Pero, para más INRI la
mayoría de los recursos son consumidos por una minoría de países desarrollados.
Los países que más crecen
económicamente son los que menos crecen demográficamente.
Y viceversa.
Y ése es el drama, esa es la
tragedia.
Antiguamente las guerras eran
uno de los filtros de regulación de la población (además de las pestes,
sequías, hambrunas….).
Hoy disponemos de foros de
diálogo y discusión para evitar las guerras, siendo sustituidas por acuerdos y
tratados cuyo cumplimiento está, más o menos, vigilado.
Las nuevas técnicas agrícolas
y las nuevas tecnologías de la industria, así como los conocimientos y
servicios sanitarios, y las O.N.Gs,… han cerrado los filtros. Ya son menos los
que caen.
Esto, que en sí, es
elogiable, también es un desastre humano si no se aplica la cultura a la
natalidad.
El problema más importante
que sufre la humanidad, hoy día, es el de la superpoblación.
Cuando, en realidad, está en
nuestras manos la regulación de la misma, sin tener que recurrir al cielo y los
distintos dioses de las variadas religiones.
¿Seremos los humanos la causa
directa de la próxima extinción de seres vivos, incluidos nosotros mismos, los
humanos?
¿Estamos poniendo las bases
para un suicidio, ya no colectivo, sino universal?
¿Es posible que los últimos
en llegar a la biosfera estén acabando con ella, incluidos ellos mismos?
Parece absurdo, es triste,
pero es real, es verídico.
Y los dioses, masculinos y machistas, de las
grandes religiones, empeñados en que la
diosa femenina, Gea, fracase.
Sus sacerdotes, estimulando o
amenazando con el arma dialéctica de la fe y prometiendo la vida eterna, pero
tras la muerte de ésta, están consiguiendo más que los humanos que, con su
razón o su sinrazón, están acelerando el fin de ésta.
Parece estar roto o bloqueado
el freno de la razón, que clama por un control de la natalidad, mientras el
motor de la fe, sigue, y sigue, y sigue, como unas Duracels cargadas con
energía divina.
EXCESO DE POBLACIÓN, un gran
problema para Gaia.
2.- CONSUMO DESMESURADO.
El problema anterior provoca
este segundo problema.
El excesivo consumo de
recursos naturales, exigido por nuestro desarrollo tecnológico y por la demanda
humana de esa superpoblación, que se ha acostumbrado a comer.
Y sabemos que esos recursos,
esenciales, son finitos, limitados, hay los que hay, llevan grabada su fecha no
de caducidad sino de agotamiento.
Este consumo desmesurado e
irresponsable es una violación, un abuso del planeta.
Estamos convirtiendo a la Tierra en un planeta
esquilmado, en un cementerio aplazado.
Pero nadie quiere renunciar a
lo hasta ahora conseguido y bajar escalones de la plataforma del bienestar al
que todos nos hemos encaramado.
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