miércoles, 1 de enero de 2014

5.5.3 TEORÍAS DEL PACTO: ROUSSEAU.


 
¿Qué decir de este ginebrino, ya del siglo XVIII, errante religioso y geográfico, desagradecido, paranoico, creador y promotor de una pedagogía activa, en la que el niño debe tomar la iniciativa de su aprendizaje no teórico sino en contacto con la naturaleza, con las cosas, con la realidad (no con las ideas y teorías) y a través de la experiencia, en la que el maestro no debe imbuirle idea alguna sino sólo “arrimar” los materiales que solicite y que necesite, que propone educar el sentimiento junto a la razón, para lograr el surgimiento de una persona equilibrada, en armonía, libre, que escribe una genial obra pedagógica, El Emilio, pero que, tras tener cinco hijos con su criada, compañera toda la vida, los abandona y acaban en un hospicio?

Gran teórico de la pedagogía, mal pedagogo práctico, que escribe sus Confesiones, autobiográficas, y que contienen “más pecado, menos filosofía y ninguna plegaria”.

Moriría pobre y denigrado (hay quien afirma que se suicidó)

A contrapelo de todo el optimismo ilustrado de los enciclopedistas despotricará contra la civilización occidental, arremetiendo contra las Artes y las Ciencias cuyo efecto es ruinoso para la humanidad, obra que es premiada en un concurso sobre “la influencia (se supone que positiva) que las Artes y las Ciencias tienen sobre la sociedad” y que cuatro años después escribirá el “Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres”, donde afirmaba que “el hombre es bueno por naturaleza pero que las instituciones lo corrompían.

Exaltaban, así, “el mito del buen salvaje”, cuya sencilla bondad avergonzaba al hombre civilizado.

El Contrato Social es de fácil lectura, como corresponde a la obra de un filósofo que era también un novelista de éxito.

Sus primeras palabras del libro son memorables (aunque equívocas): “El hombre nace libre y, sin embargo, por doquiera se encuentra encadenado. Más de uno cree ser el amo de otros cuando, en realidad, es no menos esclavo que ellos”.

Los seres humanos primitivos vivían en “estado de naturaleza”, libres e iguales, regidos por sus sentimientos y en perfecta armonía consigo mismo y con su hábitat natural.

A partir de dicho estado y, debido al surgimiento de la actividad reflexiva y racional, se desarrolló la propiedad privada, las artes, el lenguaje intencional, el derecho y otras instituciones, que dieron lugar al “estado de sociedad”.

Pero, con el surgimiento de todas aquellas actividades y el establecimiento de la sociedad, desapreció la bondad natural de los seres humanos, y éstos se hicieron malos: “la sociedad corrompe a los hombres”.

“Entre el derecho del más fuerte y el derecho del primer ocupante surgió un perfecto conflicto que no concluía sino por combates y homicidios. La naciente sociedad dio lugar al estado de guerra más terrible. El género humano, desolado y envilecido, no pudiendo volver sobre sus pasos ni renunciar a las desgraciadas adquisiciones que habían hecho, y no trabajando sino en su venganza…”

El género humano debe, pues, llevar una vida lo mas parecida posible al “estado de naturaleza perdido”, debe acercarse lo más posible a dicho estado en que los ciudadanos posean costumbres sencillas y sean tolerantes, en la que exista cierta igualdad de derechos y obligaciones, y los egoísmos e intereses particulares se vean atenuados por el desarrollo de ciertos sentimientos humanitarios comunes.

¿Cómo recuperar, en la medida de lo posible aquella “libertad natural” perdida? Por medio del Contrato Social, de acuerdo con el cual podemos “encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con toda la fuerza común a la persona y a los bienes de cada asociado, por lo cual, uniéndose cada uno a todos, no obedezca, sin embargo más que a sí mismo y permanezca tan libre como antes. Tal es el problema fundamental cuya solución  da el contrato social”

Los lectores de las obras precedentes de Rousseau tienden a suponer que las cadenas son las creadas por las instituciones sociales, luego la manera de desencadenarse sería rechazar dichas instituciones.

No. El orden social está en la base de todos los demás derechos.

Las instituciones sociales (piensa ahora Rousseau) liberan más que esclavizan, pero “sencillémoslas” (palabro) no las hagamos aún más complicadas.

Al igual que sus antecesores cree que la sociedad nace cuando la vida en estado de naturaleza original se hace insoportable. Se redacta, entonces, un contrato social para garantizar que la fuerza de la comunidad entera se movilice para la protección de la persona y los bienes de cada uno de sus miembros.

Cada miembro ha de ceder todos sus derechos a la comunidad y a renunciar a cualquier reclamación ante ella.

Cómo puede el hombre, después de eso, seguir siendo igual de libre que antes si ha renunciado a favor de la comunidad….?

La solución está en la Teoría de la “voluntad general”

El Contrato social crea el Estado o Pueblo Soberano.

Cada individuo, como ciudadano, participa de la autoridad del soberano y, como súbdito, debe obediencia a las leyes del Estado.

El pueblo soberano es el que expresa la “voluntad general” y no puede tener, puesto que, realmente, no existe, sólo tiene una existencia moral, no al margen de los individuos, (no puede tener interés particular), no puede, pues, equivocarse al perseguir el bien público.

La voluntad de un individuo puede ir en contra de la voluntad general, pero el conjunto de la ciudadanía puede forzarlo a conformarse a ella (“lo cual no es sino decir que puede ser necesario obligar a un hombre a ser libre”)

Al hacer el Contrato Social los hombres pierden su “libertad natural” de poner las manos en todo aquello que les apetece, pero ganan “la libertad civil”, que permite la posesión estable de los bienes.

El Pueblo Soberano es una entidad abstracta, por tanto la teoría de la “voluntad general” no es que todo lo que el gobierno hace está bien hecho.

La “voluntad general” no es lo mismo que la “voluntad de todos”. Aquella sólo se preocupa del interés común, esta de los intereses particulares de cada uno.

Aceptando la “voluntad general” cada persona garantiza su libertad y la igualdad de todos los demás, pues la voluntad general incluye la de cada persona particular.

La deliberación de una Asamblea Popular, aunque sea unánime, no es infalible, pues cada votante puede ser un ignorante o estar condicionado.

La “voluntad general” puede identificarse mediante un plebiscito con dos condiciones: que cada votante esté lo suficientemente bien informado y que no haya comunicación alguna entre los votantes, para impedir la influencia y la creación de grupos o partidos que, por intereses concretos,….

Cada ciudadano debe pensar exclusivamente por sí mismo.

¿Pueden, acaso, cumplirse ninguna de las dos si los hombres tienen que aprender unos de otros e influenciarse entre ellos?

La soberanía del pueblo es indivisible, no habrá, pues, división de poderes.

Un gobierno es “un cuerpo intermedio establecido para que sirva de medio de comunicación entre súbditos y ciudadanos, encargado de legislar, de ejecutar las leyes y del mantenimiento de la libertad”.

Los gobernantes son empleados del Pueblo: el gobierno recibe del soberano las órdenes que transmite al pueblo.

Sin decantarse por ninguna forma de gobierno, ni de la democracia, en la práctica (aunque se le llame “padre de la democracia”).

“Si hubiera algo así como una nación de dioses, sería una democracia. Tan perfecta forma de gobierno no es adecuada para los hombres” (pensaba en la “democracia directa”)

Su forma ideal o preferida de gobierno sería una “aristocracia electiva”, “que los más sensatos gobiernen a las masas”.

Los ricos se encargarían de la mayoría de las tareas de gobierno (se supone que saben más y tienen más tiempo libre), aunque, de tiempo en tiempo hay que elegir a un pobre para gobernar, a fin de contentar al populacho.

Lo que parece una conclusión burguesa tras haber comenzado que “el hombre nace libre….”

Lo que no sé es por qué el Contrato Social fue visto como una amenaza por los poderes de la época y, al mismo tiempo, venerado como una Biblia por los revolucionarios que, al poco tiempo, iban a sustituirlos.

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