viernes, 7 de mayo de 2010

FRAILEAR

5 años conviviendo, a diario, con frailes, curas y monjas, allí, en la Facultad de Filosofía y Letras, (Sección Filosofía Pura), de mi Universidad Pontificia de Salamanca, frente a la Casa de las Conchas, en la oficial calle Compañía y popularmente llamada “calle de los cuatro coños” (“Coño, cuánto cura”, “coño, cuánto fraile”, “coño, cuánta monja”, “coño, cuánto aire”) y yo sin saber que existía el verbo “frailear”.
Lo he oído, por la radio, y leído en la columna de mi admirado A. G. Barbeito y he tenido que acudir al Diccionario de la R.A.E.

Como, seguramente, mucha gente no lo sabe, les diré que en la Universidad Pontificia había que pasar y subir los tres escalones fundamentales para llegar a ser alguien importante en la jerarquía de la Iglesia Católica.
El primer escalón era Filosofía. Cinco cursos para la Licenciatura y, generalmente, otros tres para el doctorado (aunque éste podía esperar).
Una vez ya Filósofo se ascendía al segundo escalón, era la Teología. Salamanca era un semillero de teólogos porque tenía una plantilla de profesorado excelente, a nivel mundial. Cinco años para la Licenciatura en Teología. El doctorado podía esperar. Aunque lo normal era que, mientras se cursaba Teología, se doctorase uno en Filosofía.
Una vez ya teólogo había que subir al tercer escalón, el Derecho Canónico. Otros cinco años. E, igualmente, mientras tanto, se doctoraba uno en Teología.
Con esas tres titulaciones en la cartera, lo normal era marchar a Roma, a la Universidad Gregoriana, para ampliar estudios y meter la cabeza en la Curia.

El siguiente paso era, ya, ser nombrado Obispo e ir ascendiendo en la escala jerárquica hasta el Cardenalato y el Papado.

Así que, a pesar de que mi amigo Andrés ande diciendo por ahí que yo iba para Obispo de Tudela, sólo subí el primer escalón.
(¿ Y por qué de Tudela y no de Toledo o de Madrid?. ¿Tan bajo me valora Andrés?).

Lo que ocurrió fue que se me cruzó una rubia en el camino, me desvió de la escalera y me llevó al huerto.
¡Qué pérdida para la Institución Eclesiástica¡. Otra vez la mujer tuvo la culpa. Eva sigue estando presente.

Y tras esta perorata, decir que, según el Diccionario de la R. A. E. “frailear” es: “cortar las ramas del árbol junto a la cruz”.
En Priego, los agricultores olivareros emplean el verbo “ramonear” que significa: “cortar las puntas de las ramas de los árboles” y (respecto a los animales) “pacer las hojas y las puntas de las ramas de los árboles, ya sean cortados antes o en pie teniendo poca altura".
Mi padre “podaba” todos los años las tres viñas, “quitando las ramas superfluas de las cepas para que las que quedaban fructificasen con más vigor” o, también, “eliminar de algo ciertas partes o aspectos por considerarlos necesarios o negativos".
Es lo que yo hago con mi jazmín de la terraza en cuanto veo a los jardineros del Ayuntamiento podarlos en los parques.
Espero que los ecologistas no me llamen “jazmincida” por cortar algunas ramas de la maceta. No soy un sádico que disfrute del lloro del jazmín cuando le corto las que considero ya amortizadas e innecesarias. “Lo hago por su bien”. Nadie quiere peor a una viña, a un olivo o a un jazmín que dejando que vivan “todos sus retoños”. Sería condenarlos a muerte.

Para que viva más y mejor el todo, hay que frailear, ramonear, podar. Pero no por el placer de hacerlo uno, sino por la necesidad que la planta tiene.

Al “frailear” no se mata a los demás frailes, sencillamente se les aparta de la carrera hacia arriba. Aunque sólo sea por el refrán de que no todos valemos para todo.

Pero como el verbo “frailear” tiene connotaciones religiosas, quizá sea por eso por lo que la enseñanza en España está de capa caída. Al no “frailear” no se puede suspender a nadie, todos pasan al curso siguiente, y el conjunto se deteriora. No mejoran los menos buenos y empeoran los mejores. Fracaso escolar.

Tengo mi jazmín, tirando, con un vigor… que dormiré cada noche, durante muchas noches, con un puñado de jazmines en la mesilla. Y los renovaré a diario. Y todo por haberlo “fraileado”.

¡A “frailear” tocan, amigos¡. Yo también soy “barbeitiano”.

Apostemos por la excelencia, por las élites ilustradas, porque conduzcan el autobús social los que más y mejor sepan conducir.

1 comentario:

  1. Creo que debíamos frailear, pero al estilo de tu jazmin, recortando ramillas y demás estorbos. A mi debian dejarme frailear un rato.
    Y que de lo tuyo, estaba hecho. El camino estaba marcado. Lo que yo no tengo muy seguro era lo de Tudela o Tolosa, pero por ahí iban los tiros.
    No sabe la Santa Sede lo que se perdió...

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