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PORVENIR DE LA
RAZÓN EN LA
ERA DIGITAL.
La tecnología, además de una
infinidad de artefactos creados por el hombre, es una mentalidad, una manera de
acercarse y vivir la realidad.
Esta mentalidad tecnológica
mira al futuro y no ve el fin, y las personas con dicha mentalidad se lanzan a
afirmar que “ya, todo es posible”.
Están convencidas de que
llegará a poder viajar por el tiempo y asistir, en vivo y en directo, a la
“Toma de Granada” o al “Desembarque de Colón en América”.
Los infinitos mundos
posibles, de los que hablaba Leibniz, parecen estar ahí a la vuelta de la
esquina, aunque desconozcamos, todavía, la esquina y el cuándo de su aparición.
Todo es cuestión de dinero y
de tiempo y cuanto más del primero, menos del segundo.
Están convencidas de ello.
La mentalidad técnica goza de
excelente salud e imprime carácter a ciertos estratos de la cultura.
La ficción y la realidad cada
vez están más cerca, nublándose las fronteras entre ambas y sólo es cuestión de
tiempo que la ficción desaparezca como tal convertida en realidad.
El vertiginoso avance de la
tecnología da pie a ello e igual que uno ve real una guerra nuclear otro se ve
residiendo en Marte.
La imaginación no tiene freno
ni marcha atrás.
Hoy, hablar de
“ciberfilosofía” suena hasta bien, como si hablar de “ciberespacio” fuera como
hablar del Océano Atlántico.
No descubrimos nada nuevo si
afirmamos que vivimos en una “cultura de lo irreal”.
Es tanta la abundancia de
información colgada en internet, disponible y alcance de cualquiera, que
cualquiera puede hablar y escribir sobre casi todo y sin dominar casi nada.
Sabiduría, conocimiento e
información son conceptos que no deben ser considerados como equivalentes y
confundirlos es el fundamento de la desinformación.
Yo conocía la “navaja de
Ocham”, de lo que nada sabía es de la “navaja de Skinner”: “Si no puedes
explicar algo, haz como si no existiera”
CELEBRACIONES.
Dicen que los españoles, (y
entre ellos los andaluces van en cabeza), tienen la macabra costumbre de
celebrar a quien acaban de crucificar.
A este salmantino (yo) una de
las primeras sorpresas con las que se encontró al cruzar Despeñaperros fue la
multitudinaria asistencia de personas en los entierros, acompañando en el
espacio a los familiares pero siendo, en realidad, una más de las tertulias
entre amigos y/o conocidos hablando de los divino y de lo humano y, sobre todo,
de fútbol.
DE EXCESOS.
Para recuperar la búsqueda de
la verdad sería necesario un “exceso de pensamiento” y es necesario (aunque
muchas veces sea conveniente) huir del “exceso de lenguaje”.
Hablar menos, pensar más.
Exceso de ilusión y escasez
de palabra.
AUSCHWITZ
Auschwitz fue otra cosa.
Decir Auschwitz es recordar
el TRIPLE SILENCIO.
1.- El que aisló a Auschwitz
del resto del mundo, y por el que se distingue de los otros momentos con los
que quiere comparársele (Hiroshima, Chernobyl,…) y es que éstos fueron hechos
sonoros y el grito de dolor inmediatamente alcanzó y sobrecogió al mundo
entero: los comunicados de guerra o de catástrofe…había testigos…al instante,
al menos, había socorros,…mientras que en Auschwitz todo se desarrolló, se
ejecutó, se consumó, durante semanas, meses, años, en el silencio absoluto,
aparte y a la deriva de la historia.
2.- El silencio prudente,
incrédulo, perplejo de los espectadores y, finalmente, y no menos escandaloso
3.- El silencio de Dios, lo
más grave, lo más alarmante, en un pueblo fervorosamente creyente y obediente a
su Dios.
¿Y Dios qué? ¿Dónde estaba
Dios? ¿Por qué calló? ¿O es que nunca existió? ¿O es que Él también murió en
Auschwitz? ¿Habrá que disculpar a Dios haciendo culpables a las víctimas?
¿Cuál fue el delito de las
víctimas? Sencillamente existir, haber nacido.
El millón largo de niños
judíos masacrados en el holocausto nazi no murieron a causa de su fe, ni a
pesar de ella, ni por razones en relación con la fe judía.
Después de que la ley nazi
hubo definidos como judíos a todos los que tenían un abuelo judío, los judíos
fueron masacrados a causa de la fe judía de sus bisabuelos.
Este crimen “contra natura”,
este crimen inmotivado, este crimen exorbitante, es, al pie de la letra, más
que un crimen físico (que también) fue un “CRIMEN METAFÍSICO”
EL NIÑO.
Cuando las SS ahorcaron a un
niño en el campo de Buna, ante los prisioneros dispuestos en formación y que
tenían que desfilar delante de su cuerpo, balanceándose y agonizante durante
media hora todavía, más de uno se preguntaba en silencio o se preguntaba en voz
alta: ¿Dónde está Dios?
El prisionero que sobrevivió
se respondía a sí mismo: “¿Que dónde está?, Ahí está. Está colgado ahí, de esa
horca.
¿Y los niños, muchos de ellos
nacidos en Auschwitz, y que fueron arrojados al foso del que ascendían llamas
gigantescas? ¿Cuál pudo ser su delito?
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