Pero también afirma que el hombre es un “zoon lokicon”
(“razón” y “palabra (lenguaje simbólico”) y un “zoon politikon” (“animal de la
polis, animal ciudadano, animal político”.
Y es que si mientras está en la edad pueril no hace falta
que haga nada, por su cuenta, porque todo se lo dan ya hecho para
cubrir/satisfacer todas sus necesidades que son nutricias y afectivas y para
ello basta y sobra la madre, según va creciendo y acumulando edad el minúsculo
círculo materno y el pequeño círculo familiar se hace insuficiente tanto para
desarrollar sus posibilidades como para satisfacer sus nuevas y mayores
necesidades.
Y ahí está la “polis”, la ciudad, capaz de cumplir, y con
creces, esa nueva misión.
Pero la polis no va luchar por el bien individual de ese
niño, sino por el bien común, de toda la polis, de la cual ese niño forma
parte.
Lo que pertenece al “todo” del que formo parte. También me
pertenece a mí como parte de ese todo.
La vida humana aislada sería inviable, de ahí, de esa
necesidad, surge la sociedad. Y este todo tiene, también, una finalidad: “el
bien común”, que consistirá en la ayuda mutua”
Desarrollando yo esa facultad que mejor domino y tú la que
dominas mejor y cada uno la suya, del bien común resultante se beneficiará toda
la sociedad.
¡Qué bien lo va expresando Platón el nacimiento de la
sociedad en La República! Dedicación exclusiva a una actividad y como el
resultado desbordará al propio sujeto actuante todos se beneficiarán de todos.
Todos deben colaborar en el empeño del bien común que va a consistir
en crear las condiciones necesarias para
que todos, individuos, familias, instituciones varias puedan lograr su máximo
desarrollo.
Somos deudores desde que nacemos, en primer lugar de quienes
nos engendraron, de quienes nos criaron y nos acompañaron en nuestro
crecimiento, pero también somos deudores de los familiares, de los amigos, de
las instituciones en que nos incorporamos y, en última instancia, del todo, de
la sociedad total.
De todos ellos somos deudores, a todos ellos debemos pagar.
Los estoicos decían que todo lo que la tierra produce
pertenece a nadie en concreto sino al todo, a la sociedad, y que todos
deberíamos, pues, aprovecharnos de ello, ser sus beneficiarios.
Y si la tierra produce no para sí, sino para los hombres,
los hombres han sido engendrados por y para otros hombres, de manera que todos
puedan servirse entre sí.
Dar de lo que se tiene, y sobra, y servirse de lo que se
necesita, que es mucho.
Al referirnos al “bien común”, “al bienestar” en primer
lugar hay que relacionarlo con los bienes materiales, porque sin ellos nuestra
vida peligraría, y moriríamos.
Los bienes materiales no son los únicos bienes que
necesitamos, pero sin ellos, nuestra condición de “seres vivos” no se cumple.
El alimento, el vestido, la vivienda,….son absolutamente
“necesarios” para seguir siendo “animales”, pero no son suficientes para
nuestra condición de “hombres”.
No decimos abundancia de recursos sino estrictamente los
necesarios. No hay necesidad de palacios pero sí de refugios y/o casas, no de
carne de ternera sino de pan, no de sedas y tafetanes sino de vestido con que
cubrir nuestro cuerpo.
Bastaría con la no acaparación de bienes y un justo reparto
entre todos los ciudadanos, no necesariamente de manera igual, sino de manera
equitativa.
Y no sólo estar vivos, para ser felices, sino asegurarse la
vida, la ausencia de guerras en las que la puedes perder, la “paz”, necesaria
entre las polis para que ningún ciudadano esté expuesto a perderla.
Igual que sin tener satisfechas las necesidades básicas se
pierde el equilibrio psicológico individual, igualmente si no se asegura la
vida con la paz peligra el equilibrio no sólo de la persona, sino del todo social
en el que estamos enrolados.
La mejor manera de vivir no es tener que moverse en un
torbellino de violencia. ¿Qué me puede pasar?, ¿Qué me pueden hacer?, porque
cuando estamos instalados en el enfrentamiento entre las polis nadie dispone de
un seguro de vida.
Pero no sólo “vivir” y “vivir en paz” (lo que aseguraría la
vida), sino qué tipo de vida deseamos tener/llevar, y aquí entramos en el campo
de los valores, de la dignidad.
Necesitamos, para ser felices, “la libertad”, las múltiples
libertades que conforman la dignidad humana.
Es lo que aparece en la Declaración Universal de los
Derechos Humanos (ONU, 1.948)
Los valores son aquellas cualidades gracias a las cuales
existen cosas y acciones buenas: una ley es buena porque protege el valor de la
justicia.
Sócrates fue bueno porque defendió el valor de la verdad.
Y Jesús de Nazaret, y San Francisco de Asís, y Lutero, y
Marx, y Gandhi, y Teresa de Calcuta, y Vicente Ferrer,… son hombres buenos
porque gastaron, emplearos, incluso perdieron su vida por defender unos
valores. Ellos son “valerosos”, “valientes·.
El Alcalde de Zalamea esta dispuesto a casi todo: “Al Rey la
“hacienda” y la “vida” se han de dar, pero “el honor”…. he ahí otro valor del
que no está dispuesto a renunciar y que lo coloca por encima, nada menos, que
de las posesiones materiales y e su vida.
Marco Aurelio el Emperador romano, filósofo estoico, desde
su concepción filosófica, en su obra Las Meditaciones pone ejemplos
descriptivos de cómo debía obrar el, como Emperador romano con su Imperio y
cómo debería obrar cada hombre en su sociedad, en su polis, proponiendo las
grandes virtudes sociales, las que hacen referencia a la justicia, al bien
común: la benevolencia, la tolerancia, la colaboración desinteresada, la
clemencia,…
“Hemos nacido
para una tarea común, como los pies, como las manos, como los párpados, como
las hileras de dientes superiores e inferiores. De modo que enfadarse y obrar
unos contra otros va contra la naturaleza”
Llamemos “sociedad” al “cuerpo” y llamemos a los órganos y
miembros del cuerpo “asociaciones” e “instituciones”. ¿Tendría sentido el
enfrentamiento y la venganza?
“Si te pica –dice la mano a la cabeza- búscate quien te
rasque, yo no te rasco”
“Si quieres ir, vete –dicen los pies- yo no voy a andar, yo
no me muevo de aquí”.
Y el estómago, y los ojos, y los oídos,…
Obrar todos para el bienestar del todo y todos saldrán
beneficiados, cooperando solidariamente.
“Si es común
la razón, que nos hace racionales, ¿por qué no obrar todos….?
“A todas horas
debes pensar, como romano y como hombre, en hacer lo que tienes entre manos,
con seriedad, con amor, con libertad y justicia y no perder el tiempo en
fantasías inútiles”.
“Se ultraja a
sí misma el alma del hombre cuando se irrita, cuando vuelve la espalda o es
hostil a alguien, cuando es vencida por el placer o el dolor, cuando es
hipócrita y hace o dice algo con fingimiento o falsedad, cuando obra sin
sentido”
“Acomódate a
las cosas que te han caído en suerte. Y estima de verdad a las personas con
quienes te ha tocado vivir”.
“El que comete
injusticia se hace mal a sí mismo, porque él mismo se hace malo”.
“Muchas veces
comete injusticia el que no hace nada, no sólo el que hace algo”.
“Si puedes,
corrígele con tu enseñanza; si no, recuerda que para ello se te ha dado la
benevolencia. También los dioses son benevolentes con ellos”.
“Mira si con
todos te has portado hasta ahora así: “No hacer a nadie ni decir nada fuera de
lo justo”
“El arte de
vivir es más semejante a la lucha que a la danza”
“Si no
conviene, no lo hagas; si no es verdad, no lo digas”.
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