El estudio de
Se trata, en este primer
encuentro con la filosofía, ser muy claro, muy preciso, muy serio, muy
antifanático, sólo fanático en la búsqueda de la verdad y con anchura de miras.
Son muchas las preguntas que
van surgiendo, a diario, en el discurrir del curso, y ninguna debe pasar
inadvertida, no escuchada y sí dialogada y respondida, por lo que seguramente
se frena el desarrollo del temario, pero es preferible así.
Al finalizar el curso el
alumno debe saber “habérselas con las cosas” distinguiendo constantemente que
son muchos los textos y las doctrinas que se envuelven en una doble lectura: la
patente o manifiesta (lo que parece decir) y la latente u oculta (lo que
realmente quiere decir el texto), para lo que ayuda, siempre, su
contextualización.
Es el problema de la
“máscara” y el “desenmascaramiento”.
Pero debe filosofarse no sólo
sobre el libro de texto oficial (que también), sino que continuamente están
apareciendo películas, novelas, acontecimientos,… que pueden y deben ser
tratados filosóficamente.
(Me viene, ahora, a la mente
la novela de Umberto Eco y la película del mismo nombre, “El nombre de la rosa”
para confrontar el nuevo pensamiento renacentista contra el dejado atrás, el
pensamiento medieval.
“Si las cosas estuvieran
presentes y manifestadas todas, en todo su detalle y estructura interna, la
inteligencia no sería sino un fiel espejo de la realidad, pero no es esto lo
que ocurre, sino lo contrario, porque la presencia de unas cosas oculta la de
otras.
Es más, lo detalles de las
cosas no manifiestan, sin más, su interna estructura. De ahí que la
inteligencia se vea envuelta en una situación azarosa.
Necesita aprender a acercarse
a las cosas para que éstas se le manifiesten cada vez más” (Xavier Zubiri).
La primera pregunta que
surge, el primer día, y en cualquier alumno es “¿Para qué sirve
Porque están acostumbrados a
que las Matemáticas sirven para….y
Naturalmente
Aristóteles decía que por
eso, por no ser útil para algo en concreto era por lo que
“FILO-SOFÍA”,
etimológicamente “amor (deseo, ansia) de sabiduría” es, “realmente”, un
conjunto de reflexiones centradas, principalmente, en torno al “hombre”, no
sobre las “cosas”, para éstas están las varias y variadas Ciencias, aunque el
“hombre” no es exclusivo de la filosofía, pues son muchas otras ciencias las
que lo estudian, desde diferentes puntos de vista.
Sin cultura el hombre sería
sólo un “animal” (viviente sensible) de ahí que también se lo defina como
“animal cultural”.
La “cultura humana” es aquel
“cultivo” que ha dado origen al hombre y lo mantiene como hombre.
¿Qué es la “cultura”?
Una interpretación del
entorno que se nos echa encima a través de los sentidos y que, desde el momento
de nacer, y siendo los primeros los padres están transmitiéndole al niño y éste
asimilándolo.
Modelos cognoscitivos y
modelos de comportamiento que nos imbuyen y vamos asimilando y repitiendo.
Tales modelos constituyen una
“cultura”.
Si no nos los enseñaran y no
los hiciéramos nuestros no saldríamos del nivel animal.
En los prehomínidos no había
cultura, no había interpretación, sólo naturaleza.
La cultura es un fenómeno
típicamente humano y gracias a ella coloca distancia entre la naturaleza y él.
Está la “naturaleza” y está
la “interpretación” de la misma, ésta es la cultura.
El hombre, enguanto cuerpo,
en cuanto carne y hueso, es “natural” (naturaleza) pero gracias a su labor
interpretadora o fabricadora de modelos, tanto de saber como de conducta es un
“ente cultural” o “culto”, un “animal culto”.
Se sigue llamando “natural”
aquello sobre lo que el hombre todavía no ha puesto la mano, su poder
simbolizador por el que llama “agua” a ese líquido que se desliza por el río o
está estancado en un lago, o cuando a ese líquido lo denomina H2O.
Primero con la “tekné”, para
dominar la naturaleza, y después, algunas clases sociales, “ociosas” (no trabajadoras),
se dedicaron a la “teoría”, a la contemplación intelectual, a la inspección,
porque ha tenido tiempo para “admirarse” del contorno.
Desgajándose de lo “natural”
ha puesto en marcha la “cultura”.
Recibimos de nuestros padres
biológicos unos caracteres naturales (el código genético) pero, además, se le
hace entrega de una tradición, de una manera de entender la existencia, se le
da una cultura.
Por la “naturaleza” somos
“bípedos implumes” (como decía Platón) pero sólo por la “cultura” somos “hombres”
o “animales racionales” (como decía Aristóteles).
El hombre es “animal
natural”, pero también es “historia”, es resultado de la evolución (mutaciones
genéticas) pero también es fruto histórico (invenciones culturales).
El hombre no nace ya “hecho”,
“se hace” a lo largo del tiempo.
El hombre “se hace”
transformándose en hombre, convirtiéndose en “culto”.
Los sectores de la cultura
son múltiples: lenguaje, moral, derecho, política, modales, arte, técnica,
mito, ciencia, religión, filosofía,…
Y si el “arte” se ocupa y se
preocupa de lo “bello”, la “ciencia” busca la “verdad”.
Aunque hay una doble ciencia,
la “ya hecha”, la descubierta, (la que se enseña) y la que “se hace”, la que se
busca (la del investigador).
La ciencia comprueba lo que
hay o lo que puede haber, proporciona “juicios de realidad”, sólo comprueba “lo
que hay”, pero se calla sobre “lo que debe ser”.
La ciencia olvida fácilmente
dos cosas: que si existe es “por el espíritu” y que existe también “para el
espíritu”, y no sólo “para la verdad”.
La “técnica” dice relación
con el “fabricar” (crear, engendrar) pero siempre teniendo en cuenta que la
técnica es un simple “útil” (utensilio) para el advenimiento del hombre.
Vivimos mejor “con” la
técnica, pero no vivimos “para” la técnica.
La “religión” es otro factor
de cultura, bien entendida como la entendía Cicerón, relacionada con el verbo
“relegere” (leer de nuevo, volver atentamente el espíritu sobre algo) o como la
entiende Zubiri, derivando “religio” de “religare” (religar, atar conscientemente).
El hombre “está atado a Dios”.
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