Ya hemos dicho y repetido que
el 4º evangelio, el atribuido a Juan, poco o nada tiene que ver con los otros
tres, los canónicos o sinópticos.
Ha llegado, incluso, a
plantearse la hipótesis de si no habría sido la propia María Magdalena la
autora del mismo y no el apóstol Juan.
Y si no la autora, sí la
inspiradora del autor de ese 4º evangelio.
Yo siempre había leído que el
autor de El Cantar de los Cantares, un libro sensual y erótico, había sido un
varón el autor pero hoy se duda si no habría sido una mujer.
¿Pudo ocurrir también con el
4º evangelio, que fuera una la autora y no un autor?
Hablamos de hipótesis, pero
lo cierto es que la Iglesia
tampoco ha podido formular con certeza el nombre del autor del 4º evangelio.
Como tampoco ha podido
constatar que los autores de los sinópticos hayan sido Marcos, Mateo y Lucas
aunque, al ser sinópticos, se supone que los tres bebieron de una misma fuente
anterior
Pero el 4º evangelio es
totalmente distinto a los otros tres, tanto en su estructura y sensibilidad
como en su forma y en su fondo, en lo que cuenta.
Incluso cuando narra un hecho
que también aparece en los otros tres lo hace como por libre, de manera
diferente.
Pero lo que más sorprende es
lo que omite de los otros tres y con el agravante de haber sido escrito hacia
el año 90, unos 30 años posteriores a los otros tres y se supone que los tenía
que conocer.
¿Entonces, por qué tan
diferente?
Se ha dicho que el autor era
el “discípulo amado”, pero nunca aparece quién es ese “discípulo amado”, es
como un personaje anónimo, siempre sin nombre, siempre misterioso.
Tan misterioso que hoy se
sospecha que fuera María Magdalena, porque como los evangelistas no habrían
querido darle demasiado protagonismo a la compañera sentimental de Jesús, la
transformaron en un nombre masculino.
Ella, la Magdalena , sería el
“discípulo amado” y se habría ocupado en redactar un evangelio, el 4º, muy
distinto a los otros tres, ya que tiene un substrato gnóstico que lo caracteriza.
Recordemos cuál es su inicio:
“En el principio era la
Palabra , y la
Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios”…”y la Palabra se hizo carne y
habitó entre nosotros”
El 4º evangelio pudo haber
tenido varias redacciones antes de la definitiva y pudo haber sido adaptado
para evitar que se supiese que la verdadera inspiradora del texto era María
Magdalena.
¿Quién ese misterioso
discípulo a quien Jesús amaba más que a los demás?
En la Última Cena, cuando
Jesús anuncia que uno de los 12 lo va a traicionar, Pedro sugiere “a uno de sus
discípulos, aquel “a quien Jesús amaba” que le preguntara al Maestro de quién
estaba hablando, quién iba a ser el traidor” (Juan 13, 23-24)
Y, tradicionalmente, se ha
entendido que ése “discípulo amado” era Juan.
Pero ¿por qué se quiso
ocultar el nombre de dicho discípulo anónimo? ¿No parece algo incomprensible?
Por eso las hipótesis
modernas hayan imaginado que, si no se declaraba el nombre, era porque no se
debería declarar. De donde se sigue que podría ser María Magdalena que, en la
primera redacción era la líder de la comunidad gnóstica, que acabaría entrando
en conflicto con la comunidad de Pedro, inclinada a no dejar espacio a las
mujeres en la nueva secta cristiana.
Por miedo a que apareciera
una mujer como la líder espiritual de la comunidad cristiana que dio origen al
famoso 4º evangelio. Por lo que en vez de figurar su nombre, María Magdalena,
apareciera, camuflado bajo la locución “discípulo amado”, siendo una mujer.
Si ya el 4º evangelio tuvo
serías dudas para ser considerado “de inspiración divina” si, además, hubiera
sido una mujer…
De los tres grandes gnósticos
sobresale Valentín, por encima de Marción y Basílides y los “gnósticos
valentinianos” trataban de formular una teología cristiana pero basada en presupuestos
gnósticos propios de la mística oriental, aceptada por la Iglesia Oriental y no mucho por
la comunidad ortodoxa o jerárquica.
Típico del gnosticismo y del
4º evangelio es el dualismo, el uso frecuente de los términos contrapuestos:
“arriba-abajo, “luz-tinieblas”, “verdad-mentira”, “Dios-diablo”, “Dios-mundo”…y
siempre en la línea de un concepto de salvación mediante el conocimiento.
Aunque el evangelio en sí no
pueda considerarse gnóstico (César Vidal), pero sí su base.
Según algunos eruditos hubo
dos redacciones del 4º evangelio: la 1ª inspirada por María Magdalena y la otra
redactada más tarde, cuando una parte de dicha comunidad se escindió y se
asimiló a la facción del grupo de Pedro
y de los otros apóstoles varones. Y así se explicaría que acabara
atribuyendo al misterioso “discípulo amado” para ocultar que pertenecía a la
comunidad de la Magdalena.
Y esta teoría tiene más visos
de verdad sobre todo tras el descubrimiento de los manuscritos gnósticos del
desierto de Egipto, traducidos al copto desde el griego y escritos en la misma
época que los canónicos o sinópticos.
En ellos ya aparece que una
de las primeras comunidades cristianas, de corte gnóstico, fue la de la Magdalena.
Ya hemos dicho que la Magdalena tiene que ver
mucho con este 4º evangelio por la cantidad de detalles que aparecen en él,
sobre todo en el Domingo de Resurrección, cuando la escena de la primera
aparición del Resucitado, lo que indica que el autor de este 4º evangelio sólo
pudo escribirlos quien los hubiera vivido o los hubiera contado de primera
mano.
Si la Magdalena nada hubiera
tenido que ver con el 4º evangelio, y sólo fuera de Juan, desde el principio
¿Por qué hubo tanto recelo en la comunidad ortodoxa de Pedro para aceptar que
era un evangelio inspirado? Y es que el componente gnóstico llevaba a ponerlo
en relación con la comunidad cristiana gnóstica que tenía como líder a la Magdalena.
Los visos de que, en la
primera versión, tenía que ver con la comunidad gnóstica de la Magdalena y, en la
versión definitiva, se obvió su nombre sustituyendo por “el discípulo amado”.
Así se restaba protagonismo a María Magdalena, mujer.
¿Y cuando aparecen juntos “el
discípulo amado” y la
Magdalena ? Cabría deducir
que son personajes distintos.
“El discípulo amado” tiene
acceso al Palacio del Sumo Sacerdote, mientras Pedro no lo tiene.
Él cree enseguida en la
resurrección, como la
Magdalena , mientras Pedro no.
Él es el primero que reconoce
a Jesús cuando se les aparece a los apóstoles, mientras Pedro no.
“Señor: ¿y éste qué?! –le
pregunta Pedro al Maestro (refiriéndose al “discípulo amado). “Y si quiero que
éste permanezca hasta que yo vuelva, ¿a ti que?” –es la respuesta de Jesús.
¿Se está refiriendo a Juan,
cada vez que se dice “discípulo amado”? ¿O no existió ese enigmático personaje
y todo fue una estratagema para ocultar el nombre de la Magdalena ? (porque
siempre identifica a quien o al que se habla).
¿A quién le confía Jesús el
cuidado de la madre, cuando está en la cruz?
¿Pero en la cruz no estaban
sólo las tres Marías: la madre, su hermana, la de Cleofás y la Magdalena ? ¿Quién era
ese “discípulo amado” si sólo estaban las tres mujeres?
El otro pasaje es cuando la Magdalena , al ver el
sepulcro vacío va donde estaban escondido Pedro y el otro discípulo, a quien
“amaba Jesús” Juan…y “el otro discípulo” corrió más y llegó antes, porque era
más joven”
Si hay, siempre una rivalidad
entre Pedro y el “discípulo amado”, por una parte, e igualmente entre Pedro y la Magdalena ¿no sería la
misma persona?
Por eso Pedro afirma que “la
prefirió a ella sobre ellos”
Si todos lo sabían ¿por qué
omitir su nombre? ¿Qué motivo había para ocultar el nombre de alguien tan
fundamental en la vida de Jesús?
¿No pudo ser convertir en
nombre masculino a una mujer, femenina? ¿Una “María Magdalena disfrazada”?
Lo cierto es que NUNCA lo
sabremos.
¿Y qué pasaría si supiéramos
que era ella la autora o la inspiradora del 4º evangelio?
Pues no debería pasar nada.
Tampoco sabemos quiénes
fueron los autores de los sinópticos. Si se les atribuyeron a ellos es por un
deseo de conferirles autoridad evangélica.
Es lo mismo que ocurre con
muchos libros del Antiguo Testamente, de los que se desconoce el autor pero se
les designa uno significativo, Moisés, el rey David o Salomón, que es un
recurso literario, poco fiable desde el punto de vista histórico.
Por ejemplo, Los Proverbios,
atribuidos al sabio Salomón, son compilaciones, en su mayoría, de la sabiduría
popular hebrea.
El epílogo del 4º evangelio
sí parece un añadido, escrito más tarde.
Para dar autoridad al texto
se dice: “éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas y las ha
escrito, y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero” (Juan 21, 24).
Aunque dicho añadido podía
ser igual de válido si el autor del 4º evangelio fuera la Magdalena , testigo
privilegiado de la vida de Jesús, en vez de ese discípulo sin nombre.
Muy convincente, Estoy en acuerdo por completo. Probablemente inspirado en la hipótesis original de Ramón K. Jusino o Justino.
ResponderEliminarGracias, "desconocida", por entrar en mi blog.
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