Gran teórico de la pedagogía, mal pedagogo práctico, que
escribe sus Confesiones, autobiográficas, y que contienen “más pecado, menos
filosofía y ninguna plegaria”.
Moriría pobre y denigrado (hay quien afirma que se suicidó)
A contrapelo de todo el optimismo ilustrado de los
enciclopedistas despotricará contra la civilización occidental, arremetiendo
contra las Artes y las Ciencias cuyo efecto es ruinoso para la humanidad, obra
que es premiada en un concurso sobre “la influencia (se supone que positiva)
que las Artes y las Ciencias tienen sobre la sociedad” y que cuatro años
después escribirá el “Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los
hombres”, donde afirmaba que “el hombre es bueno por naturaleza pero que las
instituciones lo corrompían.
Exaltaban, así, “el mito del buen salvaje”, cuya sencilla
bondad avergonzaba al hombre civilizado.
El Contrato Social es de fácil lectura, como corresponde a
la obra de un filósofo que era también un novelista de éxito.
Sus primeras palabras del libro son memorables (aunque
equívocas): “El hombre nace libre y, sin embargo, por doquiera se encuentra
encadenado. Más de uno cree ser el amo de otros cuando, en realidad, es no
menos esclavo que ellos”.
Los seres humanos primitivos vivían en “estado de
naturaleza”, libres e iguales, regidos por sus sentimientos y en perfecta
armonía consigo mismo y con su hábitat natural.
A partir de dicho estado y, debido al surgimiento de la
actividad reflexiva y racional, se desarrolló la propiedad privada, las artes,
el lenguaje intencional, el derecho y otras instituciones, que dieron lugar al
“estado de sociedad”.
Pero, con el surgimiento de todas aquellas actividades y el
establecimiento de la sociedad, desapreció la bondad natural de los seres
humanos, y éstos se hicieron malos: “la sociedad corrompe a los hombres”.
“Entre el derecho del más fuerte y el derecho del primer
ocupante surgió un perfecto conflicto que no concluía sino por combates y
homicidios. La naciente sociedad dio lugar al estado de guerra más terrible. El
género humano, desolado y envilecido, no pudiendo volver sobre sus pasos ni
renunciar a las desgraciadas adquisiciones que habían hecho, y no trabajando
sino en su venganza…”
El género humano debe, pues, llevar una vida lo mas parecida
posible al “estado de naturaleza perdido”, debe acercarse lo más posible a
dicho estado en que los ciudadanos posean costumbres sencillas y sean
tolerantes, en la que exista cierta igualdad de derechos y obligaciones, y los
egoísmos e intereses particulares se vean atenuados por el desarrollo de
ciertos sentimientos humanitarios comunes.
¿Cómo recuperar, en la medida de lo posible aquella
“libertad natural” perdida? Por medio del Contrato Social, de acuerdo con el
cual podemos “encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con toda
la fuerza común a la persona y a los bienes de cada asociado, por lo cual,
uniéndose cada uno a todos, no obedezca, sin embargo más que a sí mismo y
permanezca tan libre como antes. Tal es el problema fundamental cuya solución da el contrato social”
Los lectores de las obras precedentes de Rousseau tienden a
suponer que las cadenas son las creadas por las instituciones sociales, luego
la manera de desencadenarse sería rechazar dichas instituciones.
No. El orden social está en la base de todos los demás
derechos.
Las instituciones sociales (piensa ahora Rousseau) liberan
más que esclavizan, pero “sencillémoslas” (palabro) no las hagamos aún más
complicadas.
Al igual que sus antecesores cree que la sociedad nace
cuando la vida en estado de naturaleza original se hace insoportable. Se
redacta, entonces, un contrato social para garantizar que la fuerza de la
comunidad entera se movilice para la protección de la persona y los bienes de
cada uno de sus miembros.
Cada miembro ha de ceder todos sus derechos a la comunidad y
a renunciar a cualquier reclamación ante ella.
Cómo puede el hombre, después de eso, seguir siendo igual de
libre que antes si ha renunciado a favor de la comunidad….?
La solución está en la Teoría de la “voluntad general”
El Contrato social crea el Estado o Pueblo Soberano.
Cada individuo, como ciudadano, participa de la autoridad
del soberano y, como súbdito, debe obediencia a las leyes del Estado.
El pueblo soberano es el que expresa la “voluntad general” y
no puede tener, puesto que, realmente, no existe, sólo tiene una existencia
moral, no al margen de los individuos, (no puede tener interés particular), no
puede, pues, equivocarse al perseguir el bien público.
La voluntad de un individuo puede ir en contra de la
voluntad general, pero el conjunto de la ciudadanía puede forzarlo a
conformarse a ella (“lo cual no es sino decir que puede ser necesario obligar a
un hombre a ser libre”)
Al hacer el Contrato Social los hombres pierden su “libertad
natural” de poner las manos en todo aquello que les apetece, pero ganan “la
libertad civil”, que permite la posesión estable de los bienes.
El Pueblo Soberano es una entidad abstracta, por tanto la
teoría de la “voluntad general” no es que todo lo que el gobierno hace está
bien hecho.
La “voluntad general” no es lo mismo que la “voluntad de
todos”. Aquella sólo se preocupa del interés común, esta de los intereses
particulares de cada uno.
Aceptando la “voluntad general” cada persona garantiza su
libertad y la igualdad de todos los demás, pues la voluntad general incluye la
de cada persona particular.
La deliberación de una Asamblea Popular, aunque sea unánime,
no es infalible, pues cada votante puede ser un ignorante o estar condicionado.
La “voluntad general” puede identificarse mediante un
plebiscito con dos condiciones: que cada votante esté lo suficientemente bien
informado y que no haya comunicación alguna entre los votantes, para impedir la
influencia y la creación de grupos o partidos que, por intereses concretos,….
Cada ciudadano debe pensar exclusivamente por sí mismo.
¿Pueden, acaso, cumplirse ninguna de las dos si los hombres
tienen que aprender unos de otros e influenciarse entre ellos?
La soberanía del pueblo es indivisible, no habrá, pues,
división de poderes.
Un gobierno es “un cuerpo intermedio establecido para que
sirva de medio de comunicación entre súbditos y ciudadanos, encargado de
legislar, de ejecutar las leyes y del mantenimiento de la libertad”.
Los gobernantes son empleados del Pueblo: el gobierno recibe
del soberano las órdenes que transmite al pueblo.
Sin decantarse por ninguna forma de gobierno, ni de la
democracia, en la práctica (aunque se le llame “padre de la democracia”).
“Si hubiera algo así como una nación de dioses, sería una
democracia. Tan perfecta forma de gobierno no es adecuada para los hombres”
(pensaba en la “democracia directa”)
Su forma ideal o preferida de gobierno sería una
“aristocracia electiva”, “que los más sensatos gobiernen a las masas”.
Los ricos se encargarían de la mayoría de las tareas de
gobierno (se supone que saben más y tienen más tiempo libre), aunque, de tiempo
en tiempo hay que elegir a un pobre para gobernar, a fin de contentar al
populacho.
Lo que parece una conclusión burguesa tras haber comenzado
que “el hombre nace libre….”
Lo que no sé es por qué el Contrato Social fue visto como
una amenaza por los poderes de la época y, al mismo tiempo, venerado como una
Biblia por los revolucionarios que, al poco tiempo, iban a sustituirlos.
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