REVALORIZACIÓN DEL MUNDO
HUMANO. EL AMOR A LA VIDA.
La vida es bella, valiosa, merece ser vivida. No les
interesa el tema de la muerte, y la preocupación por el más allá pierde terreno
en comparación con la preocupación por el más acá. “Mientras yo estoy la muerte
no está conmigo”-había dicho ya el sabio Epicuro. La muerte y yo somos
incompatibles, Si ella está yo ya no estoy y mientras yo esté ella no está
conmigo, ¿Por qué temerla, si nunca podemos coincidir?
Lean el Decamerón de Bocaccio y la postura de sus personajes
ante el tema de la peste, de la muerte. Ni penitencias, ni oraciones para bien
morir sino cuentos, historietas para pasárselo bien, para el bien vivir, para
una vida de belleza y de placer.
“El hombre libre piensa en cualquier cosa menos en la
muerte” – dirá, después, Spinoza. La sabiduría es una meditación no de la
muerte, sino de la vida.
Los renacentistas suelen ser antimonásticos y antiascéticos,
por ser, precisamente, ultravitales. Hay que decir SÍ al mundo de las pasiones,
SÍ al valor del placer, SÍ al cuerpo humano, objeto de goce y alegría, no
objeto de pecado.
El hombre no es sólo alma. “No entiendo –dice Filelfo- cómo
se puede olvidar el cuerpo, desde el momento en que el hombre no es sólo alma”.
El cuerpo recupera la inocencia perdida, ¿Castigarlo? ¿Por
qué?, Si, por naturaleza, también somos o tenemos cuerpo ¿No sería antinatural
castigarlo?
(Yo = las madonnas renacentistas tan distintas a las
vírgenes medievales, y qué distintos son los Cristos, musculosos o enclenques,
vitalistas o mortecinos).
Se supera la oposición carne-espíritu, amor
pecaminoso-sensual-amor sagrado y espiritual.
Bien y Placer deben ir unidos, eso es seguir la naturaleza.
SÍ a los dos amores.
El amor físico, además de deleite y placer es fecundo o
fecundante, reproductivo, al revés que el ascetismo y la virginidad, que niegan
y condenan la naturaleza y, además, resultan estériles y vacíos.
Debe ir unidos Placer y Utilidad, de ahí la exaltación del
matrimonio.
(Texto. Pág. 134).
Un ideal renacentista es el culto a la Belleza, manifestado
en el arte. Los renacentistas son unos “insaciables admiradores de lo bello”.
El objeto bello tiene su fin en sí mimo, por lo tanto es
para admirarlo y gozarlo, no para enjuiciarlo moralmente. El arte ya no es
siervo de nada, como lo fue en la Edad Media, en la que las imágenes y pinturas
eran la biblia de los pobres y de los ignorantes. Ni el arte ni la filosofía
son ya “ancillae” de la Teología.
Estética también en el escribir y hablar bien de los
humanistas. Gusto por las formas.
El Renacimiento no va contra Dios, sólo hay ateos
excepcionalmente.
La obra de Dios, tanto la naturaleza como el hombre, es algo
digno y valioso.
El pecado contra Dios es ir contra la naturaleza y mutilar
al hombre.
Dirán NO al pecado original. No hay corrupción ni
depravación. Alegría y goce de la vida mientras se esté vivo. ¿Por qué vamos a
tener que despreciar al mundo?
Es típica del Renacimiento la “pérdida del sentido del
pecado”. Tenemos, no que perdonar, sino absolver a Eva, pues de su vientre
venimos todos. Igualmente se ensalza a Caín. Satanás tiene que apuntarse al
paro. ¡Qué distinto todo a la
Edad Media ¡
NO son pecados ni el deseo carnal, ni la riqueza, ni el
poder.
La pobreza lo que trae
es sufrimiento, deshonor, ignorancia.
La riqueza, por el contrario, sólo trae bienes. Al ser ricos
somos libres.
PERO también hubo una oleada religiosa (Reforma y
Contrarreforma), que caló en muchos y que daría lugar a unas guerras de
religión, con los correspondientes fanatismos, intolerancias, dogmatismos, ….
El hombre del Renacimiento –podemos decir para terminar- fue
espléndido, pero no totalmente feliz.
( TEXTO Pág. 138)
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