En Navidad, con el frío que haría, María que se pone de parto, y el niño que nace en un establo a las afueras de un pueblo, sin canastilla ni ropa adecuada para un recién nacido, y tiene como cuna un pesebre, donde comería (¿el buey o la mula?), así que a echarle el aliento o vaho, para calentarlo, como yo hacía con mis manos cuando, en invierno, se me quedaban engarañadas.
Pero el cura de mi pueblo nos decía que el que más y mejor aliento le echaba al Niño era el buey, pero que la mula no estaba por la labor, así que “Dios la maldijo y la condenó a no poder parir, por eso era estéril la mula”.
Y yo me le creía todo.
Porque en mi pueblo, que es
agrícola, en la Armuña
salmantina, de terreno fértil pero duro, se araba, sobre todo con bueyes, pero
“bueyes armuñeses”, lentos pero muy potentes.
Sin embargo, el Sr. Madruga, el Sr. León, el Sr. Moreno y el Sr. Castaño tenían mulos o mulas que, naturalmente, no parían, por el castigo divino.
Pero la envidia ajena era para el que tenía “mulos/as burreros/as”, que eran más pequeños que los mulos normales, pero de piel más fina y más potente.
Sin embargo, el Sr. Madruga, el Sr. León, el Sr. Moreno y el Sr. Castaño tenían mulos o mulas que, naturalmente, no parían, por el castigo divino.
Pero la envidia ajena era para el que tenía “mulos/as burreros/as”, que eran más pequeños que los mulos normales, pero de piel más fina y más potente.
Los mulos/as burreros/as (o
burdéganos) tienen como progenitores a caballo y burra, mientras en los
mulos/as normales sus progenitores son burro y yegua.
Mi padre tenía cuatro bueyes,
dos vacas (que todos los años parían y nos poníamos “moraos”, durante varios
días, con los “calostros”) y una burra, que nunca paría porque no la llevábamos
a “la parada”, con el garañón, para que la cubriera y la dejara preñada.
Luego, cuando fui mayor, ya
supe que lo de la esterilidad de las mulas nada tenía que ver con maldiciones
divinas, sino que era el efecto de un cruce de cromosomas de dos especies
distintas caballo/yegua (con 64 cromosomas) y burra/burro (62 cromosomas) así
que, en la meiosis, los cromosomas de ambos no pueden aparearse, no forman
pares, por lo que los/las mulos/as tenían 63 cromosomas, lo que los convierte
en híbridos (no una especie) y eso le impedía quedar preñadas y parir.
Ahora, con lo mal pensado que
soy, lo interpreto como un machismo: el buey (bueno), la mula (mala)
No hay comentarios:
Publicar un comentario