“Ni contigo, ni sin ti
Tienen mis
males remedio.
Contigo,
porque me matas.
Sin ti, porque
yo me muero”.
Y era verdad.
Si no trabajo no cobro y, sin ti, me muero de hambre.
Si trabajo, y contigo, salario de subsistencia, voy
muriéndome de inanición.
De todos modos (dilema) “me muero”
Y, mientras me muero o no me muero, con el ridículo salario
equivalente a las calorías quemadas al trabajar, estoy “cebando” y haciendo
crecer a mi “verdugo”, a mi patrón, incrementando su capital, con el capital
añadido que la plusvalía que produzco suma a su ya capital constante.
Pero si mi “verdugo” está enfermo, por dentro, con
metástasis que, antes o después, acabará con él, ¿qué hago? ¿Espero a ver pasar
su cadáver, si yo todavía sobrevivo? o ¿acelero su muerte?
Es verdad que el “condenado a morir”, el obrero, está fortaleciendo a su verdugo, pero también
es verdad que el asalariado puede convertirse en “verdugo” de su “verdugo”.
Es la lucha de clases, que hay que activar y reactivar para
ganar finalmente la guerra aunque, por el camino, vaya perdiendo batallas.
“El Capital” era la mejor radiografía del capitalismo tal
como estaba desarrollándose en el XIX.
Un capitalismo salvaje, con una ley de la selva, en la que
se intenta devorar a sus competidores/contrincantes para quedarse con el
monopolio de ese tipo de producto, convirtiéndolos en asalariados,
ensanchándose la pirámide por su base, a la que van accediendo los pequeños
capitalistas, arruinados en la competición por el ganador, y reduciéndose la
altura de la misma.
Cada vez más capital, al haber más plusvalías, y quedándose
en menos manos.
Esa es la ley del mercado, dejado a su aire.
Quien pueda producir más, mejor y más de prisa arruinará a
los que produzcan menos, peor y más lentamente.
Podrá arruinarlos porque a él le cuesta menos el producto,
pero en el mercado vale, al menos, igual.
Incluso él puede venderlo más barato, ganando menos en cada
producto, pero que al vender muchos más productos,….
Esa es la ley de la selva, la del capitalismo salvaje, ganar
más pagando menos.
¿Y si el capitalismo deja de ser salvaje y se domestica,
deja de ser tan inhumano?
Entonces el problema será otro.
Lo que Marx afirmaba era: “si el capitalismo salvaje sigue
siendo capitalismo salvaje, tal como estaba desarrollándose entonces, la meta
final es su autodestrucción y el obrero puede cooperar a que ésta se produzca
cuanto antes”.
Y el capitalismo cambió. No que fuera humano, se dio cuenta
que tenía que ser menos inhumano, pero no por sus asalariados, sino por él
mismo, por su bien.
¿Qué sentido tiene saturar el mercado con productos si no
hay nadie que pueda comprarlos porque sus salarios son salarios de
subsistencia?
Al capitalista le interesa que al trabajador le sobre de su
salario de subsistencia para que pueda comprar, en el mercado, los productos
del patrón.
Si la plusvalía ya no va toda al capital sino que parte de
ella va al obrero cuyo salario va más allá del “salario de subsistencia”, es lo
que no se contempla en la teoría de Marx.
Más aun, en sí mismo, parece absurdo que quien sólo piense
en ganar y crecer, como el capitalista, renuncie a una parte de su ganancia.
Eso no está en las coordenadas del capitalista.
Lo que Marx afirmaba era: SI esto sigue así…..y creciendo y
creciendo….entonces…..ocurrirá esto, una situación explosiva y ocurrirá la
explosión”.
¿Pero y si no?
Entonces es otro problema el que surge.
Si yo voy al mercado con 3 sacos de patatas, en cada saco 80
kilos, y cada kilo se vende a 1 euro à (si lo vendo todo)
habré obtenido 240 Euros.
Pero y si en vez de 3 sacos llevo 8, y en vez de patatas
llevo chirimoyas, y en vez de a 1 euro el kilo lo vendo a 3 à….
Problema a resolver sigue habiendo, pero al cambiar las
condiciones cambia todo lo condicionado, tanto lo intermedio como el final.
¿Que Marx fue un desastre como profeta? Marx nunca dijo ser
médico ni cirujano ni enterrador. Era un radiólogo de la metástasis interna del
capitalismo que, si seguía así, y creciendo, terminaría en la muerte.
Y, efectivamente, en el mundo capitalista, que era donde
debería producirse la revolución, en un sistema industrializado, antes de
llegar a la Revolución Proletaria, los obreros, agrupados en sindicatos, optaron
por una “evolución y un cambio de las condiciones de trabajo y de salario”.
Consiguen una jornada laboral más reducida, mejores
condiciones de trabajo, más salario (un salario familiar, y no sólo
individual), no despido en caso de accidente laboral,…
Y lo que habría sucedido si todo hubiera sido como antes y
el capitalismo hubiera sido capitalismo-capitalismo (salvaje), no sucedió. Pero
no porque Marx se equivocase, es porque las condiciones cambiaron, por lo
tanto…
Por lo tanto, como les decía y les repetía a mis alumnos,
“se puede seguir siendo marxista” pero “no se puede ser marxiano”.
Sería estrambótico, fuera de lugar y de tiempo (utópico y
ucrónico) que alguien intentara resucitar las medidas marxianas en una sociedad
que ha dejado de ser capitalista-capitalista.
Que haya una enseñanza generalizada y gratuita, y una
sanidad, y unas jubilaciones, y unas asistencias sociales, y bienes comunales a
disposición de los ciudadanos, y seguros de enfermedad y de accidentes, y
jornadas de 36 horas semanales, con vacaciones anuales pagadas, con becas de
estudio para los hijos, etc. etc. etc.…. Toto esto no entraba en las
coordenadas del capitalismo-capitalismo.
La sociedad no volvió a ser como antes ni tampoco como Marx
preveía si….
Como veremos en la entrada siguiente, si Marx hubiera
levantado la cabeza, saliendo de su tumba, y viendo dónde, en qué países, se
intentó aplicar y seguir su doctrina, habríase muerto del susto, de risa, de
pena, o de…. pero habríase muerto otra vez.
Pero ¿y si interpretamos a Marx desde la Filosofía más que
desde la ciencia?
¿No es verdad que la economía sigue siendo la base (aunque
no sola, pero sí la fundamental), la infraestructura de toda sociedad y que
según ella sea….?
¿No es verdad que los productos son plasmaciones externas
del trabajador que pone en ellos su trabajo, que es su esencia?
¿No es verdad que es una alienación que un trabajador, que
cobra por producir un producto (luego mercancía), que parte de su vida está
impresa en ese producto, se compre a sí mismo, al comprar ese producto?
Si no una determinación económica de la sociedad sí el
condicionamiento más fundamental, aunque haya que contar con la cultura, con la
religión, con la moral,…
Se da una retroalimentación entre todos los factores, pero
el fundamental…
Si la ideología fue sólo una cortina de humo que ocultaba la
realidad, hoy nadie duda del influjo de ella, algo más que cortina.
Pensemos en cómo el marxismo ha inspirado, y sigue
inspirando, el activismo político.
Igualmente, no sólo las fuerzas impersonales son las que
determinan el curso de la historia, también las personas, ahí están Lenin,
Stalin, Mao o el aún vivo Fidel Castro.
Posteriormente, muchos han ido cayéndose del burro.
Porque es verdad que la “vida” condiciona (no determina) la
conciencia, pero también es verdad que la “la conciencia de clase” condiciona
(aunque no determine) la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario