EL DIABLO ES EL EXTRANJERO.
El “culpómetro” indica que el
inmigrante viene a robarnos el empleo y el “peligrosímetro” lo señala con luz
roja.
Si es pobre, joven y no es
blanco, el intruso, el que vino de afuera está condenado a primera vista por
indigencia, inclinación al caos o portación de piel.
Y, en cualquier caso, si no
es pobre, ni joven, ni oscuro, de todos modos merece la malvenida, porque llega
dispuesto a trabajar el doble a cambio de la mitad.
El pánico a la pérdida del
empleo es uno de los miedos más poderosos entre todos los miedos que nos
gobiernan en estos tiempos del miedo, y el inmigrante está situado siempre a
mano a la hora de acusar a los responsables del desempleo, la caída del
salario, la inseguridad pública y otras temibles desgracias.
Antes, Europa derramaba sobre
el sur del mundo, soldados, presos y campesinos muertos de hambre.
Esos protagonistas de las
aventuras coloniales han pasado a la historia como agentes viajeros de Dios.
Era la civilización lanzada al rescate de la barbarie.
Ahora el viaje ocurre al
revés.
Los que llegan o intentan
llegar desde el sur al norte, son protagonistas de las desventuras coloniales,
que pasará n a la historia como mensajeros del Diablo.
Es la Barbarie lanzada al
asalto de la Civilización ”
(E. Galeano. ESPEJOS. Págs.
116-117)
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