No hay camino.
Hemos arrancado los postes
indicadores, las señales de la carretera de la vida que nos indicaban el camino
del cielo y del infierno porque ellos eran productos de la imaginación de un
hombre enfermo, enfermizo, infeliz, mísero, pero ansioso y deseoso de que
existieran para saber por donde caminar, para orientarnos.
Es lo que Gonzalo Puente Ojea
denomina “la falacia conativa”, creer que, porque lo queramos y lo creamos,
existe.
Estamos aquí, desorientados,
pero tenemos que optar porque la vida es un caminar y no sabemos hacia donde
ir.
Y no tenemos la seguridad de
acertar, ni sabemos qué camino tomar porque, como nos recordaba el poeta:
“caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace camino…”.
Debemos estar alerta,
preparados, para saber resguardarnos de las inclemencias del tiempo, de las
inclemencias de la vida.
Debemos tener previstas las
salidas.
“Al ratón que sólo conoce un
agujero, lo pilla pronto el gato” –solía decir y recordar mi analfabeta, pero
sabia, abuela M.M.M.
Preparados para poder sortear
los peligros de la NO LIBERTAD ,
DE LA DESIGUALDAD Y
DE LA INJUSTICIA.
Como el egoísmo está tomando
cuerpo y solidificándose en la naturaleza de cada uno de nosotros, la SOLIDARIDAD brilla por
su ausencia.
Y si la SEGURIDAD está ausente,
serán la INCERTIDUMBRE
y la DUDA
nuestras habituales compañeras de viaje.
Si alguien os asegura y os
jura que está SEGURO-SEGURÍSIMO, temedlo y rehuídlo, es un farsante, es un
embaucador, un estafador que quiere quitaros la cartera.
No existe la tabla de
salvación sino aprender a nadar y mantenerse a flote nadando.
Nada hay seguro a lo que
poder asirse, a lo que poder agarrarse.
Incluso ese tronco al que te
aferras va corriente abajo y ni él ni tú sabéis el destino al que va a llegar.
DIOS HA MUERTO.
El hombre actual, en un
autoengaño cómplice, prefiere no pensar, no mirar y diluirse en la masa, ser un
número más, un grano de trigo más, perdido, anónimo, en el montón, que es lo
que realmente existe.
Hay miedo a la diferencia.
Pueden señalarte y apuntarte
con el dedo.
Se teme a la originalidad, a
la singularidad.
Se lleva el “pret a porter”,
el uniforme que diluye al individuo en la masa informe.
Dios era y siempre fue:
.- El dispensador del orden.
.- El sentido del mundo.
.- El garante de la verdad.
.- El garante del Bien
.- Él era el camino seguro, la verdad cierta, la vida
perfecta.
Pero “Dios ha muerto” o,
mejor, “lo hemos matado”
¿Cómo puede seguir funcionando
todo, todavía, como si Él siguiera existiendo?
Nosotros lo hemos sustituido
por un dios alternativo, por nosotros mismos, por nuestra Razón, por la Diosa Razón , en la que confiamos
en que, con ella, íbamos a ser más LIBRES, más IGUALES, más JUSTOS, más
SOLIDARIOS, más…
Y ¡fíjate a donde nos ha
traído, dónde hemos venido a parar¡
Este ateísmo reinante en
nuestro mundo, en nuestra vida, no es una campaña contra Dios, es el olvido de
Dios, es haberlo apeado y aparcado en la cuneta mientras hemos seguido
caminando.
Dios ha dejado de ser
necesario en nuestra vida, como algo superfluo de lo que nos hemos desprendido
como una carga.
Dios, ahora, abandonado, está
muriéndose de aburrimiento, de inanición.
Nuestra Diosa lo ha
sustituido.
La excesiva confianza en nuestras fuerzas,
nuestra creída autosuficiencia, el excesivo optimismo, nuestra última gran
creencia, la “creencia en la
Razón ” nos ha dejado/está dejándonos tirados.
La “creencia en la ciencia y
en su descendencia” nos ha dejado, de momento, dos guerras mundiales, con
millones y millones de muertos y de desplazados, y guerras y más guerras que
los occidentales exportamos lejos de nuestras fronteras para no ver su
monstruosidad en vivo y en directo.
Y, a diario, estamos
asistiendo a la guerra real y universal de la pobreza, de la muerte por hambre,
de niños desnutridos, pero que como lo vemos en la tele lo vemos como un
espectáculo televisivo más.
Y esta guerra, contra el
hambre, contra la muerte, contra la enfermedad,… estamos perdiéndola porque la
vemos como un reportaje más, como un drama montado por un director y no como lo
que es, como una tragedia real a la que se enfrenta, sin armas, una gran parte
de la humanidad, pero como está en otros lugares….
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