Todo lo que hago me afecta a mí y mi especie, en mayor o
menor grado, al hacer esto y no lo otro o al hacerlo mejor o peor.
Antes de que esa operación sea hecha buscando el placer o
huyendo del dolor, está la operación misma, que me corresponde. El placer y el
dolor consecuente serán consecuencias.
Ni tampoco el que obremos egoístamente o altruistamente, es
la misma obra, previa a la finalidad.
Esa obra la pongo yo, es mía, me pertenece, soy responsable
de ella (por lo tanto, también de sus consecuencias).
Es Kant. “Al obrar, obra de tal manera que mis acciones
puedan contribuir a la preservación en la existencia de los sujetos humanos (y
yo estoy entre ellos)”
Y decimos de los “sujetos humanos” sin especificar si son
fetos, si son monstruos, si son enfermos irrecuperables, si son débiles
mentales profundos.
Esta especificación irá mostrándose a lo largo de la
historia según sea su desarrollo social, económico,…
El primer principio de la moral vendrá expresado así: “Debes
obrar de tal manera que tus acciones vayan ordenadas a la preservación de la
existencia de los individuos en cuanto que son parte de la sociedad”.
Entre esos individuos estoy yo y también me afecta el todo
(la sociedad) de la que formo parte.
Terencio había sentenciado: “Homo sum et nihil humani
alienum puto” (“Hombre soy y nada de lo humano me es ajeno”).
Pero esa sentencia presupone haber establecido, previamente,
que “lo que me es ajeno no es humano”.
La primera y previa condición a la acción de un terrorista de
ETA, por ejemplo, o de un conquistador español en la América colombina era la
consideración de “no hombres” de todo aquel español no vasco o de los indios a
conquistar.
Por lo que su dolor les era ajeno, porque no eran hombres.
Y como lo “más humano” que tenemos a mano es la familia, ese
será el primer ámbito de la moral (criar, alimentar, cuidar, educar,…a sus
hijos).
No sólo salvar mi existencia y la de los míos, también la de
“todos” los hombres, la de la humanidad.
Pero ocurre que “la humanidad” comenzó siendo “mi tribu”,
“mi clase”, “mi ciudad”…
La esfera “individual”, “familiar”, “política-ciudadana”,
“humana”.
Los términos “ética” y “moral” sólo superficialmente pueden
ser considerados sinónimos.
Algunos pretenden que estamos ante dos nombres distintos
para designar la misma idea. Algo así como usar los términos “oftalmólogo” u
“oculista”. Mientras el término de raíz griega “oftalmólogo” correspondería a la
“Ética” y pertenecería al vocabulario de minorías cultas, el término de raíz
latina “oculista” correspondería a la “Moral” y sería propio del vocabulario
popular.
(Es curioso que, políticamente, el término “ética” lo usen
más los de izquierda, mientras “moral” sea el preferido por la derecha)
Otros, al definir la Ética como “tratado de la moralidad”
están afirmando que, por ejemplo, la Ética sería como la Geografía. Mientras
que la Moral sería el territorio, o como gramática y lenguaje, o como biología
y vida.
Cuando se utiliza el término “moral” se supone, siempre, la
presión de unas normas sociales dadas (“mores” = “costumbres”), y así
tendríamos: moral burguesa, moral tradicional, moral cristiana, moral
terrorista, moral medieval,…
Mientras que al usar el término “ético” estaríamos
refiriendo a algo que procede del interior, del “Ethos” o “carácter o forma de
ser” de cada uno. “Lo hice por motivos éticos”, porque así me lo mostraba mi
conciencia, no sería lo mismo que “lo hice por motivos morales”. por presión
exterior, presión social.
“Obrar en conciencia” (Ética) no sería lo mismo que “obrar
por presión social” (Moral).
En Psicología se define “conciencia” como “darse cuenta de”.
¿Pero de qué?
La conciencia es referencial, hace/tiene que hacer
referencia a algo. No puede uno “darse cuenta de nada”, tiene que ser “de
algo”.
La Ética tiene que ver con el individuo en cuanto individuo,
la Moral, en cambio, tiene que ver con los individuos pero en cuanto sociales o
ciudadanos, en cuanto formando partes de un todo.
Los deberes éticos tendrían que ver con los deberes
relativos a los individuos en cuanto tales, mientras los deberes morales
tendrían que ver con la existencia de esos mismos individuos pero en tanto son
partes de totalidades.
La Ética comienza por los grupos familiares pero debe
extenderse a “todos” los hombres.
El mal ético por excelencia es el asesinato (dejemos a parte
a la eutanasia). Pero también son males éticos la traición, la dobles, la
mentira.
La desatención al propio cuerpo, a la salud propia, es
también un delito ético.
La medicina es una actividad que está incluida entre las
virtudes éticas.
La Ética es al médico (mi cuerpo, yo como ser corpóreo) como
la moral es al político (yo como ciudadano).
Una acción o conducta es moral cuando se ordena a la
existencia del individuo pero en tanto él es miembro de un grupo social.
Luego puede ser moral un acto orientado a eliminar a un
individuo dado.
Imaginarse una situación que bien pudo ser real, durante la
guerra mundial:
“Un soldado que, habiendo caído en una familia del país
enemigo es protegido por algún miembro de esa familia: los deberes morales
(políticos, patrióticos) obligan a entregar al soldado; los deberes éticos, en
cambio, obligan a protegerle.
Así, el sistema de la moral epicúrea sería el desarrollo de
la Ética, mientras el sistema de la moral estoica sería el desarrollo de la
Moral.
No cabe, pues, suponer que las virtudes éticas fueran las
virtudes primarias y que sobre ellas fuesen interponiéndose las virtudes
morales, que las limitan.
El “mito del buen salvaje”, lleno de virtudes éticas en su
estado de naturaleza y corrompido por las costumbres o normas morales de la
civilización es sólo un mito.
En el estado de ese “buen salvaje” (por ejemplo, el
pitecántropo) no podría hablarse, sino sólo de manera rudimentaria, de ética y
de moral.
El juicio ético y moral no es intuitivo, exige pensar,
razonar.
El “dictado de mi conciencia” si no se apoya en argumentos
racionales carece de todo significado moral o ético, aunque tenga un claro
significado psicológico y social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario