“Frente a los demás animales, es propio del hombre poseer el
sentido del Bien y del Mal, de lo Justo y de lo Injusto, y de los demás
valores. La participación común de estas cosas es lo que constituye la casa y la
ciudad” – dice Aristóteles.
No decimos de placer y dolor (cualidades sensibles, que
también el animal, además de disfrutarlas o padecerlas, puede comunicarlas con
signos), decimos de “valores”, captados inteligentemente, y que no siempre son
placenteros, y que pueden ser comunicados a los otros no sólo con signos (como
los animales) sino con símbolos, con palabras, con el lenguaje.
El hombre es un “zoon politikon” (ciudadano) al tiempo que
un “zoon logikon” (con “logos” = Razón y Palabra)
¿Que el hombre es “social por naturaleza”? es algo evidente
y mostrable.
Ya para “aparecer” como embrión necesita de la sociedad de,
al menos, dos personas: una mujer que aporta su óvulo y un varón con su
espermatozoide fecundante (y a veces con equipos médicos que faciliten dicha
fecundación).
A partir de ese momento el embrión, en su desarrollo como
feto,… necesita de la madre, en cuyo seno o claustro materno va alimentándose,
creciendo, desarrollándose,… durante, más o menos, 9 meses.
Antes no, pero hoy, ya durante todo el período de gestación
será seguido por médicos, enfermeras,…y, cuando llegue el momento de salir a la
luz, será atendido en instituciones sociales por personal sanitario.
Nada más abandonas el “claustro materno” no queda ahí,
prematuro biológica, nerviosa y psicológicamente, abandonado, sino que es
recibido e ingresa en el “claustro familiar” en que irá “madurando”,
necesitando de alimentación, cuidados, cariño,…
Es tal su debilidad al nacer que su muerte, en breve,
estaría asegurada, si no se viera rodeado de los demás.
Ya no basta la madre, como en los primeros 9 meses, sus
necesidades son ya más que alimenticias.
Y tras un mayor o menor período en el claustro familiar, sin
abandonarlo del todo, tendrá que ingresar en el “claustro escolar” porque sus
necesidades, ya culturales, desbordan a la familia.
Al mismo tiempo va creándose otro claustro, el “grupo de
amigos” que tanta influencia, positiva o negativa, va a ejercer sobre él en
estos primeros escarceos con la maduración.
Y, cuando llegue la hora, ingresará en otro ámbito, en la
“sociedad laboral”, donde podrá desarrollar sus habilidades y sus aptitudes, o
no (teniendo que hacerlo en una actividad ni deseada ni grata) pero que es
necesaria para vivir.
Y, mientras, el instinto sexual irá creando el círculo
amoroso y desarrollando una relación íntima con otra persona, de distinto o del
mismo sexo, pero que es algo nuevo y potente que no ocurría en los otros
círculos.
Y, poco apoco, abandonando el nido familiar irá proyectando
su propio nido, creando una nueva familia.
EL HOMBRE ES SOCIAL POR NATURALEZA.
Las relaciones con los demás son absolutamente necesarias
para que él pueda ser él.
Su capacidad de dar y de recibir, de dialogar y compartir no
podrían ejercerse, y son necesarias.
La Soledad es antinatural y, además, negativa, empobrecedora
has el máximo.
Nunca puede haber un “yo” sin un “tú”, sin un “otros”.
Es el “yo circunstanciado” de Ortega y “si no la salvo a
ella no me salvo yo”, porque ella no es un añadido a mí, sino constituyente de
mí.
No es que sea “yo y mi circunstancia”, sino que “soy un ser
circunstanciado”, “soy así”.
Desde el principio, todo lo que rodea al niño es, para él,
algo natural, pero han sido necesarios miles de años para que estemos aquí y
así, en la sociedad en la que vivimos (desde el biberón y la cuna, hasta el
Centro de Salud y la Guardería, desde la higiene a la tecnología,…
Toda esa circunstancia envolvente es lo que le hará ser lo
que es.
Esas conquistas humanas, necesarias, no sólo hay que
mantenerlas, también mejorarlas, para su bien y el de todos.
No es que la sociedad le garantice la felicidad pero, lo
cierto es que, sin sociedad no sólo no podría ser feliz, es que ni siquiera
sería, existiría y menos como existe.
Nadie, nunca, ha sido ni es autosuficiente. Apuntarse a la
autosuficiencia es apostar y firmar la pobreza y por la degradación.
Robinson nunca vivió solo desde el principio, llevaba
consigo, en su mente, la sociedad inglesa, en forma de cultura.
Sociedad paternal, sociedad familiar, sociedad política y
económica.
Llega un momento en que las necesidades del niño no pueden
ser cubiertas por la familia y hay que ampliar el círculo. La polis, la ciudad,
sí puede satisfacérselas (enseñanza, sanidad, seguridad, trabajo,…)
Es imposible la realización individual fuera de y sin la
sociedad. Están mutuamente relacionados y necesitados.
No habría sociedad sin individuos y no habría personas sin
sociedad.
SOMOS SOCIALES POR NATURALEZA.
Todavía recuerdo las clases de Platón y cómo, en la
República, iba “creando con la imaginación” el origen de la sociedad como
solución a los problemas y siendo necesarios, además de los padres, el
agricultor (para labrar la tierra), el ganadero (que cuida los bueyes), el
herrero (que fabrica las rejas), el carpintero (que hace el arado), el
albañil….el panadero…. el zapatero,….el comerciante… el policía,….el
gobernante…. el juez…
Cuanto más desarrollada y equilibrada esté la “polis” en la
que uno vive y se desarrolla, más posibilidades oferta para una mayor y más
rápida perfección como persona.
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