La verdad y el progreso son conquistas del esfuerzo y de la
imaginación de los hombres.
La libertad de pensamiento es necesaria para las ciencias y
la filosofía, pero esa libertad costó mucho conseguirla: proceso a Galileo,
cautiverio de Campanella, muerte en la hoguera de Bruno y Vanini ( a éste el
verdugo, antes, le cortó la lengua por blasfemo).
“Entonces para ser filósofo había que ser
hereje” – dice Pomponazzi.
Reclaman y apuestan por “el principio de libre
investigación”; se oponen y abandonan “el principio de autoridad”.
Que los problemas comparezcan ante el tribunal humano de la
Razón Natural. Sólo ésta puede decidir.
Retomemos a Aristóteles, pero al Aristóteles puro, no al
mediatizado por el cristianismo, como modelo a seguir.
Ni la
Ciencia , ni la
Filosofía , ni la Ética necesitan de la fe religiosa para
tener un conocimiento cierto. Son campos diferentes, independientes, separados.
Es decir admiten la Teoría
de la doble verdad: “adherirse a la filosofía hasta donde lo requiera, hasta
donde pueda llegar la razón, y adherirse a la teología hasta donde lo requiera la Iglesia ” –nos dirá
Pomponazzi. Y aconsejaba a sus discípulos a hacer lo mismo que él “si no
querían terminar como las castañas” (él, incluso, no publicó en vida dos obras “por
si las moscas”, para no terminar…).
En realidad, la
Teoría de la doble verdad es una estratagema.
Para Pomponazzi las religiones son simples fábulas para
gobernar a los pueblos, pues éstos son como niños que necesitan que se les
induzca al bien y se les aleje del mal con la esperanza de premios y con el
miedo al castigo.
El lenguaje religioso es similar al lenguaje poético, son
simples ficciones o fábulas con fines prácticos (ya lo había dicho Averroes).
El pueblo, ignorante,
prefiere cuentos a la verdad, como los niños.
Una muestra típica fue
Platón, inventando fábulas.
Igualmente Campanella al afirmar el derecho de cada uno a
regir su propia vida, a pensar y a vivir libremente. “Pensa, huomo, pensa”.
La libre investigación está
por encima, es preeminente al principio de autoridad.
¿Quién puede poner límites al
pensamiento?.
El hombre tiene derecho a
convertirse en la imagen bella de Dios. Y sufrió prisión, “como los muertos en
la sepultura”. “Libertá, signor, bramo”. Sin ella ningún bien es posible.
Achacará a la iglesia que cuando no hay razones para
convencer recurra a la violencia. “Los tormentos y la muerte son las supremas
armas del tirano”. “Quieren que yo hable
cuando-como-lo que ellos quieren, y quieren combatirme con esbirros, calabozos,
cadenas, hierros, cuerdas, tormentos, verdugos, con oscuridad y hambre, armas
que yo no tengo contra ellos. No quieren combatirme con la razón, con la que
les doy mil vueltas”. (Campanella. Carta a Pablo V).
Nada fue capaz de doblegarlo.
Afirma que la Historia le dará la razón y caerán los
tiranos. “La espada del cielo trabaja a mi favor. Cercano está el día en que
las altivas cervices y los cuellos torcidos, y las mentirosas lenguas serán
pasto de los tigres, osos y panteras”.
Giordano Bruno, otro luchador por la libertad filosófica y
contra el Dogmatismo, la
Intolerancia , la Ignorancia (muy peligrosa cuando se tapa con el
velo de lo sagrado).
Llamará a la Ignorancia “santa
asinitá” (burrez, asnidad).
La verdad hay que buscarla, no nos viene de arriba, hay que
buscarla, cada uno con su cerebro.
Insobornable, tenaz, “despertador de almas dormidas”.
Perseguido por católicos y protestantes, peregrino europeo forzoso, filósofo
errante, buscando un lugar en el que
poder libremente exponer su pensamiento.
1579: Ginebra: los calvinistas casi lo llevan a la hoguera
(porque se retractó que si no….).
1592: Venecia.
1593-1600: Roma. No renegó. El 8 – II – 1600 fue declarado
“herético, obstinado, pertinaz, degradado de todas las órdenes eclesiásticas,
expulsado de la Santa e Inmaculada Iglesia, entregado al brazo secular para
castigarlo con las debidas penas….”.
Tras muchos tormentos fue llevado al Campo de las Flores,
desnudo y atado a un palo, fue quemado vivo, pidiéndole hasta el último momento
que….”. No sólo fue quemado él, también fueron quemados sus libros.
Considerado hereje por católicos y protestantes, sería muy
tardía la reedición de sus obras. Fue proclamado “heraldo y mártir de la nueva y libre filosofía”. Prefirió
sacrificar su vida por sus ideas filosóficas. Encarnó de manera admirable la
pasión del filósofo, que es la pasión por la verdad. Su figura de filósofo es
la de Prometeo encadenado: sed, hambre, sueño…..todo ello es el precio de la
verdad. Aunque –admite- que siempre habrá quien prefiera la oscuridad y las
tinieblas. “Algunos, como el oscuro topo, tan pronto sienten el pleno aire,
súbitamente, cavando la tierra buscarán sus nativas y oscuras habitaciones,
como aves nocturnas; tan pronto vean despuntar del iluminado oriente la rubia
embajadora del sol, en razón de la debilidad de sus ojos, se sentirán atraídos
por sus tenebrosos refugios” –afirma Bruno.
Exactamente al revés que los
amantes de la luz. “Los animales nacidos para ver el sol, llegados al término
de la odiosa noche…dispuestos a recibir los deseados y esperados rayos…”
(Bruno).
Aunque el episodio más sonado, respecto al Pensamiento
Secular y Libre, sea el de Galileo y la Inquisición Romana. Su defensa de la
autonomía de la Ciencia, de que la Ciencia y la Fe se mueven en campos
distintos, pero compatibles…
(TEXTO sobre el
Método y la Abjuración ).
“…..excepto todo lo que atañe a la salvación y a la fe….”.
En la Ciencia lo que mandan son
los hechos y los argumentos, y contra ellos nada podemos hacer, “Si la tierra,
de hecho, se mueve no podemos cambiar la naturaleza y hacer que no se
mueva”….”no nos manden (Uds., los teólogos) a los astrónomos que no entendamos
lo que entendemos y que, en la investigación, encontremos lo contrario de
aquello que tenemos entre las manos”.
¿Qué puede afectar a un hecho el que condenemos la
proposición científica en que viene expresado dicho hecho?. El hecho seguirá
siendo hecho, insensible, ajeno a nuestros ruegos, deseos y anatemas”.
Su abjuración fue un triste y lamentable episodio de la
Historia de la Ciencia.
Si en la primera etapa del Renacimiento hubo bastante
Tolerancia y Libertad, en la 2ª etapa no sería así, sobre todo por el Concilio
de Trento (1545-63), del que saldría la Contrarreforma, que iría contra la Reforma
y contra la libertad filosófica y científica, ya que ambos ponían en peligro la
ortodoxia de la fe.
En vez de una pacífica coexistencia Filosofía – Ciencia –
Fe, ahora será la guerra, guerra física y expurgatoria de libros, ideas,….Se
impone la Censura. Hay un ambiente de asfixia, hasta en el arte. La Iglesia se considera
con el Derecho de Inspección. Y en nombre de la honestidad no permitirá las
incitaciones seductoras en las artes. El obispo de turno dará permiso o no para
exponer las imágenes. Campea por doquier la Intolerancia, el Dogmatismo, la
Ignorancia. Y ¡pobre del que no se sometiera¡.
Parece una contradicción, pero siendo como era la vida
privada y pública de los Papas (¿han visto la película Los Borgias?), (se le ha
denominado “epicureísmo pecaminoso”), sin embargo, ellos mismos, en el primer
Renacimiento alentaron y protegieron a las Artes. Pero todo eso se fue a pique
con el 2º Renacimiento.
Ante este nuevo panorama muchos intelectuales se bajaron del
burro, renunciando a sus ideas. Nadie está obligado a ser mártir. Aunque otros
no lo hicieron.
V.- REVALORIZACIÓN DEL MUNDO
HUMANO. EL AMOR A LA VIDA.
La vida es bella, valiosa, merece ser vivida. No les
interesa el tema de la muerte, y la preocupación por el más allá pierde terreno
en comparación con la preocupación por el más acá. “Mientras yo estoy la muerte
no está conmigo”-había dicho ya el sabio Epicuro. La muerte y yo somos
incompatibles, Si ella está yo ya no estoy y mientras yo esté ella no está
conmigo, ¿Por qué temerla, si nunca podemos coincidir?
Lean el Decamerón de Bocaccio y la postura de sus personajes
ante el tema de la peste, de la muerte. Ni penitencias, ni oraciones para bien
morir sino cuentos, historietas para pasárselo bien, para el bien vivir, para
una vida de belleza y de placer.
“El hombre libre piensa en cualquier cosa menos en la
muerte” – dirá, después, Spinoza. La sabiduría es una meditación no de la
muerte, sino de la vida.
Los renacentistas suelen ser antimonásticos y antiascéticos,
por ser, precisamente, ultravitales. Hay que decir SÍ al mundo de las pasiones,
SÍ al valor del placer, SÍ al cuerpo humano, objeto de goce y alegría, no
objeto de pecado.
El hombre no es sólo alma. “No entiendo –dice Filelfo- cómo
se puede olvidar el cuerpo, desde el momento en que el hombre no es sólo alma”.
El cuerpo recupera la inocencia perdida, ¿Castigarlo? ¿Por
qué?, Si, por naturaleza, también somos o tenemos cuerpo ¿No sería antinatural
castigarlo?
(Yo = las madonnas renacentistas tan distintas a las
vírgenes medievales, y qué distintos son los Cristos, musculosos o enclenques,
vitalistas o mortecinos).
Se supera la oposición carne-espíritu, amor
pecaminoso-sensual-amor sagrado y espiritual.
Bien y Placer deben ir unidos, eso es seguir la naturaleza.
SÍ a los dos amores.
El amor físico, además de deleite y placer es fecundo o
fecundante, reproductivo, al revés que el ascetismo y la virginidad, que niegan
y condenan la naturaleza y, además, resultan estériles y vacíos.
Debe ir unidos Placer y Utilidad, de ahí la exaltación del
matrimonio.
(Texto. Pág. 134).
Un ideal renacentista es el culto a la Belleza, manifestado
en el arte. Los renacentistas son unos “insaciables admiradores de lo bello”.
El objeto bello tiene su fin en sí mimo, por lo tanto es
para admirarlo y gozarlo, no para enjuiciarlo moralmente. El arte ya no es
siervo de nada, como lo fue en la Edad Media, en la que las imágenes y pinturas
eran la biblia de los pobres y de los ignorantes. Ni el arte ni la filosofía
son ya “ancillae” de la Teología.
Estética también en el escribir y hablar bien de los
humanistas. Gusto por las formas.
El Renacimiento no va contra Dios, sólo hay ateos
excepcionalmente.
La obra de Dios, tanto la naturaleza como el hombre, es algo
digno y valioso.
El pecado contra Dios es ir contra la naturaleza y mutilar
al hombre.
Dirán NO al pecado original. No hay corrupción ni
depravación. Alegría y goce de la vida mientras se esté vivo. ¿Por qué vamos a
tener que despreciar al mundo?
Es típica del Renacimiento la “pérdida del sentido del
pecado”. Tenemos, no que perdonar, sino absolver a Eva, pues de su vientre
venimos todos. Igualmente se ensalza a Caín. Satanás tiene que apuntarse al
paro. ¡Qué distinto todo a la
Edad Media ¡
NO son pecados ni el deseo carnal, ni la riqueza, ni el
poder.
La pobreza lo que trae
es sufrimiento, deshonor, ignorancia.
La riqueza, por el contrario, sólo trae bienes. Al ser ricos
somos libres.
PERO también hubo una oleada religiosa (Reforma y
Contrarreforma), que caló en muchos y que daría lugar a unas guerras de
religión, con los correspondientes fanatismos, intolerancias, dogmatismos, ….
El hombre del Renacimiento –podemos decir para terminar- fue
espléndido, pero no totalmente feliz.
( TEXTO Pág. 138)
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