¿Y LA FRATERNIDAD ? ¿Qué
decir de la FRATERNIDAD ?
Es verdad que en ningún
período de la historia los hombres se han comportado “fraternalmente”, pero el
siglo XIX es, con mucho, peor que los siglos anteriores.
El siglo XIX es el siglo del
“colonialismo”.
Las potencias europeas, las
de la Diosa Razón ,
se lanzan en tromba a la conquista de lo que hoy llamamos tercer mundo para
hacerse con el control de las materias primas, que alimentarán su industria y
así, al mismo tiempo, asegurarán su prosperidad económica.
¿FRATERNIDAD? ¿JUSTICIA?
Ni dentro ni fuera.
Explotados en el trabajo y/o
desposeídos de sus tierras, de sus riquezas, tanto en el suelo como en el
subsuelo, como en el aire si ello hubiera sido necesario.
En cualquier caso, en todo
momento y lugar, INJUSTICIA.
Lo había proclamado 2.400
años antes el sabio Confucio: “Donde hay JUSTICIA, NO hay POBREZA”.
A cuya sentencia, si le
aplicamos el Modus Tollens de la Lógica
Matemática , “SI hay POBREZA es que NO hay/NO ha habido
JUSTICIA”.
Y si la Injusticia Interna ,
más o menos, a fuerza de presiones, de negociaciones, sindicatos, legislación
laboral, huelgas,…se ha ido, más o menos, edulcorando, dulcificando, las pateras
son la firma de la otra Injusticia, la externa.
Los siglos XIX, XX y XXI son
los testigos del desencanto con los ideales ilustrados.
¿Qué podía hacerse ante tal
panorama?
En el XIX hubo dos grandes
intentos:
1.- “La huida hacia delante”,
hacia el futuro.
La causa del fracaso estaría
en que no se ha profundizado lo suficiente en las Ideas Ilustradas, por lo que
es necesario un nuevo impulso.
Sería la solución de Marx y
el marxismo.
El capitalismo lleva la
contradicción en su interior, padece de metástasis, aceleremos, pues,
incrementemos los factores agravantes y que caiga, desde dentro, todo el
andamiaje capitalista, con la ayuda protagonista de las masas proletarias,
desde fuera.
No esperemos, sentados, a que
ello ocurra (que, más antes que después, ocurrirá) sino que hagamos que ocurra
cuanto antes y cuanto más fuerte, mejor.
2.- “La huida hacia atrás”,
que fue la solución de Nietzsche, una “huida hacia el pasado”
Los modelos genuinos de vida,
los más auténticos y a seguir, son los anteriores al “maldito Sócrates”, el que
divinizó la Razón
y la convirtió en la “única piedra de toque” de nuestra civilización,
asfixiando, matando y enterrando a la otra gran fuerza humana, la “Pasión”.
Sócrates es el primer y gran
culpable (luego lo sería Occidente) de la entronización de Apolo como el único
Dios verdadero y el gran deicida del otro gran dios, ahora ídolo, Dionisos o
Baco.
Los presocráticos griegos
armonizaban el cerebro (Apolo) con el cuerpo (Dionisos).
El Saber y el Placer, la Reflexión y la Diversión , la Razón y la Pasión.
“No “somos” alma y “tenemos”
cuerpo”, somos “almas corporeizadas o cuerpos animados” y debemos alimentarlos
a ambos.
Por si todo esto fuera poco
llegó el Cristianismo y bautizó el mensaje socrático y la “Razón Monopolista”
quedó entronizada como “el Dios monoteísta”.
Hay que volver a los modelos
antiguos presocráticos, donde podemos encontrar “hombres y valores” más humanos
que los que propicia la sociedad industrial y habrá que “matar al Dios
Cristiano”, que éste sí que es antivital.
(En otro lugar me he
extendido en “Qué queremos decir cuando decimos “Dios ha muerto”? porque son ¡tántas
cosas¡).
Pero, a diferencia de Marx y
el Marxismo, Nietzsche no tiene como objetivo cambiar la sociedad, sino que el
individuo se cambie a sí mismo, el individualismo.
El super-hombre no es sino el
nuevo hombre que todos llevamos dentro, pero en potencia, aún no actualizado
porque, sobre todo, el Cristianismo lo ha maldecido como el “gran pecado”, el
de soberbia, “super-bios”, super-vida, vida superior.
Pero el Superhombre no es un
proyecto colectivo a conseguir.
La salvación no está al
alcance de todo el mundo, sólo unos pocos tienen las cualidades (sensibilidad,
educación, cultura, fuerza, tesón, constancia, etc.) que les permitirán gozar
del nuevo estilo de vida.
No todos podrán llegar, pero
todos deben hacerlo o, al menos, intentarlo.
El individualismo conduce al
elitismo, pero tú, yo y el vecino del quinto podemos pertenecer a esa élite si
luchamos por conseguirlo.
Eso sí, para ello debemos
olvidarnos de esta Razón Científica que sólo nos proporciona una visión
superficial de las cosas pero que no puede hacerse cargo de las cuestiones
fundamentales de la vida.
Ella es “reina” pero sólo
reina en el “reino del “tener” pero es nula en el “reino del “ser”.
Querer pasar la vida por el
cedazo, por la criba de la Razón
es como el que quiere coger agua con una cesta.
Si Marx había gritado y
terminaba su Manifiesto con un “Proletarios de todos los países, uníos” es
porque seguía siendo un Ilustrado y la Ilustración es un movimiento cosmopolita.
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