LOS TRES MUNDOS.
Para Popper (y para muchos
como yo) la Historia
de la Verdad
es/ha sido la Historia
de los Errores cometidos y los intentos de superarlos.
La racionalidad –afirma – es
la disposición a aprender de nuestros errores.
La búsqueda de conocimiento
objetivo ha sido el último paso en la evolución de la especie humana.
En su obra “El cuerpo y la
mente” trata de manera extremadamente clara algunos de los temas más
importantes: Los Tres Mundos.
La distinción entre la
“realidad física” (Mundo 1), los “estados mentales” (Mundo 2) y los “productos
de la mente humana” (Mundo 3).
Por ejemplo, esta mesa, la
euforia y una novela.
La vida viene descrita como
una continua y continuada resolución de problemas.
La teoría de la “evolución
emergente”
El juego de “Conjeturas y
refutaciones” (título de otra obra)
No estamos inventando nada si
afirmamos que el mundo está dominado por el azar y la contingencia.
El mismo ser humano deja de
ser, y de aparecer, como la culminación “necesaria” del proceso evolutivo sino
que ha surgido incidentalmente.
Aparecimos pero podríamos no
haberlo hecho, o haberlo hecho de otra manera.
Somos un “accidente cósmico”
o “nada más que polvo de estrellas”.
Aparecimos ayer mismo.
Y estamos abocados a
extinguirnos en los próximos años, o próximos días. Disponemos de armas
mortales para ello.
Podríamos desaparecer, con
nuestra colaboración, como un día desaparecieron los dinosaurios, y sin
intervenir ni inferir en su extinción.
RELATIVISMO
El relativismo consiste en un
ataque sistemático a la pretensión de universalidad de nuestras prácticas
(epistémicas, éticas o estéticas).
Lo que niega el relativista
es la posibilidad de universalizar en ningún sentido, racionalmente admisible,
creencias o prácticas cuya validez, sin dejar de ser reconocidas, son
restringidas a ámbitos extremadamente concretos.
Valen, pero no valen ni para
todos, ni para siempre, ni para cualquier tiempo y lugar. Su ámbito de valor es
muy restringido.
En Occidente van diluyéndose
algunos de sus más enquistados prejuicios, por ejemplo el valor inferior de la
mujer o el supervalorado valor de la autoridad eclesiástica.
Podríamos afirmar que los
valores han dejado de valer de manera absoluta y mientras algunos han pasado a
ser disvalores otros sólo se dan en ciertas dosis.
SÓCRATES
Sócrates es inmortal, no
tanto (aunque también) por su fuerza argumental, en su ágora de Atenas, ante
cualquier tipo de personas, como porque Sócrates “da que pensar” a cualquiera,
y en cualquier momento, por su coherencia entre su pensar y su obrar.
Así deberíamos ser todos,
unos Sócrates ante las nuevas situaciones que disfrutamos, padecemos o
sufrimos.
Ser socrático es comportarse
en la vida, individual, social o política, como lo haría él si estuviera entre
nosotros.
Ser socrático es hacer
fructificar su “ethos” en la nueva Atenas en la que vivimos y en la que fuera
absurda la administración de la cicuta….
No solo su pensamiento,
también su comportamiento, está más allá de su biografía.
Repensar el proceso en que
fue condenado nos ayudaría a repetirlo.
Su entereza moral quedaría
valorada.
Obedecer la ley aunque la ley
me condene y luchar para anular tan injusta ley,
EL HOMBRE.
¡Cuántas definiciones no se
habrán dado del hombre¡
Aunque la que ha prevalecido, durante cientos y
cientos de años, es la que nos entregó Aristóteles: “Animal (viviente sensible)
racional”.
“Viviente” (como las plantas),
“sensible” (como los animales) y “racional”, como o en exclusiva.
La razón es una facultad
superior a la sensibilidad porque deduce de hipótesis, o de supuestos,
conclusiones necesariamente obligatorias (en su función deductiva) y
conclusiones probablemente verdaderas (en su función inductiva)
Pero es una facultad inferior
a la “inteligencia”.
Mientras la razón, en su
actuar como tal, es un proceso, un recorrido, un encadenamiento,… la
inteligencia es la captación inmediata e instantánea de la verdad o de la
falsedad de una proposición.
De Dios se dice que es
“infinitamente sabio-inteligente-intelectual”, decir de Él que es “racional”
sería rebajarlo de categoría.
Hoy, muchos son los que
definen al hombre como el “animal hermenéutico” y, a mí, me gusta más que la de
Aristóteles.
Aunque, también, y en otra
acepción, más integral, también me gusta, y mucho, la definición del hombre
como “animal frágil” y/o “animal vulnerable”.
Somos animales
contradictorios, empeñados en vivir mucho y bien, pero cogiendo el camino
equivocado,
Es absurdo “morir”, sin
más, y más absurdo es “morir de éxito”
en la apuesta por “querer vivir bien”
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