jueves, 16 de mayo de 2019

LA TIENDA DE LA VERDAD ( 4 ) LA VERDAD ARTÍSTICA.



VERDAD ARTÍSTICA.

Se acercó tímidamente.
Con un gesto preguntó al dependiente qué era esa cosa llamada “VERDAD ARTÍSTICA” que anunciaba el cartel.

El dependiente, agachándose bajo el mostrador, sacó dos pinturas, dos cuadros exactamente iguales y los puso sobre el mostrador.
Los firmaba un tal Picasso.

¿Qué ve Ud. Señor? – preguntó muy educadamente el dependiente.

Dos pinturas de un tal Picasso.
Fíjese Ud. Bien, por favor.

El nuevo hombre rico miró y miró; las remiró, muy detenidamente. Pero las veía exactamente iguales.

- “Son iguales” – respondió, extrañado por la insistencia del dependiente.
- Parecen iguales, Sr. Pero no lo son: uno es una copia, una imitación, un plagio, una suplantación. Uno de estos Picassos no es un Picasso.
- Los veo iguales. O ambos son originales o ambos son copias. Son exactamente iguales.
- Eso es lo que parece, ¿Verdad? Pero no lo es. Éste de la derecha es una copia realizada por un extranjero, creo que belga, residente en Mallorca que copia e imita maravillosamente bien. Es un buen imitador, pero no es un creador.
Copia belleza, pero no la crea, no es original.

La verdad artística es la verdad creada, no la recreada.
No que ésta sea fea y no sea bella, pero no es la belleza primera, la primigenia, la original, la auténtica, la que salió de la mente y de la mano del artista.

Una imitación de un Picasso no es un Picasso.
La mayoría de los artistas, sean arquitectos, escultores, pintores, poetas, novelistas,... son grandes imitadores pero no creadores, son ejecutores de lo por otros descubierto.
Los genios son los rompedores, los que hacen que lo que antes no existía ahora exista.
Suelen ser genios a los que la intuición, la luz, los pilla siempre trabajando.
Suelen ser raros porque buscan donde nadie cree haya algo y buscan lo que otros dicen que eso es imposible “y, además no puede ser”.
A veces son encerrados por locos.
Son anormales, aunque “anormales por exceso”. Se salen del molde. Se salen de la norma. Ésta les viene pequeña.
Para que Ud. me comprenda, es lo que me comunicaba, hace años, en un pueblo de Córdoba, en La Rambla, una gran ceramista llamada Caty Alcaide: “En este pueblo, Tomás, hay muchos industriales, que están enriqueciéndose, hay varios artesanos, dignos de elogio, pero sólo somos dos o tres artistas, dos creadores, que malvivimos, por incomprendidos”.

El artista, Sr., como lo que hace es adelantar las líneas de por dónde va a ir el futuro, los del presente no lo comprenden, lo obvian, se resisten, se ríen, lo desprecian.
No es fácil ser “anormal” (aunque sea por exceso), en una comunidad de “normales”.
Cuando la mediocridad es la norma los extremos no encajan.

Nosotros, Sr. le podemos vender el camino, pero no la meta.
Los descubrimientos tendrá que ser Ud. quien los “descubra”, creándolos.
Es una dura e ingrata tarea.
Fíjese que alguno de los genios sólo ha vendido, por incomprendido, una o dos obras, teniendo el resto que él no pudo vender unos precios, hoy, astronómicos.

El nuevo hombre rico quedó como una mezcla entre agobiado, abrumado y oprimido.
Movía la cabeza de un lado para otro, como diciendo, para sus adentros: “joder con los artistas, vaya vida perra que llevan o les espera”.

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