viernes, 27 de diciembre de 2013

5.2.- EL ESTADO


 
La Filosofía enseña  cómo debe uno relacionarse con los demás “sin violencia” y le incita a comportarse “racionalmente” en todo trato con el prójimo.

La Filosofía es un esfuerzo para que los hombres se reconozcan recíprocamente.

La Política, pues, tiene dos planos:

a.- El plano “filosófico”, el de la no violencia y

b.- El plano “de los hechos”, el de las violencias concretas.

Es preciso, pues, dominar este segundo plano sometiéndolo al primero. ¿Cómo hacer esto? (porque la razón no basta para terminar con las violencias concretas, por ejemplo la de un ladrón, la de un asesino, la de un estafador). Pues con un nuevo tipo de violencia, con la “violencia política”, que está sometida a lo “razonable”, a la Filosofía.

El violento es el que somete la razón a su capricho (robar, matar,…) mientras el político somete al violento valiéndose de otras violencias concretas como los Tribunales, las cárceles, las multas,…

Quien pone en razón a los violentos concretos, irracionales, caprichosos, interesados, “de hecho”, utilizando una violencia nueva es “el hombre político”, el “hombre del derecho”, el que hace de intermediario entre la Filosofía-la Razón y la violencia, al revés que el “violento concreto”, que es el que somete la razón a su violencia.

Decir “Estado” es decir “Poder”.

El Estado es el Poder de la Razón, que tiene capacidad para intervenir en la conducta de otros individuos o grupos y que viene concretado en las instituciones, cuya finalidad es el control y dirección política y social de una comunidad.

El Estado es la manera de organizarse que tienen las sociedades.

Podrá, pues, darse un “golpe de estado”, cuando la sociedad decide “organizarse de otra manera”, no darse un “golpe de sociedad”, que seguirá siendo la misma pero organizada de otra manera.

Es el Estado quien debe subordinarse a la Sociedad, no al revés (sería un “estatismo”, por ejemplo el “fascismo”).

La función del Estado es estabilizar las buenas relaciones entre los diversos grupos, que le preexisten, pero sólo él puede resolver los conflictos entre ellos porque es el único que posee “de hecho” el poder de forzar incondicionalmente.

Lo social-público (la nación) engendra un lazo horizontal entre los individuos, una “comunión” entre ellos, mientras que lo social-político (el Estado) engendra un lazo vertical entre los individuos y el Estado, una “subordinación” de aquellos a éste.

Los habitantes son “ciudadanos” de una nación y están sujetos a un “Estado”.

Los deberes, pues, con la “nación” privan por encima de los deberes para con el “estado”, éste también tiene sus deberes respecto a la “nación”, debe mirar por la cultura y las tradiciones (sobre todo si existen minorías nacionales dentro del mismo estado), manteniendo la soberanía, cumpliendo con su función de defensa cara al exterior y con su función jurídica puertas adentro.

Un profesor está al servicio de la nación, un gobernador civil está al servicio del estado y un jefe militar al servicio de ambos, de la nación y del estado.

¿Y si un profesor o un militar tuvieran que elegir entre “la nación” y “el estado”?. He aquí que se plantea un problema de conciencia.

¿Están, pues, bien definir a los profesores como “funcionarios del Estado”? ¿Y si se diera un “golpe de Estado”?

El Estado es la suprema “autoridad” civil.

“Autoridad” viene del latín “augeo” (“crecer”, “aumentar”), y de aquí el sustantivo “autor” (“el que hace crecer”).

La “autoridad” es la cualidad del “autor”, que es la fuerza que hace crecer y aumentar, de ahí que el Estado sea la fuerza suprema que somete a constante crecimiento a la totalidad de la nación.

¿Pero y si en vez de ser “fuerza que hace aumentar” a la nación fuese/se convirtiese en una “fuerza que hace disminuir” a la misma?..

El Estado es “soberano”, goza de la suprema autoridad en la nación, no hallándose sometido a ninguna otra autoridad terrestre.

Él es, en la nación, el árbitro supremo de los conflictos que surjan y respecto a otros Estados tiene un trato de igual a igual.

Pero la “supremacía” del Estado no es absoluta, porque no le exime de tener dos límites que no puede sobrepasar: La Ley y el Bien Común.

El Estado está sometido a la Ley y debe actuar en vistas al Bien Común.

Obviamente el “bien común” no es el “bien de los gobernantes”, sino de la comunidad, de los gobernados.

El Estado, a través de quienes ejercen el poder en cada momento (los gobernantes) está obligado a:

.- Legislar, con Leyes Positivas (concretando las Leyes Naturales, a las que no pueden oponerse, dejarían de ser “leyes” si fueran “antinaturales”).

.- Asegurar el orden público, obedeciendo/cumpliendo las leyes y haciéndoselas cumplir a los ciudadanos (asegurando el orden “de dentro”).

.- Defender las fronteras (asegurando que el enemigo externo no pueda imponernos “su orden”, invadiéndonos).

.- Hacer de árbitro en los conflictos entre particulares y grupos.

.- Proporcionar las condiciones del bienestar, tanto material como de otro tipo) de los ciudadanos para que puedan satisfacer las necesidades fundamentales (creando o facilitando trabajo, promoviendo la cultura, atendiendo a la sanidad, a las pensiones,….)

Una de las características que debe tener todo Estado es la “Neutralidad” en cuestiones filosóficas, religiosas, culturales, científicas,…

Pero, a lo largo de la historia, ha ocurrido con los Estados como lo que ocurre, a lo largo de la vida, en cada persona, el intento de dominio y de poder sobre los otros y la presencia de “Ideologías” que justifican/intentan justificar dicho dominio de los unos, ganadores/vencedores, y la sumisión de los otros, los perdedores/vencidos, con la excusa de “es para defendernos” o es “por su bien”.

Cuando el dominio de unos hombres sobre otros resulta intolerable, irracional, gratuito o absurdo se fabrican “ideologías” o “explicaciones pseudo-racionales” que conviertan el poder bruto en “autoridad” o “poder legitimado o racionalizado”.

Lo hacen los Estados respecto a otros Estados invadidos y lo hacen ciertos individuos sobre otros individuos iguales o superiores a ellos, pero con menor fuerza.

Pero el poder nunca es “completamente” razonable, porque en todo poder siempre hay algo de irracional e indemostrable.

¿No es, en el fondo, siempre, algo gratuito que unos manden sobre otros?

Y cuando las “ideologías” ya no pueden convencer a los dominados se les pide que tengan fe, como súbditos, en sus gobernantes, que confíen en ellos, que todo lo que hacen, aunque no lo entiendan, es por su bien, es lo mejor que puede hacerse.

“El aparato ideológico o de propaganda” es un producto del “poder”. Del “poder real”, que intenta legitimarse, si ya se está en él, o del “poder buscado”, el de la oposición que, sin estar en él, quiere hacer con él.

Ambos intentan dar explicaciones de sus hechos políticos.

Las ideologías son fuertes estados de conciencia fuertemente conectados con la actividad política.

A veces el papel ideológico viene de la mano de la moral, de la religión, de la ciencia, de la filosofía. Todas ellas pueden dar a luz “ideologías” justificadoras porque están preñadas de ellas.

Aunque no todas las paran. No toda religión pare ideología, aunque a lo largo de la historia lo haya hecho y todavía hoy lo intente de varias maneras y en los más diversos Estados.

Es por lo que antes nos referíamos a la necesidad de la Neutralidad de los estados.

Hasta no hace tanto las grandes macro-ideologías, en nuestra Europa, han sido cuatro: Fascismo, Comunismo, Socialismo, Liberalismo.

Cada uno barre para dentro e intenta llevar el agua a su molino.

Su labor propia es justificar el poder político y la distribución de éste dentro de la sociedad.

Quizás el Anarquismo fuera el intento de desideologización absoluta. Al negar el poder, se niega la posibilidad de justificarlo.

¿Habría, pues, que eliminar/suprimir el Estado? ¿Es ello posible?, ¿es viable? ¿Sería el mejor tipo de sociedad una sociedad anárquica, una sociedad sin estado? ¿No sería una utopía, con único “lugar” en la mente humana de algunos/muchos?

Podemos distinguir dos tipos de Estados:

 1.- “Estados de hecho”, aquellos en que el poder no conoce límites.

 2.- “Estados de derecho”, aquellos en que el poder político está limitado por las leyes emanadas de una cámara realmente representativa.

El marco en el que debe moverse el estado es en la Constitución, ley de máximo rango, emanada del pueblo y aprobada por el en referéndum.

Dentro, “nada contra la Constitución” y fuera “nada contra los Derechos Humanos” (que deberían estar recogidos en el Preámbulo mismo de todas las constituciones).

En otro lugar hemos hecho referencia a la “patria” como “unidad afectiva”, a la “nación” como “unidad moral” y ahora añadimos que el “Estado” debería ser “unidad de servicio”.

El estado ha de colocarse al servicio de la nación, como su “unidad objetiva” y no como “suplantación”, “ahogo”, “represión”,…

Hay dos respuestas extremas en esta polémica:

1.- Una arrincona al Estado dejando toda la iniciativa a la Sociedad (es el Liberalismo)

2.- La otra deja de lado a la Sociedad y deja todo el papel al intervencionismo Estatal (es el Comunismo)

Quizá sea, aristotélicamente, el término medio en el que se encuentre la virtud.

Pero como es la Persona Humana la que debe desarrollarse y realizarse y esto lo hace en el Patria, en la Nación y en el Estado. Ella debe ser el canon a seguir.

Ya hemos dicho que el poder estatal se ejerce a través del “gobierno” o conjunto de individuos y organismos que administran la nación.

El poder del Estado abraza los poderes representativo, legislativo (las Cámaras), judicial (los jueces) y ejecutivo (el gobierno).

Usualmente el Jefe del Estado y el Jefe de Gobierno recaen en personas distintas.

Las formas de gobierno clásicas, tanto las de Platón como las de Aristóteles, ya han sido expuestas en otro apartado.

MAURICE DUVERGER divide las formas de gobierno, fundamentalmente, en dos: sistema monocrático y sistema dualista.

1.- En una Monocracia el gobierno está centrado en un solo hombre, bien se trate: a) de un soberano hereditario (el de Arabia Saudí), b) de un dictador que se ha apoderado del país por la fuerza (dictaduras iberoamericanas) y c) un presidente que concentra en él todos los poderes (el representativo, el legislativo, el ejecutivo y el judicial (la España de Franco).

Stalin, durante toda su vida como mandatario en la URSS, es el ejemplo típico de Monocracia.

Lo típico de las Monocracias es que las Asambleas no son representativas y sólo tienen valor consultivo, quedando la última decisión siempre en manos del Jefe del Estado.

2.- En el Sistema Dualista están separadas las funciones de Jefe de Estado y Jefe de Gobierno.

Los ministros, con el Jefe de Gobierno dependen, más o menos, de un parlamento.

En caso de que dependan más del Jefe de Estado es cuestión de un gobierno Presidencialista (el de EEUU).

En caso de que dependan más del Parlamento el Gobierno es Parlamentario (España, Gran Bretaña,…)

Otra división clásica es la que hace MAX WEBER que clasifica a los Gobiernos como:

1.- De autoridad Carismática (Fidel Castro, el recién fallecido Hugo Chávez…)

2.- De autoridad Tradicional (el rey de Arabia Saudí)

3.- De autoridad legal-racional (los gobiernos de los países occidentales).

Resumiendo:

LOS REGÍMENES POLÍTICOS: pueden ser TOTALITARIOS, AUTORITARIOS O DEMOCRÁTICOS.

LAS FORMAS DE GOBIERNO: pueden ser MONARQUÍAS, REPÚBLICAS, CAUDILLISTAS.

Las tres Formas de Gobierno son posibles, teóricamente, en cada uno de los regímenes políticos.

Otra cosa son los SISTEMAS DE PRODUCCIÓN: que pueden ser CAPITALISTA-LIBERAL O SOCIALISTA, según que la iniciativa económica….

La DEMOCRACIA puede entenderse como “garantía” (caso del “Estado de Derecho”) y como “participación” en las decisiones.

RESUMEN:

1.- En los Regímenes Políticos TOTALITARIOS (NO hay “Garantías” y NO hay “Participación”)

2.- En los Regímenes Políticos AUTORITARIOS (SÍ hay “Garantías”, pero NO hay “Participación”).

3.- En los Regímenes Políticos DEMOCRÁTICOS (SÍ hay “Garantías” y SÍ hay “Participación”).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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