lunes, 2 de septiembre de 2019

TEORÍA GAIA ( 5 )



¿Por qué ese equilibrio de la salinidad?

¿Por qué no se congelaron los mares, en los orígenes de la tierra cuando la radiación solar era  una quinta parte de la actual, demasiado débil para calentarse?
¿Por qué no se congelaron?

Tendrá que haber habido algún tipo de HOMEOSTASIS.

Así lo explica Lovelock:

“La atmósfera terrestre, entonces, contenía más dióxido de carbono que en la actualidad. Pero aparecieron las plantas para reducir la proporción de dióxido de carbono en el aire. A medida que el sol subía la temperatura el dióxido de carbono, con sus propiedades de retención del calor, disminuía en la medida exacta, a lo largo de milenios”

Gaia estaba actuando por medio de las plantas para mantener el mundo a temperatura óptima para la vida.


REFLEXIONES/CONSIDERACIONES PERSONALES.

Estoy acercándome e introduciéndome en la comprensión de una teoría, GAIA, que me era desconocida.

Los filósofos siempre hemos dicho que la ciencia comenzó a avanzar cuando, de ser “teleológica” (aristotélica) pasó a ser “mecanicista” (moderna).

Cuando el “PARA” fue sustituido por el “PORQUE”.

Cuando en vez de mirar hacia “adelante”, para explicar un fenómeno presente “aquí”. Cuando en vez de buscar el FIN, el TELOS, la CAUSA FINAL, se mira hacia “atrás”, buscando la CAUSA EFICIENTE, explicativa del fenómeno presente.

El “PARA” está clarísimo en la explicación de los “seres artificiales”.
Una “silla” la ha hecho “alguien” (Causa Eficiente) PARA algo (ganar un salario, sentarse, entretenerse, cambiarla, regalarla,… (Causa Final).

Todo “ser artificial” requiere de un “artífice” que lo haya hecho, pero éste nunca lo habría hecho si no hubiera habido, previamente, un PARA, un FIN.

(Los antiguos decían: “finis, primus in intentione, ultimus in executione”).

Pero cuando este esquema, válido para los “seres artificiales”, (Causa Final à Causa Eficiente), lo transponemos, lo aplicamos, a los “seres naturales”, ¿No estaremos dando un paso en falso?, ¿No estaremos cometiendo un “error de categoría”?
        
Las montañas no tienen un PARA.
Las casas sí tienen un PARA.

El sol, la tierra, el mar, ¿tienen un PARA?

Cuando surgen las plantas PARA reducir la proporción de dióxido de carbono en el aire, ¿no estamos, en el fondo, afirmando y aceptando la existencia de una mano oculta que todo lo mueve?

¿No es Gaia una entidad “ad hoc”, traída ex profeso, pero que no se deja atrapar por la ciencia?

Cuando surgió el Psicoanálisis, y se propuso como teoría explicativa, la gente alucinaba, porque todo tenía una explicación a través de él.
Se convirtió en una Teoría omniexplicativa, cuando, en realidad, una teoría que lo explica todo, no explica nada.
Si sirve para todo, no sirve para nada, como teoría (otra cosa es como método terapéutico).

Yo, Tomás, me he tirado al charco de Gaia y seguiré nadando hasta llegar a la orilla o me quedaré anclado en una roca en el camino, o seré engullido sufriendo  más de un ahogadillo. No lo sé.

Son Reflexiones que voy haciéndome según voy, no sé dónde acabaré.
De momento, y hasta el presente, veo a Gaia como una teoría que me recuerda a Teillard de Chardin, pero desprovisto de religión, aunque con tintes algo místicos.

(Esto es lo que pienso hoy. ¿Y mañana?)

Porque seguiré.

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