Frente a los apologetas de la
legitimidad de la “razón moderna” en sus diferentes modalidades: teórica
(racionalismo), práctica (liberalismo burgués) o instrumental (técnico-científica),
la contemporaneidad postmoderna implica el primado de una racionalidad
ético-humanista, vertebrada en torno a una axiología social.
A esa axiología se asigna el
mantenimiento de un humanismo utópico, encargado de afirmar el sentido de la
vida y de la historia.
Una postmodernidad –como
afirma Aranguren- vive de una esperanza desnuda, habladora y vagando en camino
hacia un “dónde” que no está en parte alguna.
Son síntomas de la
postmodernidad religiosa la ausencia de Dios, la conciencia de la finitud, la
crisis de la Razón Ilustrada ,
el crecimiento de la responsabilidad ético-política, la pérdida de la confianza
en el progreso tecnológico, la insistente búsqueda de nuevas formas de
humanismo,…
Tras la quiebra del
individualismo moderno, la religión comparte la búsqueda contemporánea de un
sentido para la vida y para la historia, de la mano de dos categorías
relevantes de la conciencia social presente: la utopía y la esperanza.
El postmoderno no se aferra a
nada, no tiene certezas absolutas, nada le sorprende, y sus opiniones pueden
modificarse de un instante a otro.
Debido a la falta de
confianza en la razón hay una pérdida de preocupación por la realización
colectiva, y resalta un interés por la realización de uno mismo.
Esto se observa en el retorno
a lo religioso: hay un "boom" de lo sobrenatural y de las
ciencias ocultas (quiromancia, astrología, videncia, cartas astrales,
cábalas, etc.).
En la postmodernidad, a
diferencia de la modernidad, no hay prejuicio en aceptar explicaciones por
más irracionales y extravagantes que sean.
Pero, además de un retorno de
lo irracional; también retorna Dios.
Pero el dios del individuo
postmoderno no es ni puede ser demasiado exigente.
Puesto que el individuo postmoderno
obedece a lógicas múltiples, su postura religiosa también las tiene.
Estructura su mundo
metafísico tomando ideas judías, cristianas, hindúes y añadiendo, quizás, una
pizca de marxismo y/o paganismo.
Un modelo de sociedad
postmoderna sería una conformada por infinidad de microcolectividades
heterogéneas entre sí.
Los postmodernos renuncian a
discutir sus opiniones;
"Vive y deja vivir"
es su lema.
¡Qué bien los expresó el otro
Marx¡ “éstos son mis principios pero, si no te gustan, tengo otros”
El individuo postmoderno
renuncia a buscar un sentido único y totalizante para la vida.
La suya es una postura
confortable, alérgica a las exigencias radicales.
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