LOS PROBLEMAS DE GAIA.
1.- El primero y principal es
la SUPERPOBLACIÓN.
Es verdad que cada vez
tenemos más conocimientos, pero parece que cada día somos menos sabios.
Conocemos los mecanismos de
la reproducción y que si una bandada de espermatozoides son depositados en una
vagina correrán, como locos, a horadar la piel del óvulo y fecundarlo.
Y conocemos que a los 9 meses
el óvulo fecundado, desarrollándose, recorriendo varias fases, se convierte en
un niño.
Así funciona la naturaleza en
todos los niveles de la vida. También en la naturaleza humana. Si la dejamos
sola siempre va a actuar así. Pero los hombres, además de seres naturales,
somos animales culturales.
Y la cultura viene a suplir,
a corregir, a perfeccionar, a la naturaleza.
Tenemos un infección y la
naturaleza sigue su curso (fiebre, dolor, malestar,…), primero defendiéndose
pero, si no puede con el enemigo, acudimos a la cultura (el Centro de Salud)
para que el médico (cultura) nos recete un anti-biótico (cultura) para
debilitar, espantar, matar al causante de la infección.
Tenemos relaciones sexuales y
la naturaleza sigue su curso, pero acudimos a la cultura (preservativos,
ligaduras, anticonceptivos…) para que la naturaleza no consiga su objetivo.
Cuando la mujer va a parir, la
cabezota exagerada del “nasciturus” no cabe para salir por ahí, la dilatación
produce enorme dolor (natural) por eso recurrimos al Hospital (cultura), para
que el ginecólogo (cultura) nos…….. (cultura).
Podemos y debemos tener los
hijos que queramos, cuando queramos, como queramos, pero sólo aquellos a los
que podamos proporcionarles
expectativas de una vida feliz.
Es lo sensato.
Si en otro tiempo, cuando la
naturaleza dominaba y la cultura estaba ausente o en pañales todavía, cada niño
traía “un pan debajo del brazo”, hoy no es así (se dice que trae un cheque a
cobrar por cantidad desconocida y que iremos firmándolo a lo largo del tiempo).
En otro tiempo la naturaleza
cribaba a los niños y un sarampión por aquí, las paperas por allá, la viruela,
la malaria,… cualquier infección, los daba de baja de la vida y los pocos que
sobrevivían eran mano de obra, un seguro de vida para los ancianos padres.
Pero hoy tenemos la cultura.
Consideramos un error
imperdonable dejar morir a un niño.
Niño que nace, niño que, por
lo general (INSISTO, por lo general) sigue viviendo, sobre todo en los países
desarrollados (aunque, hora mismo, la listeriosis…)
Sólo los jefes de la tribu,
para fortalecerla, reclaman más futuros guerreros.
Pero ¿Y las religiones?
“Recibid los hijos que Dios os dé”, demonizar los métodos anticonceptivos, considerar
pecaminosas las relaciones sexuales que no sean heterosexuales y sin haber sido
previamente bendecidas, uniones “atadas
por Dios hasta que la muerte los separe” y sin protección, siempre abiertos a
la fecundación.
¡Una barbaridad¡.
¡Tan difícil de comprender es
que el precepto divino de “creced y multiplicaos y llenad la tierra” es un
precepto para épocas de predominio de naturaleza y escasez de cultura¡
No se puede/no se debe descontextualizar
el precepto.
¿Cómo va a seguir siendo
válido lo que sí lo era hace 3.000 años?
Y, además, se lo califica no
como palabras de hombres de una cultura determinada, sino como “palabra de
Dios”, con el halo de misterio que ello crea, que incita a temer su no
cumplimiento más que a amar el precepto.
Hay que procrear, cuanto más
mejor, para llenar el cielo de almas.
Las familias numerosas son
“una bendición de Dios”.
Y donde más cala este mensaje
es, en general, en países con menos peso económico y menor nivel cultural,
aunque la cultura haya plantado allí hospitales, vacunas, doctor@s,
enfermer@s,.... Con lo que el problema se les agrava.
Hambrunas, desnutrición,
deshidratación, enfermedades,…miseria, desastre humano.
Demasiada gente para tan
pocos y tan pobres recursos.
El año 1.000 éramos menos de
500 millones de personas. El año 2.000 ya éramos 6.000 millones. Pero es que en
1.930 no éramos más de 2.000 millones. Y el año 2.050 serán (¿seremos?) más de 9.000
millones, si seguimos al mismo ritmo, en esta explosión demográfica.
Cada año muchos millones más
de personas.
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