lunes, 27 de mayo de 2019

EL "DIOS" CRISTIANO Y LA "DIOSA" RAZÓN ( 5 ) LA LIBERTAD



LIBERTAD ECONÓMICA.

Libertad de Oferta y Demanda de materias primas, de salarios, de productos, de mercado,…

Recordemos las condiciones de trabajo que “libremente” (¿?) firmaban los trabajadores en el siglo XIX (Informe de 1.840 del Doctor Villermé)

1.- La jornada laboral, en general es de 14 horas diarias (y, en algunos casos, más). Si le restamos 14 horas a 24 que tiene el día nos quedan 10 para descansar, vivir, convivir y dormir.

2.- Las mujeres y los niños (que también trabajan) cobran salarios todavía más miserables por sus 12 horas de trabajo.

3.- De “fin de semana” nada de nada. Se trabaja también los domingos.

4.- Nada de vacaciones, ni pagadas ni no pagadas. El que faltaba al trabajo podía perder el empleo al ser sustituido, inmediatamente, por otro trabajador.

5.- No había Seguridad Social, es decir que si alguien caía enfermo y tenía que guardar cama, mientras la enfermedad no percibía salario alguno.
¡Sería una injusticia¡
Lo justo es: en un platillo de la balanza tú, proletario, pones el trabajo y yo, burgués, pongo el salario.
Si estuviera uno de los dos y no el otro de los dos sería “injusto” porque la balanza no estaría equilibrada, no podría pararse, quieta, en el el fiel de la balanza.
¿Y de qué viviría, qué comería, durante esos días de la enfermedad, la familia si el cabeza de la misma no puede ir a trabajar?

¡Ah¡

6.- No hay legislación alguna de accidentes de trabajo. Si alguien, debido a un accidente, quedaba inválido, se quedaba sin percibir, ni salario ni pensión.
¿Y si la mujer estaba dando a luz y durante unos días no podía ir a trabajar?

¡Ah¡

7.- No existe la jubilación. El que por su edad ya no pueda trabajar…

¡Ah¡

8.- El despido es totalmente libre. El patrono te puede despedir por…porque le da la real gana, por eso es él el dueño de la empresa, de la fábrica.

Pero quizá lo más aterrador era la disposición existente en Inglaterra, según la cual un padre, por anticipado, podía vender el trabajo de sus hijos.
Esta monstruosidad significa que, cuando un padre de familia, que trabaja todo el día, las 14 o más horas, pero, debido a la miseria de los salarios, no le llega para hacer frente a las más imperiosas necesidades familiares, acude al patrono y le pide dinero.
El patrono le da ese dinero pero como pago adelantado del trabajo que, en el futuro, haga el hijo del obrero.
De forma, pues, que el hijo del obrero, cuando llegue a la edad de trabajar se encuentra que, por ejemplo, los tres o cuatro, o los que sean primeros años de su trabajo ya no los cobra, porque ya los había cobrado su padre.

¿Y eso?.

Eso es porque los salarios se regían por lo que Lasalle llamaba “la ley de bronce de los salarios”
Por ejemplo, si tú, trabajando para mí, en mi fábrica, has quemado 2.350 calorías, si eso es lo que tú me has dado, lo que tú has puesto en el platillo de la “justa” balanza, yo, en el otro platillo de esa “justa balanza” pondré el dinero “justo”, equivalente al pan, a la leche, a la carne,…que debes comprar para reponer las 2.350 calorías que tú me has dado.

Lo que me das = lo que te doy, tú me das trabajo que consume calorías = yo te doy dinero para que compres alimentos que repongan las calorías gastadas, consumidas, quemadas.

Pero…¿y los bebés, tan pequeños que todavía no…y el abuelo, ya anciano, que ya no…

¡Ah¡.

Los salarios son individuales, no familiares ni sociales.

Sería injusto que yo te pagara menos de lo que tú… pero sería igualmente injusto que yo….te pagara más de lo que tú…
En ambos casos la balanza se desequilibraría, no estaría “justamente” en el fiel.

Pero, eso sí, el obrero es LIBRE.
LIBRE para firmar o no firmar el contrato, LIBRE para tomarlo o dejarlo, no puede ser obligado a...

LIBERTAD.

¡Qué bonito nombre tienes!

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