como pregonaba la publicidad estatal) sino para evitar la fuga, las riadas
masivas de los “nuevos adanes”, deseosos de pasar al “infierno capitalista”,
que era para ellos “el paraíso”.
A partir de mediado del siglo XX los países socialistas del
Este abandonaban, con sangre, a su patrón, la URSS y, apostatando, van
occidentalizándose, capitalizándose.
En 1.991 se disolvió, misteriosamente, la Unión Soviética.
El “marxismo oficial puesto en práctica” entraba en proceso
de descomposición.
Intentar ser “marxiano” en el siglo XX era una impostura.
Si Marx había previsto que sería en los países
industrializados y altamente tecnificados donde se produciría la rebelión de
los trabajadores y la Revolución proletaria se puso en práctica en un país no
industrial, sino agrícola, y sin apenas tecnología, en régimen de servidumbre o
semiservidumbre, de señores y amos tradicionales pero no capitalistas….
No era la Rusia de Lenin, Stalin y sucesores (como tampoco
lo era la China de Mao), porque en ninguno de ellos se daban las condiciones
previstas por Marx donde debería haberse sembrado el “marxismo”.
Si la Razón Ilustrada estaba llevando a sus límites la
economía y la sociedad, a la injusticia manifiesta, habría que pararle los pies
a la Diosa Razón con sus excesos, y eso sólo podían llevarlo a buen puerto los
asalariados de los países industriales, no los medievales agricultores rusos.
Y donde debería haber surgido, tras la implantación del
marxismo, el paraíso terrestre real, en los países capitalistas, en estos los
asalariados, sindicados, optaron por la negociación y el diálogo (“lucha de
razones” como “lucha de clases”) llegando a acuerdos más beneficiosos o menos
onerosos de los trabajadores (jornada laboral, salario familiar, seguro de
enfermedad y laboral, edad laboral, días de descanso,…) nada que ver con las
condiciones laborales de aquel capitalismo salvaje.
El capitalismo cedió en su salvajada y los trabajadores en
acabar con el capitalismo. Deseaban, y lo consiguieron, tomar parte en las ganancias.
Mientras que en los países de “marximización” (palabro) se
impuso la superstición, la violencia, la barbarie, la ausencia de libertad, la
falsedad y el engaño, además de la mentira.
Los países quedaban laboral y socialmente militarizados.
Entre “la libertad” y la “igualdad”, dijeron apostar por
ésta, recortando aquella, para que un día, en el futuro, ambas estuvieran en lo
más alto.
Occidente apostó por la “libertad” y “libertades”
interviniendo los gobiernos en ir corrigiendo la desigualdad y prohibiendo, por
ley, los abusos manifiestos del capital sobre los obreros.
Cuando leo que “las grandes previsiones marxistas no se
cumplieron” y que Marx, como profeta, fue un desastre, desmentido por la
historia, vuelvo a analizar a Marx y al Marxismo y no veo tales desastres.
Si Lenin, Stalin, Mao y demás vieron así al marxismo o es
que no se enteraron o es que, enterados, quisieron conseguir la cuadratura del
círculo, que fructificara una simiente, apta para una “tierra industrial”, en
una “tierra pedregosa agrícola”.
¿Por qué culpar al padre del error, por falta de
inteligencia o por maldad, del hijo?
Marx no se equivocó, sí lo hicieron los que así lo
interpretaron, los que lo llevaron a la práctica y, ni con violencia, torturas,
muertes, destierros a Siberia, barbarie,…y, a pesar de de todo ello, no lo
consiguieron, pero porque, así, no era “conseguible”.
Que los proyectos en nombre de Marx han fracasado es
evidente, pero esos no eran los proyectos de Marx.
Y cuando releo que “las grandes previsiones marxistas no se
cumplieron” me re-pregunto si eran esas, fracasadas, las previsiones marxistas,
y me respondo, que no.
Y es verdad que los proletarios no se han empobrecido pero
no por fallo de previsión de Marx, sino porque las condiciones del capital
cambiaron y los gobiernos intervinieron.
Lógico que en todos esos intentos de sembrar el marxismo se
levantaran dictaduras en vez de establecerse las democracias.
Si hay una expresión de “contradicción real” pero de “léxico
adecuado” es el de “República Democrática” (por ejemplo, alemana), porque era
una “dictadura elitista” con toda la parafernalia encubridora.
Si la explotación capitalista era, según Marx el segundo
gran pecado (vice-original, tras el original de la “propiedad privada” de los
medios de producción) de la humanidad y de este pecado el proletariado era
inocente y su inocencia lo conduciría a un reino de felicidad sin fin, cuando
la explotación deja de ser salvaje o es menos salvaje, menos inhumana y a la
propiedad privada de los medios de producción no se la deja suelta,
salvajemente, para que entre en avalancha, al cambiar las condiciones, tiene
que cambiar lo condicionado.
Quien tiene nociones, aunque sean elementales, de lógica
matemática, sabe que el “modus ponens” siempre es correcto: ((si P à
Q) & P) àQ),
pero es una “falacia de negación de antecedente”: ((si P à
Q) & -P) à
-Q)
(Es verdad lógica, es correcto, que (si yo me llamo Tomás)
entonces (mi nombre empieza por T) y
como (me llamo Tomás) entonces mi nombre empieza por T.
Pero no es verdad lógica, es incorrecto que (si yo me llamo
Tomás) entonces (mi nombre empieza por T) pero como (NO me llamo Tomás)
entonces…. ¿entonces, qué?, aunque no me llame Tomás puedo llamarme Teófifo, o
Teodoro, o Teodorico, o Teobaldo…. Y empezaría mi nombre, igualmente por T.)
Si Marx afirma que “si se da A entonces tiene que darse B y
luego resulta que NO se da A….) ¿en que se equivocó Marx?
Dice Popper que: “en el Este, especialmente en la Unión
Soviética, el marxismo reinó sin piedad, con poderes dictatoriales, basados en
una ideología poderosa que se apoyaba sobre un arsenal de mentiras”.
Y esto seguro que es verdad.
¿Se le puede, todo ello, echar en cara a Marx?
El mismo Popper afirma: “el capitalismo que Marx analizó
nunca ha existido en la tierra. Jamás existió una sociedad que tuviese en su
estructura la tendencia descrita por Marx al empobrecimiento creciente. Es
cierto que los comienzos de la industrialización fueron terriblemente duros
pero ésta supuso, también, un aumento de la productividad que iría, más pronto
o más tarde, a las masas. El cuadro histórico de Marx y su profecía no sólo son
falsos sino imposibles: no se puede producir en masa para un sector decreciente
de capitalistas ricos. Por tanto, el capitalismo, tal y como lo entendía Marx,
es una construcción mental imposible, es una falacia”
Pues este humilde junta letras afirma que Popper no ha
interpretado adecuadamente a Marx.
Si el capitalismo seguía siendo tal capitalismo, acaparando
cada vez más y más plusvalía, enriqueciéndose más, el valor de lo trabajado,
siempre creciendo y creciendo a medida que va cada vez más mecanizándose,
entonces el valor del trabajo tiene que ir decreciendo, la distancia entre
capital y trabajo tiene que ir en aumento, luego el pobre cada vez es más pobre
porque el rico cada vez es más rico.
¿Que el capitalismo deja de ser tal capitalismo? Nada que
decir contra Marx si el capitalismo cambia y la distancia, entonces, disminuye.
Creo que fue, precisamente, el marxismo quien sacó a la luz
las injusticias de las que, enseguida, se dio cuenta el capitalismo. Que, si
todo seguía igual, la tendencia era esa, e intentó paliarlas.
Interpretemos correctamente este aserto de Marx: “La última
palabra de la ciencia social será siempre lucha o muerte, guerra sangrienta o
nada”, a lo que habría que añadir: “a no ser que ninguno de los contendientes
quiera y decida no guerrear con las armas (explotación y huelgas) y sí con las
palabras (guerra de razones), diálogo y negociación.
Y eso fue lo que ocurrió en el mundo capitalista.
Un marxista, disfrazado de comunista utópico, con buena
planta y de palabra fácil, es capaz de engatusar, como buen sofista, a
cualquier ingenuo que identifica los fuegos artificiales con el fuego real. No
sería un buen marxista, un honesto marxista.
Quienes dieron el toque de atención a los capitalistas, no
fueron otros más que los marxistas.
Posteriormente, ciertas élites (Sartre, Bernard Shaw, Bertold
Brecht, Ernst Bloch, Thomas Mann,…) intelectuales europeas, coquetearon con el
“marxismo ruso o maoísta o, actualmente, cubano”.
Como si estar contra la URSS fuera estar con Hitler, con el
fascismo, con la opresión burguesa,…
Pero a muchos de los entusiastas se le acabó el entusiasmo
cuando pudieron comprobar, in situ, que no había milagro, sino truco, a pesar
de que lo pasearon por avenidas con arboledas y no por cárceles siberianas, Gulags,…
¿Entre las Coreas del Norte y del Sur?, ¿Entre los cubanos
de Cuba y de Miami?, ¿Entre los Chinos en tiempo de Mao y Taiwán?, ¿Entre la
otrora República Soviética Estonia y la vecina Finlandia?
¡Qué bien lo retrató Orwell en su “Animal Farm”¡ Los cerdos
y demás animales, la rebelión en la granja.
Y tras la caída del Muro de Berlín, 1.991, se hicieron
visibles las vergüenzas de todo tipo que el Muro y la Propaganda intentaban
negar y ocultar.
Lo que no lleva a la adoración de nuestra sociedad
capitalista.
¿Y Marx?
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