Pero pasemos a la IGUALDAD.
Las leyes liberales
garantizan la “Igualdad jurídica” de los ciudadanos (¿también de las
ciudadanas?)
¿Es el siglo XIX más
IGUALITARIO que los siglos anteriores?.
Los hechos nos dicen que no.
La revolución industrial
propició un aumento de la productividad y, consiguientemente, de los beneficios
y de la riqueza.
¿Cómo se repartió ésta?
(Y aquí, ahora, habríamos de
escribir sobre “capital constante” y “capital variable”.
Y tocaría hablar de la
“plusvalía”, tanto de la “absoluta” como de la “relativa”)
La alta burguesía aumentó muy
considerablemente su nivel de vida, al tiempo que los proletarios continuaron
con una vida de mera subsistencia, en el mejor de los casos.
IGUALDAD ante la ley.
Todos somos “iguales” ante la
ley.
La ley se aplica “igual” para
todos.
Todos sometidos a la ley.
Pero ¿a qué ley?
A la ley burguesa.
¿Y qué manda o prohíbe la ley
burguesa?
Pues puedes imaginártelo.
¿Te imaginas a los burgueses
legislando contra ellos mismos?.
La ley que salvaguarda los
derechos de herencia.
La ley que ordena el respeto
a la propiedad privada.
La ley que castiga
fuertemente el robo….
¿A quién o a quiénes pueden
interesarle/les esas leyes?
Pues a los que tienen bienes
y tienen algo que temer y perder.
¿Cómo le puede afectar al
proletariado la ley que protege la propiedad privada si de nada es propietario
salvo de sus manos para trabajar?
La pirámide social va
cambiando su configuración.
La base de la pirámide cada
vez va creciendo más y más no sólo porque en ella están los proletarios, sino
porque a ella van a parar los pequeños empresarios que no pueden con la
competitividad y se arruinan.
Darwin había lanzado su
teoría de la evolución con el mecanismo de “la lucha por la vida” y en esa
lucha sólo sobreviven los más aptos, los mejor preparados, los más
cualificados, los mejores.
Pero, ahora, no hablamos de
la “competitividad individual” para sobrevivir, ahora hablamos de la
“competitividad empresarial”, para sobrevivir y no arruinarse.
Es el “darwinismo social”.
Las empresas mejor
preparadas, las más “competentes”, las más competitivas, son las que
sobreviven.
Las otras mueren,
desaparecen.
Los pequeños empresarios,
arruinados, serán apeados de las capas altas de la pirámide social y pasarán a
engrosar la base, proletaria, de la misma.
IGUALDAD ante la ley. ¿De
verdad? ¿Ante qué ley?
El siglo XIX fue menos
“igual” que los anteriores.
¡IGUALDAD¡
¡Qué bonito nombre tienes?
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