Las primeras palabras
pronunciadas por María fueron en forma de pregunta: “¿cómo será eso posible si
no conozco varón?”.
Tendría ella entre 12 o 14
años, casi una niña, que se asusta ante la visita de un ángel.
María sabía que sólo estaba
comprometida con su futuro esposo, con quien aún no convivía, y con quien no
había tenido ni tenía relaciones sexuales.
No es obediente, sin más.
Pregunta y pregunta.
Y como no se convence, de
momento, el ángel le dice, para convencerla, que su prima Isabel, ya en su
vejez, está ya en su 6º mes de embarazo.
Muchas veces leí, y canté, el
Magnificat, y ahora me pregunto si una niña podía haber escrito ese himno tan
magnífico o si no era más propio de una persona adulta e instruida.
Esa defensa de los oprimidos,
y contra los ricos y poderosos, ese exponer a un Dios duro y severo con el
poder y la tiranía, al tiempo que misericordioso con los pobres y humillados,
independientemente de que fueran vírgenes o no, es lo que cantan los Teólogos
de la Liberación. Más
que los Teólogos Oficiales y la
Iglesia masculinizada y jerárquica,…
Esta María no es la de una
mujer dulce, noble, triunfal, casi reina, rica en joyas y vestidos de seda, a
quien levantan tronos de oro y santuarios, superenjoyada por familias pudientes,
como queriendo calmar o apagar el sentimiento de culpa cometido contra sus
súbditos o semiesclavos.
Si la primera vez que habla
es preguntando “cómo es posible que…”, en la Anunciación y el
Magnificat, la segunda vez es preguntando a su hijo “por qué nos has hecho
esto…” cuando a los 12 años siguientes, mientras la visita al Templo de
Jerusalén, su hijo Jesús no vuelve en la caravana de regreso a Nazaret, hasta
que se dan cuenta de su ausencia y vuelven a Jerusalén en su busca y lo
encuentran en el Templo discutiendo con
los Doctores de la Ley.
“Hijo, ¿por qué nos has hecho
esto? Mira que tu padre y yo, angustiados, andábamos buscándote”.
Una duda. ¿Por qué no lo hizo
su padre, y sí su madre (de unos 24 años), cuando se sabe que la mujer, en
aquellos tiempos….?
¿No sería que el hijo era
demasiado travieso y es la madre la que mejor capea el temporal y las
situaciones difíciles?
No le echa un rapapolvo, no
le pega agarrándolo por el brazo y zamarreándolo, sino que lo trata como a un
adulto (y con 12 años).
“Ellos no entendieron la
respuesta que les dio” Y “su madre conservaba todo esto en su corazón”.
¿Lo guardaría su padre en el
“entendimiento”?
Si es Lucas el que nos narra
las dos primeras veces que María habla, con palabras-preguntas, la tercera vez
que habla nos la cuenta Juan, en el 4º evangelio, en las bodas de Caná, en que
ya no pregunta sino que es una “información” a su hijo: “no tienen vino” y,
luego, una “orden” a los sirvientes: “haced lo que él os diga”.
Y ya sabemos todos lo de la
conversión del agua en vino, y lo que los invitados dicen al novio,…
Es un milagro difícil de
explicar y una boda enigmática. ¿De quién, para ser invitados la familia entera
y hasta los discípulos?
¿Es un hecho histórico o un
recurso literario de Juan?
A María también le gustaba la
alegría, no deseaba que la fiesta terminara y si no había vino…
¿Podría/querría Jesús hacer
el milagro? Porque la respuesta que dio a su madre…y la orden de la madre a los
sirvientes ante la respuesta de Jesús…
Acabada la fiesta se marchó a
Cafarnaún, con su madre y sus hermanos (¿los seis?)
También es el evangelista
Juan, y sólo él, el que coloca a María a los pies de la cruz aunque, en esta
situación, no es ella quien habla sino el crucificado: “mujer, he ahí a tu
hijo”.
Aunque, como en otro lugar
nos hemos interrogado: ¿”tu hijo” o “tu hija”? y que, después sería
masculinizado.
“Su familia creía que estaba
loco”
¿También su madre o sólo sus
hermanos?
Jesús, en la cruz, ante el
grito de: “Eli, Eli, ¿por qué me has abandonado?” ¿Se sentía como Dios o como
un hombre en la cruz, impotente?
Y a su madre, allí abajo, a
sus pies, ¿la veía como a una reina, como a una virgen concebida sin pecado
original, como Madre de Dios… o, simplemente, como “madre de un hombre” que
presentía iba a quedarse sola, tras su muerte?
Y se la confía a un amigo (¿a
Juan o a la Magdalena ?),
pero no a Pedro ni a su futura Iglesia.
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