Claro que si Ud. quiere –volvió
a insistir la recepcionista- la
VERDAD TOTAL, PLENA,
COMPLETA, …LA VERDAD DIVINA
Debe Ud. pasar por aquella
pequeña puerta en penumbra y de la que descorrió una vieja cortina, levantó el
pestillo y entró.
La escena con la que se
encontró no podía ser más tétrica: Un hombre crucificado, sangrando y en su
boca dos frases: “Por qué me has abandonado? Y “Yo soy el camino, la Verdad y la vida, quien
cree en Mí, aunque muera no morirá sino que vivirá para siempre” (de las que
nada entendió)
Una paloma blanca con las
alas extendidas y suspendida en el aire.
Y un anciano, barbudo y larga
cabellera, ambas de color blanco, con un triángulo sobre su cabeza, haciendo de
corona, y una frase que tampoco comprendió: “Yo soy el que soy”.
.- ¿Qué deseas, hijo? – le
preguntó el anciano.
- Vengo a comprar la Verdad Total.
- Muy bien, hijo (¿por qué me
llamará “hijo” si mi padre murió hace años y no es él?). Muy bien, hijo –volvió
a repetir. ¿Sabe Ud. ya cuál es el precio?
- Me da igual. Puedo pagarlo.
Quiero la Verdad Total ,
Plena, Completa. Deseo poseerla para descansar definitivamente y vivir,
residir, habitar en la Verdad.
- No. Verás, hijo (otra vez
“hijo). El precio no es en dinero.
- No le entiendo –respondió
el nuevo hombre rico, el pobre hombre rico.
- Verás, hijo mío (ya
prescindo de lo de “hijo”) el precio es que “NUNCA MÁS PODRÁS VIVIR NI ESTAR EN
PAZ”.
- ¿Cómo dice?
- No vas, hijo, a conocer el
reposo. No vas a descansar en paz. Verás. Has caído en la tentación. En la
misma que cayó Eva, que quiso conocerlo todo, quiso saberlo todo, por eso comió
la manzana del árbol de la
Ciencia del Bien y del Mal.
El querer conocerlo todo,
saberlo todo, es humano, no es malo. Lo malo es querer hacerlo por atajos, de
golpe, no poco a poco, madurando y tú, hijo, como Eva, quieres conocer la Verdad Total , quieres
ser como Yo, como Dios.
Porque Yo soy LA VERDAD. Y tú quieres
serlo por un atajo, por el atajo del dinero.
Te lo voy a explicar y lo
entenderás.
Verdad Total es verlo todo en
cada cosa.
En este grano de trigo (le
mostró uno), si tú fueras Dios o como Dios, verías en él al que lo sembró, a la
espiga de la que formaba parte, al segador, al molinero, al panadero, al
comprador, al que come el pan, a la amante del que come el pan, a sus hijos que
aún no están ni encargados,….
En cada cosa hay que verlo
todo, porque en cada cosa está su pasado, su presente y su futuro.
Porque en cada cosa está
todo.
Porque “todo está relacionado
con todo” –que dijo el filósofo.
Conocer una cosa es conocer
todas las relaciones, reales, probables, posibles, futuribles, pasadas,
presentes, futuras….
El trabajo divino es
agotador.
¿De verdad que quieres, hijo
mío (otra vez con el “hijo”) la
VERDAD TOTAL ?
El pobre hombre rico abandonó
la sala y salió cabizbajo, no sin antes darle a ese Viejo barbudo las gracias.
Por el camino iba musitando:
“ para vivir aún necesito algunas mentiras, necesito mantenerme en algún error
(desequilibraría mi espíritu), seguir en la ignorancia de muchas cosas,
necesito comprobar mis cotidianas falsedades, deducir contradicciones, necesito
seguir con imitaciones, necesito proseguir con algún plagio, aparentar y
mostrar lo que realmente no soy del todo pero que los demás no lo saben (ni
quiero que lo sepan).
Necesito vivir. Necesito
Justificaciones. No puedo con las razones. Necesito seguir siendo hombre”.
El pobre hombre rico salió de
la Tienda de la Verdad.
Y, abrumado, comenzó a andar
perdiéndose en la lejanía, con su pobreza y su riqueza a cuestas.
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