Ortega es un demócrata. Lo que él critica es la “democracia morbosa”, una democracia exasperada, una democracia universalizadora y homogeneizadora, esa democracia de todo y en todo, la que es “el más peligroso morbo que puede padecer una sociedad”, no critica la “democracia política” ¿Cómo iba a criticar ésta?.
Fuera del ámbito político, la democracia es una enfermedad, envilece a la sociedad, la nivela a la baja, no la deja crecer, le corta las patas o las alas.
Esa democracia radical, frenética y febril, ese “yo soy demócrata en todo y quiero que todos lo sean” es el “plebeyismo en estado puro”.
La “democracia morbosa” es la consecuencia del igualitarismo perverso.
Pero no toda democracia es perversa y morbosa, como no es perverso y morboso todo igualitarismo.
La “justicia” no es darles a todos lo mismo, no es la nivelación, el rasero de lo igual, sino, al revés, es el reconocimiento de la desigualdad y del mérito correspondiente. “Darle a cada uno lo suyo” no es “darle a cada uno lo mismo que a todos”, sino, al revés, “lo suyo” es lo que se merece por ser desigual.
La Igualdad a toda costa es la proclamación de la Injusticia
Ortega es un demócrata, elitista pero demócrata. Ortega defiende, por encima de todo, la Aristocracia Espiritual (intelectual y moral) y no el igualitarismo o la democracia de todo.
Cuando no hay levadura el pan no fermenta. La sociedad no mejora, sino que se envilece, cuando la masa (las masas) no permite(n) que la Aristocracia Espiritual inocule la sociedad. Sociedad paralizada es sociedad degradada.
Siempre se pone a Rousseau como a uno de los padres de la democracia, por aquello de “la voluntad general”.
Veamos.
El concepto de democracia puede ser interpretado de dos maneras:
1.- Como Democracia Radical, que es la que tiene su origen en el pensamiento de Rousseau y que, más o menos, es la que sigue defendiendo la Izquierda Socialista.
Se caracteriza por proclamar y defender el gobierno ejercido, directamente, por el pueblo, así como la igualdad de todos los hombres en todos los ámbitos, no sólo en el ámbito político.
Defiende y proclama la hegemonía de la Igualdad porque, sin ella, la Libertad es una entelequia. Defiende, pues, la nivelación pura, no consintiendo la jerarquía ni la superioridad, ni en lo intelectual ni en lo moral.
Todos somos igual de inteligentes, de buenos, de justos,….
Es la manifestación de la “democracia morbosa”. Es Marinaleda, con su democracia asamblearia, en vivo y en directo, en caliente, donde se discute y se acuerda con las tripas más que con la razón.
2.- Como Democracia Liberal o Representativa, la que proclama que el valor fundamental es la Libertad, que nunca debe ser sacrificada ni en aras de la Igualdad, porque los hombres acabarían perdiendo ambas.
La democracia no consiste en el gobierno popular, real y efectivo, directo, sino a través de sus representantes, teniendo siempre el pueblo, no el gobierno, pero si el control.
Karl Popper la definió magistralmente: “es la posibilidad de substituir pacíficamente a los gobiernos”.
Porque el que, efectivamente, gobierna es el Gobierno y no el pueblo.
Pero el Estado no puede intervenir en todos los ámbitos de la vida social, sino sólo en el ámbito político.
Pero esa igualdad política de todos los ciudadanos de una sociedad no impide la jerarquía y la excelencia en los demás ámbitos de la vida social.
Ortega, como ya hemos dicho varias veces, defiende una Teoría Aristocrática del Espíritu, defiende la existencia de unas “minorías selectas”.
Enmarcándolas en su filosofía, Ortega afirma que aunque la vida “se nos da” (nos la dan los padres), “no se nos da hecha”, tenemos que hacérnosla, cada uno su vida, de ahí la dimensión temporal del hombre y cómo la futuridad está en su misma esencia.
El hombre es una realidad “haciéndose”, “realizándose”, por eso el hombre es, también, “vocación” y “proyecto”. El hombre también es lo que quiere ser, lo que pretende ser, el hombre es un presente que se proyecta en un futuro.
Pero hay dos tipos ideales de vida que materializar y a los que tender, a los que aspirar: el Vivir Noble y el Vivir Vulgar.
El Vivir Noble supone esfuerzo, constancia, tesón; el Vivir Vulgar sólo supone inercia. El primero tiene que esforzarse por subir y por llegar, al segundo le basta con dejarse llevar, arrastrarse, reptar, no tiene por qué ascender.
Nobles y Vulgares son dos tipos de personas antagónicos, no son dos grupos, ni dos clases sociales.
En el Noble predomina la Cultura sobre la Naturaleza, la Reflexión sobre la Espontaneidad, el Esfuerzo sobre la Comodidad.
En el Vulgar, en cambio, en el hombre-masa, predomina la Comodidad, la Inercia, la Espontaneidad, lo Instintivo, la Irracionalidad, el Abandono, la predilección por un vivir Lúdico, Orgiástico, el Resentimiento, la no Cualificación, el Deporte y el Juego no como juegos sino como centros de su vida, la reivindicación de la Vulgaridad como un Derecho, la Vida Fácil, la Descortesía, el Insulto, la Sexualidad como un trámite (como genitalidad) y no como un diálogo entre personas. No se siente con Obligaciones, sólo cree tener Derechos, es hostil al Liberalismo, es partidario del intervencionismo estatal,…. Es el Plebeyismo y la imposición del mismo es la “democracia morbosa” (la extensión de la democracia más allá de la política).
Ni Individualismo extremo (selva y salvajismo), ni colectivismo puro (borreguismo).
La historia es una mezcla atemperada de ambas.
Mientras el hombre Noble ejercita la función social de la ejemplaridad, el hombre Vulgar o masa representa la docilidad ¿dónde va Vicente?.
En una sociedad sana deben ser ejemplo los mejores y deben ser focos de atracción para que los vulgares dejen de serlo e inicien el ascenso a la nobleza.
Las crisis históricas han surgido y surgen o bien cuando las aristocracias decaen y no hay referencia ni ejemplos a seguir (España Invertebrada) o bien cuando las masas se rebelan a imitar a los mejores y se instalan en su vivir vulgar (La Rebelión de las masas), se niegan a mejorar, eligen sestear e intentan imponer el sesteo.
Pero no identifiquemos a las “minorías selectas” con las “minorías políticas”. La “minoría selecta” no es el grupo gobernante ni la clase dirigente.
La influencia que deben imprimir y contagiar los mejores, las élites selectas”, no es en la vida política, sino en el ámbito pedagógico y social.
La sociedad es/debe ser aristocrática, tendente a la excelencia, mientras que la democracia es sólo un régimen político, una forma de organizarse la sociedad. La sociedad es mucho más que su forma de estar organizada, podría elegir, esa misma sociedad, otra forma de organizarse, pero ha elegido esa, la organización democrática.
Ortega se opone a la politización general de la vida. La vida es mucho más y está más allá de la política, como la sociedad democrática es mucho más que la democracia.
“Sufre hoy el mundo una grave desmoralización, que se manifiesta en una desaforada rebelión de las masas”, que se niegan a imitar e imponen que se la imite.
“Rebelión”, pues, tiene una connotación moral, más que política.
El plebeyismo nace del resentimiento y lleva a la vulgaridad, instalándose en ella e intentando imponerla a los demás.
Es más cómoda la inercia que el esfuerzo, “el dejarse llevar” que “el tener que ir”, y cuando los más imponen sus valores vulgares al resto, los hombres se envilecen y la sociedad se “mediocratiza” (de “mediocridad”).
La consecuencia es un mundo sin proyecto, sin ideales, la filosofía del ahora y del aquí, es la barbarie, es el negarse a ser más y mejor, es decir NO a la cultura, es el desparrame del instinto, la vivencia lúdica, la supervivencia.
No sólo es no subir él, es imponer la no subida a nadie.
No sólo es el vivir natural, es la negación del pan y la sal al vivir cultural, a la vida espiritual.
¿Qué es la barbarie sino la ausencia de normas, de valores, de cultura,…?, cuando existen metas superiores, escaleras para subir y normas para saber cómo se sube.
Fuera del ámbito de la política, el igualitarismo democrático degenera en plebeyismo y éste impone su democracia, la “democracia morbosa”.
¿Cómo va a estar Ortega en contra de la democracia?. Es contrario a esa democracia, no a la democracia política.
La fatalidad no es la igualdad, sino el igualitarismo, el querer cortar todo lo que sobresalga y no permitir que sobresalga. Lo fatal es “el todos iguales en todo”.
El hombre selecto no es el petulante y creído, que se cree superior a los demás, mirando por encima del hombro, sino el que se esfuerza más, porque se exige más, para llegar a ser mejor y así poder contaminar a los demás, sirviendo de ejemplo.
La aristocracia del espíritu ni rechaza ni impide la democracia política. Es en ella donde mejor se encuentra, en ese ámbito de libertad.
Pero el igualitarismo intelectual y moral, la igualación en todo y a toda costa, la nivelación total, la asfixia de la excelencia, conduce a la degradación y a la muerte de la vida del espíritu.
Ortega defiende esa democracia liberal y representativa, pero advierte que si la democracia hace a los hombres más libres, no los hace más sabios. La sabiduría y la bondad hay que conquistarlas.
Es más, siempre habrá una cierta tensión entre la democracia política y la aristocracia espiritual.
(Ortega, desde su sillón en el Parlamento, diciendo “No es eso”, “No es eso” con el dedo, con la cabeza y musitándolo en voz baja).
Cuando la democracia se mete en terrenos ajenos, meando fuera del tiesto, lo mancha todo y genera plebeyismo, desembocando en “democracia morbosa”.
“Vida” es mucho más que “vida política”.
La verdadera democracia garantiza la libertad y el ejercicio de los derechos de los ciudadanos a la vez que limita el poder del estado, pero no te garantiza la excelencia, ésta hay que conquistarla.
Pero la democracia en la vida del espíritu es una enfermedad moral.
La vida del espíritu es y tiene que ser aristocrática.
Si bien, a mi parecer tiene ud razón en algunas cuestiones con respecto a la democracia, creo yo que no refiere a otra cosa que los valores y vida burguesa ..
ResponderEliminarEse pro elitismo hedonista de las clases burguesas, o lo que ud define como el modelo aristocrático de pensamiento, no es más que el reflejo de una sociedad sin oportunidad, sin futuro, rodeada por absurdos espectros e idealizaciones que carcomen la diversidad ..
Ahora bien, algunos de los valores que ud le atribuye al hombre vulgar, son reaccionarios al modo de vida burgués, no como un resentimiento a fin al otro, sino como una puesta de vida disidente.