La libertad es el poder dirigir y dominar los propios actos,
la capacidad de proponerse una meta y dirigirse hacia ella.
Cuando alguien responde: “porque no me da la gana” está
expresando su libertad, el por qué ha optado por ello.
Alguien, muy elocuentemente, define la libertad como “la
posibilidad de decir NO cuando es posible el SÍ y de decir SÍ cuando es posible
el NO”.
Es la “posibilidad de”, previa al “acto elegido”.
La libertad está relacionada con la Voluntad, no con la
Inteligencia/Razón. Ésta, ante una verdad, intuida o demostrada, ante una
verdad inmediata o mediatamente evidente no puede decir NO, no es libre. Sería
una impostura decir que “el triángulo no tiene tres ángulos” o que “la suma de
sus tres ángulos internos no suman 180 grados”.
Y si la relación de la Inteligencia/Razón es con la Verdad,
la de la Voluntad es con el Bien.
Y si ante una verdad mostrada o demostrada la
Inteligencia/Razón no puede decir NO, y negarla, igualmente la Voluntad, ante
el Bien Absoluto no podría decir NO, no sería libre.
Ocurre, empero, que al hombre, en este mundo, lo que se le
presenta son “bienes”, no “el Bien”, y ante los bienes el hombre SÍ es libre.
Pero para poder elegir, racionalmente, humanamente, el
Conocimiento tiene que ser previo a la Voluntad.
“Nada es querido si, previamente, no es conocido” – dice la
sentencia milenaria.
Sería absurdo obligar a alguien a que se decida por las
Potuforatas o por los Votinegotos, porque su pregunta inmediata previa será
saber qué son, si son comida o ropa o flores.
Antes de elegir es preciso deliberar, hacer circular por la
mente las diversas posibilidades, con sus diferentes ventajas e inconvenientes.
La decisión sería parar ya esa circulación.
No es la posibilidad la que me obliga a que la elija, soy yo
quien, al elegirla, la hago salir del campo de lo posible y la convierto en
real.
No es que sea la posibilidad elegida la única que me atrae,
pero es la que más atrae, aunque “podría” decidirme por otra.
Ante una sola posibilidad lo que hay es aceptación, no
elección, no hay libertad.
Se puede optar, por otros motivos, por una posibilidad menos
fructífera y menos prometedora. Se “puede”. Otra cosa es que la mayoría no lo
haga.
El que elige se expone a no elegir bien, porque el peso de
los motivos no es un peso cuantitativo, sino cualitativo, y mientras para uno
pesa más lo sentimental para otro es lo económico, la belleza física o la
sensatez,…
Pero, siempre, los actos libres son imputables al sujeto que
opta porque, sin su querer, no se hubiera producido.
Quien obra es quien escoge los fines y los medios y es él
quien mejor puede dar explicaciones sobre los mismos. Por qué ha optado por
esos fines y por esos medios, esa es la “responsabilidad”, dar cuenta de esas
elecciones.
“Libertad” y “Responsabilidad” son dos conceptos paralelos e
inseparables.
He escrito, alguna vez, cómo a la estatua de la Libertad, en
la costa Este de EEUU, le hace falta la de la Responsabilidad, en la costa
Oeste.
¿Ante quién responder? Ante uno mismo si las consecuencias
de su opción sólo le afectan a él, pero ante los demás y ante toda la sociedad
si ellos se sienten afectados.
Las responsabilidades sociales también dependen mucho de las
circunstancias. Lo que le pueda afectar a los demás una decisión mía, nada
tiene que ver con la decisión que tome el Sr. Rajoy.
Los creyentes, además, creen que hay que responder ante
Dios.
El 3 de Mayo de este 2.013, colgué en
blogdetomasmorales.blogspot./ una entrada titulada “Conciencia psicológica y
Conciencia Moral” (remito a esa entrada).
Si la “conciencia psicológica” es el darse cuenta de lo que
está haciéndose, se ha hecho o se piensa hacer (y su opuesto es “estar o ser
inconsciente de ello, no darse cuenta, como cuando uno está dormido, mareado o
pierde la conciencia), la “conciencia moral” es verlo bajo el ángulo del bien y
del mal.
Darse cuenta de que se está robando es condición necesaria,
pero no suficiente, para calificar moralmente bueno o malo ese acto.
Son dos tipos de manifestarse la inteligencia, pero hay
muchos más (inteligencia estética, matemática, musical, lingüística,…)
El Bien y el Mal moral no es el Bien o el Mal técnico o
deportivo (un buen futbolista o un mal conductor) porque afecta a toda la
persona, no a una o varias habilidades.
Llamar a alguien “buena persona” es calificarla moralmente
bien.
La conciencia moral es una exigencia del propio sujeto, no
proviene de fuera, ni de la ley, ni de la opinión pública, ni de un grupo de
personas.
Muchas veces habrá que no cumplir la ley cuando ésta sea
opuesta, ordene o prohíba algo que vaya contra la conciencia moral.
La moral sólo debe obedecer a “la voz de la conciencia”.
Pero (como he indicado en la entrada del blog) hay muchos
tipos de conciencia moral, y debe ser educada, para que sea, además de recta,
verdadera.
Una conciencia así es un una buena brújula para el Bien y un
buen freno para el Mal, es el muro de contención.
Nunca puede ni debe ser una concepción subjetivista del Bien
y del Mal, como nos parece o nos conviene que sea, sino como una concepción
objetiva de la realidad.
No pueden tener razón D. Quijote y Sancho cuando ante unos
objetos uno ve enemigos y brazos y el otro molinos de viento. Es demasiada
distorsión de la realidad.
Pero observemos la conciencia moral de un terrorista y la de
un pacifista, la de un tirano y la de un demócrata, la de un nazi y la de un
judío, la de un borracho y la de un sobrio, la de un delincuente y la de un
legal. ¿Cómo ven la realidad? ¿Quién de ellos tiene una visión más objetiva?
Si antes recordábamos que la libertad corresponde a la
voluntad, debemos recordar que la conciencia le compete al entendimiento.
Por eso el hombre “puede” juzgar “bien” y “obrar mal”.
La conciencia es “condición necesaria”, pero no es
“suficiente”, para “obrar bien” porque, a pesar de ella, “puede”….
Para “obrar en conciencia” hay que estar acostumbrado a
obrar bien, tener “el hábito (que debe ser conseguido a base de repetición de
actos) “de obrar bien”, de “ser virtuoso”.
¿QUIERES VER A DIOS?
ResponderEliminar¡LEE ESTO!
Las tres cosas que te alejan y
Las tres que te acercan a Dios
- El exceso de alcohol te aleja de Dios
- El exceso de drogas te aleja de Dios
- El exceso de sexo sin amor también te aleja de Dios
Las tres que te acercan a Dios
- Ama a tu prójimo como a tí mismo
- Aprende a perdonar y
- A ser humilde
Eternamente
Joaquín Gorreta Martínez 62 años
Este agnóstico está de acuerdo con tu reflexión siempre que sustituyas a Dios por "ti" (Tres cosas que te alejan de ti y tres cosas que te acercan a ti.
ResponderEliminarGracias, de todas las maneras, por entrar en mi blog,