INTELIGENCIAS MÚLTIPLES.
Si alguien, alguna vez, cree
estar echándote un piropo al decirte que, o decirles a tus padres que tiene una
hija muy “inteligente”, deberías responderle con una pregunta: “¿de qué o a qué
tipo de “inteligencia” se refiere?
Porque no hay Un tipo de
Inteligencia, sino “Múltiples tipos de inteligencia”.
Si la inteligencia es el
mejor instrumento para resolver problemas, la inteligencia de un pastor en el
campo, de un astrónomo ante su telescopio, la de un maestro en su clase, la de
un matemático ante la deducción de un teorema, la de un científico en la
propuesta y ensayo de leyes, la de un mecánico ante un coche averiado, la del
novelista ante el folio en blanco,…
El 12 de Octubre del 2.010
colgué un post en http://blogdetomasmorales.blogspot.com
con el título “Las inteligencias de Úrsula” donde expongo los 8 tipos de
inteligencia (que, seguro que, ya se han quedado anticuadas).
Es el título de un libro de
Peter Singer, publicado hace muchos años (en 1.975) y que inspiró un movimiento
mundial del mismo nombre y que, en la actualidad, se ha expandido en múltiples
organizaciones, con millones de miembros distribuidos a lo largo y ancho del
planeta.
Peter Singer ha sido uno de
los primeros filósofos contemporáneos en argumentar, de forma sistemática, que
aquellos que se oponen al sufrimiento humano deben oponerse, igualmente, a que
se les inflija sufrimiento a los animales.
Intentaba poder en marcha (y
lo consiguió) una cruzada contra la crueldad y el dolor injustificados, una
cruzada al final de la cual habrá cambiado nuestro modo de contemplar a los
animales y, con ello, el modo de contemplarnos a nosotros mismos.
Mi amigo Juan Cuesta es un
amante de los animales, y sobre todo de los perros, a los que quiere.
Desde pequeño, y desde mi
Salamanca natal y no lejos de Tordesillas, por la carretera cercana a mi pueblo
(aunque nunca estuve presente) fui un furibundo crítico del macabro e
injustificado sufrimiento de “El toro de la Vega ”, un evento taurino de origen medieval,
celebrado en la localidad de Tordesillas (Valladolid), declarado fiesta de
interés turístico en 1980 y espectáculo taurino tradicional en 1999.
El torneo consistía en la
caza o persecución de un toro por decenas de picadores a caballo y lanceros a pie,
en la cual algunos de estos últimos intentaban “alancear” a la res hasta
la muerte (una muerte horrorosa, agónica) después de que ésta hubiera sido
soltada cerca de la plaza del pueblo y conducida por los corredores y
aficionados hasta la vega del río Duero, en donde comenzaba propiamente el
torneo.
Si el toro sobrepasaba los
límites prefijados o los lanceros no podían matarlo, era indultado.
Ya en este siglo XXI, el
festejo ha cobrado mayor notoriedad por las protestas en contra que denunciaban
el sufrimiento al que es sometido el toro.
Por ese motivo, y para
adaptar las tradiciones a los tiempos, el 19 de mayo de 2016 la Junta de Castilla y León
prohibió, mediante un decreto-ley, la muerte del animal en el festejo, de tal
forma que se podrá celebrar el torneo, pero sin que los aficionados maten al
toro a la vista de todos.
El ayuntamiento de
Tordesillas recurrió esta medida, aunque dicho recurso no fue finalmente
admitido a trámite por el Tribunal Constitucional.
Actualmente, los
antitaurinos, cada vez, estamos en contra de las corridas de toros en España
por el maltrato (picado-banderillas-estoque) del animal.
Ha surgido un partido
político, el PACMA (Partido Animalista Contra el Maltrato Animal) y que, en las
Elecciones Generales de Abril del 2.019 consiguió 1.303.984 votos en el Senado
y 326.045 en el Congreso, así como 294.657 en el Parlamento Europeo.
Su incremento en votos
respecto a elecciones anteriores es muy significativo.
Me pregunto –desde la
vergüenza que ahora siento -cómo pudo gustarme darle palos a las vaquillas que
en aquella plaza del pueblo, hecha con carros, cada año las “corríamos” por las
calles.
Y más aún me avergüenza cómo
con una lima de triángulo cortábamos la cabeza de una punta que, previamente,
habíamos clavado en una vara para poder “aguijonear” al inocente animal que lo
único que intentaba era poder huir al campo abierto y que nada perjudicial o
peligroso le había hecho a nadie.
Aristóteles había definido al
hombre como “animal racional”, pero ya hemos visto en otro apartado que son
muchos y variados los distintos de “razón”.
Frente a la “razón dogmática”
E. Trías se decanta abiertamente por una “razón fronteriza”, una filosofía del
limite o unitaria que abrace, en una sola manera de pensar, los ámbitos de la Estética , de la Ética, de
la Reflexión
Cívico-Política y la Filosofía de la Religión y aboga por una
Ética que, ya en el siglo XXI, revise y asiente las bases del papel del hombre
como límite y frontera en las diversas encrucijadas del mundo contemporáneo.
Ese carácter fronterizo del
hombre tiene una posible expansión ética, así como una reflexión sobre nuestra
condición cívico-política.
Esta reflexión no sólo es
conveniente, es necesaria ya que nos encontramos zarandeados por falsos
universalismos (como proponen ciertas formas economicistas o tecnológicas de la
“globalización”) y por irredentos e irritantes particularismos (como los que
ciertos modos de integrismo religioso o nacionalista proponen).
Así como los neocoms, con su
globalización, universalizan la pobreza particularizando la riqueza estrujando
a las naciones subdesarrolladas con el objetivo de la mayor productividad,
esclavizando y empobreciendo a naciones enteras en aras de la “santa y sagrada
globalización”, aprovechándose de la corrupción de líderes políticos,
ejerciendo un imperialismo asfixiante y degradante, por el otro lado, los
particularismos, exclusivos y excluyentes, con la fijación del “yo-nosotros-lo
nuestro-los nuestros, aunque sólo sea la mitad de la población la que impone su
objetivo a la otra media, con imposiciones y prohibiciones.
Ni perdidos anónimamente en
un “todo” ni sólo mirándonos nuestro ombligo.
En el centro, el hombre, el
hombre como persona que es, independientemente de su raza, de su sexo, de su
cultura, de su nacionalidad, de su religión,…
El hombre, la persona, como
el centro de toda actuación y no los intereses de algunos colectivos o naciones
privilegiadas.
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