B.-
NATURALEZA
“Naturaleza”
– “natura” – “nasci” – “nacer”. Es aquello con lo que se nace, lo congénito,
aunque no se haya desarrollado, todavía, en el momento de nacer.
“Naturalmente” si el hombre
“ha nacido” es un “ser natural”, posee una “naturaleza”, puesto que ha nacido.
A partir de los años 50,
influenciado por la teoría de la información y de la cibernética, comenzó a
considerarse al ser vivo como “un
sistema organizado y muy complejo, de materia físico-química, capaz de
autoorganizarse, reproducirse y actuar (vivir) gracias a la información que
lleva escrita en sus genes”.
“Programación genética” –
“programación de una computadora”, no son iguales, pero parecidos, porque entre
otras cosas la programación genética no puede modificarse a voluntad, mientras
que sí pueden meterse o sacarse datos de la programación de este ordenador con
el que estoy, ahora mismo, escribiendo.
Igualmente ¿qué decir de la
reproducción?
En ese programa genético
están contenidas todas las operaciones que recorren cada vez el ciclo entero,
que conducen a cada individuo desde su nacimiento hasta su muerte.
Está todo fijado, pero no con
rigidez, hay siempre margen de maniobra (puedo ponerme en huelga de hambre).
En el día de hoy, la
naturaleza humana se entiende como “pre-programación”, como “información
genética”.
El soporte físico-químico (es
decir, el cuerpo) no forma parte de la naturaleza misma.
Ésta es sólo “forma”
(“in-forma-ción”), no materia, por eso puede transmitirse.
(Esto ¿no es volver al
hilemorfismo aristotélico?).
NO.
Porque para Aristóteles la
forma o naturaleza es eterna e
inmutable, mientras que la información genética es un producto de la evolución
y puede transformarse (las mutaciones).
Lo desarrollado a partir,
exclusivamente, de dicha información genética, debería ser llamado “natural”,
pero no “naturaleza” (como el pelo, su color, la memoria,…).
El ser humano posee una
“naturaleza” y ésta no es nada misterioso, es “información genética”, que no es
eterna, que es un producto evolutivo y que sigue evolucionando.
Pero…. esto crea dos
objeciones:
1.- ¿BIOLOGISMO?
La consecuencia de esto es
que si los seres humanos actúan siempre y necesariamente con arreglo a las instrucciones inscritas en
sus genes, habrá que decir “adiós” a la libertad, porque en el reino de la
necesidad….
¡Claro que si las
instrucciones genéticas no fueran específicas sino en términos de estrategias
sólo generales…….¡
Es decir, que aunque el ser
humano no viene al mundo como una “hoja en blanco” (un disquete vacío) sino
pre-programado, ello no implica que no pueda ejercer un control sobre sus
programaciones.
2.- ¿CONSERVADURISMO?
Si todo estuviera
pre-programado –y lo estuviera rígidamente- el ser humano sería un autómata.
Pero no es así.
La gran paradoja es que el ser humano también está
programado para aprender nuevas conductas.
Lo que en otros tiempos pudo
servir hoy puede ya no hacerlo.
Puede que arrastremos con nosotros
cargas históricas que ya han dejado de ser adaptativas.
¿Para qué sirve el apéndice?
Y todos lo tenemos.
¿Es la “agresividad” una
conducta aprendida o es reactiva (reacción ante una frustración)?
Es probable que como en el
resto de los animales estemos programados para determinados comportamientos
agresivos (defensa del territorio, de la propiedad, de los hijos, conquista del
alimento…)
¿No surgirá la “agresividad”
en unos niños viviendo y educándose en un ambiente pacífico?
La agresividad puede surgir
en cualquier momento.
El recelo o temor o miedo
ante lo extraño es algo innato, pero la xenofobia se aprende.
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