viernes, 27 de diciembre de 2013

Y...4-8- EL BIEN COMÚN.


 
“Todo cuanto el hombre hace, lo hace para ser feliz” –dice Aristóteles.

Pero también afirma que el hombre es un “zoon lokicon” (“razón” y “palabra (lenguaje simbólico”) y un “zoon politikon” (“animal de la polis, animal ciudadano, animal político”.

Y es que si mientras está en la edad pueril no hace falta que haga nada, por su cuenta, porque todo se lo dan ya hecho para cubrir/satisfacer todas sus necesidades que son nutricias y afectivas y para ello basta y sobra la madre, según va creciendo y acumulando edad el minúsculo círculo materno y el pequeño círculo familiar se hace insuficiente tanto para desarrollar sus posibilidades como para satisfacer sus nuevas y mayores necesidades.

Y ahí está la “polis”, la ciudad, capaz de cumplir, y con creces, esa nueva misión.

Pero la polis no va luchar por el bien individual de ese niño, sino por el bien común, de toda la polis, de la cual ese niño forma parte.

Lo que pertenece al “todo” del que formo parte. También me pertenece a mí como parte de ese todo.

La vida humana aislada sería inviable, de ahí, de esa necesidad, surge la sociedad. Y este todo tiene, también, una finalidad: “el bien común”, que consistirá en la ayuda mutua”

Desarrollando yo esa facultad que mejor domino y tú la que dominas mejor y cada uno la suya, del bien común resultante se beneficiará toda la sociedad.

¡Qué bien lo va expresando Platón el nacimiento de la sociedad en La República! Dedicación exclusiva a una actividad y como el resultado desbordará al propio sujeto actuante todos se beneficiarán de todos.

Todos deben colaborar en el empeño del bien común que va a consistir en crear las condiciones  necesarias para que todos, individuos, familias, instituciones varias puedan lograr su máximo desarrollo.

Somos deudores desde que nacemos, en primer lugar de quienes nos engendraron, de quienes nos criaron y nos acompañaron en nuestro crecimiento, pero también somos deudores de los familiares, de los amigos, de las instituciones en que nos incorporamos y, en última instancia, del todo, de la sociedad total.

De todos ellos somos deudores, a todos ellos debemos pagar.

Los estoicos decían que todo lo que la tierra produce pertenece a nadie en concreto sino al todo, a la sociedad, y que todos deberíamos, pues, aprovecharnos de ello, ser sus beneficiarios.

Y si la tierra produce no para sí, sino para los hombres, los hombres han sido engendrados por y para otros hombres, de manera que todos puedan servirse entre sí.

Dar de lo que se tiene, y sobra, y servirse de lo que se necesita, que es mucho.

Al referirnos al “bien común”, “al bienestar” en primer lugar hay que relacionarlo con los bienes materiales, porque sin ellos nuestra vida peligraría, y moriríamos.

Los bienes materiales no son los únicos bienes que necesitamos, pero sin ellos, nuestra condición de “seres vivos” no se cumple.

El alimento, el vestido, la vivienda,….son absolutamente “necesarios” para seguir siendo “animales”, pero no son suficientes para nuestra condición de “hombres”.

No decimos abundancia de recursos sino estrictamente los necesarios. No hay necesidad de palacios pero sí de refugios y/o casas, no de carne de ternera sino de pan, no de sedas y tafetanes sino de vestido con que cubrir nuestro cuerpo.

Bastaría con la no acaparación de bienes y un justo reparto entre todos los ciudadanos, no necesariamente de manera igual, sino de manera equitativa.

Y no sólo estar vivos, para ser felices, sino asegurarse la vida, la ausencia de guerras en las que la puedes perder, la “paz”, necesaria entre las polis para que ningún ciudadano esté expuesto a perderla.

Igual que sin tener satisfechas las necesidades básicas se pierde el equilibrio psicológico individual, igualmente si no se asegura la vida con la paz peligra el equilibrio no sólo de la persona, sino del todo social en el que estamos enrolados.

La mejor manera de vivir no es tener que moverse en un torbellino de violencia. ¿Qué me puede pasar?, ¿Qué me pueden hacer?, porque cuando estamos instalados en el enfrentamiento entre las polis nadie dispone de un seguro de vida.

Pero no sólo “vivir” y “vivir en paz” (lo que aseguraría la vida), sino qué tipo de vida deseamos tener/llevar, y aquí entramos en el campo de los valores, de la dignidad.

Necesitamos, para ser felices, “la libertad”, las múltiples libertades que conforman la dignidad humana.

Es lo que aparece en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (ONU, 1.948)

Los valores son aquellas cualidades gracias a las cuales existen cosas y acciones buenas: una ley es buena porque protege el valor de la justicia.

Sócrates fue bueno porque defendió el valor de la verdad.

Y Jesús de Nazaret, y San Francisco de Asís, y Lutero, y Marx, y Gandhi, y Teresa de Calcuta, y Vicente Ferrer,… son hombres buenos porque gastaron, emplearos, incluso perdieron su vida por defender unos valores. Ellos son “valerosos”, “valientes·.

El Alcalde de Zalamea esta dispuesto a casi todo: “Al Rey la “hacienda” y la “vida” se han de dar, pero “el honor”…. he ahí otro valor del que no está dispuesto a renunciar y que lo coloca por encima, nada menos, que de las posesiones materiales y e su vida.

Marco Aurelio el Emperador romano, filósofo estoico, desde su concepción filosófica, en su obra Las Meditaciones pone ejemplos descriptivos de cómo debía obrar el, como Emperador romano con su Imperio y cómo debería obrar cada hombre en su sociedad, en su polis, proponiendo las grandes virtudes sociales, las que hacen referencia a la justicia, al bien común: la benevolencia, la tolerancia, la colaboración desinteresada, la clemencia,…

         “Hemos nacido para una tarea común, como los pies, como las manos, como los párpados, como las hileras de dientes superiores e inferiores. De modo que enfadarse y obrar unos contra otros va contra la naturaleza”

Llamemos “sociedad” al “cuerpo” y llamemos a los órganos y miembros del cuerpo “asociaciones” e “instituciones”. ¿Tendría sentido el enfrentamiento y la venganza?

“Si te pica –dice la mano a la cabeza- búscate quien te rasque, yo no te rasco”

“Si quieres ir, vete –dicen los pies- yo no voy a andar, yo no me muevo de aquí”.

Y el estómago, y los ojos, y los oídos,…

Obrar todos para el bienestar del todo y todos saldrán beneficiados, cooperando solidariamente.

         “Si es común la razón, que nos hace racionales, ¿por qué no obrar todos….?

         “A todas horas debes pensar, como romano y como hombre, en hacer lo que tienes entre manos, con seriedad, con amor, con libertad y justicia y no perder el tiempo en fantasías inútiles”.

         “Se ultraja a sí misma el alma del hombre cuando se irrita, cuando vuelve la espalda o es hostil a alguien, cuando es vencida por el placer o el dolor, cuando es hipócrita y hace o dice algo con fingimiento o falsedad, cuando obra sin sentido”

         “Acomódate a las cosas que te han caído en suerte. Y estima de verdad a las personas con quienes te ha tocado vivir”.

         “El que comete injusticia se hace mal a sí mismo, porque él mismo se hace malo”.

         “Muchas veces comete injusticia el que no hace nada, no sólo el que hace algo”.

         “Si puedes, corrígele con tu enseñanza; si no, recuerda que para ello se te ha dado la benevolencia. También los dioses son benevolentes con ellos”.

         “Mira si con todos te has portado hasta ahora así: “No hacer a nadie ni decir nada fuera de lo justo”

         “El arte de vivir es más semejante a la lucha que a la danza”

         “Si no conviene, no lo hagas; si no es verdad, no lo digas”.

 

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