lunes, 19 de diciembre de 2016

ACOMPAÑANDO A J.L. SAMPEDRO. LA FELICIDAD (4-3)



3ª sentencia. “Si tu felicidad depende de algo o de alguien ajeno a ti mismo, eso no es felicidad, porque la dependencia engendra inquietud, temor, intranquilidad, nerviosismo. Tu felicidad sólo puede depender de ti y, si es auténtica felicidad, contagiará a los que te rodean. Así que sueña lo que desees soñar, ve a donde desees ir, sé lo que desees ser, porque solamente tienes una vida, una vida de rigurosa actualidad, una vida en directo.

“En la vida no hay moviolas”.

Nadie se acuerda de la salud sino cuando se pierde.
Nunca sentimos la dicha cuando estamos rodeados de ella, cuando en ella vivimos, como le pasa al dependiente de la pastelería o de la farmacia, que tan habituados están al olor típico de su lugar de trabajo que la pituitaria está bañada y no es consciente de otros olores, hasta que sale a la calle o entra en otro establecimiento,

Sólo nos damos cuenta de lo que teníamos cuando lo perdemos o pensamos que podemos perderlo de manera inminente.

Afirma Sampedro:

“Si, en algún sentido, la vida es absolutamente justa, es en el hecho de que cada hombre o mujer solamente es capaz de gozar hasta el límite en que es capaz de sufrir.
Resulta una justicia muy extraña e incomprensible, porque la vida nunca deja de producir sufrimiento y, en cambio, no siempre ofrece gozos.”

Las preguntas del millón: ¿”Qué es la felicidad”?, ¿En qué consiste? ¿Cuáles son los elementos imprescindibles que toda persona debe tener para ser feliz? ¿Salud, dinero y amor?

El otro significado de “daimonía” (además de “don, regalo”) es el de “destino, hado, fortuna, suerte, aventura”.
El “eu-daimon” sería  el agraciado por la fortuna, el que tiene buena suerte, el bien-aventurado, el dichoso.
¿Recuerdan las bienaventuranzas?
“Bienaventurados los limpios de corazón….”
Es decir, “dichosos los que…”
“Felices vosotros que…”
¡Qué suerte tenéis que…¡

La Eu-daimonía, la felicidad, la dicha, consistiría en “vivir bien, estar contento, vivir de manera agradable”, que sería la eu-daimonía subjetiva o comportarse bien, llevar una vida digna, una vida noble, que sería la eu-daimonía objetiva.
No sólo sentirte feliz, sino merecerlo.

Dice Fernando Savater: “felicidad es lo que queremos las personas”.
“Felicidad es lo que merece el hombre que emplea la libertad para hacer el bien”.
Es decir, eres libre para obrar o no obrar, más aún eres libre para obrar bien u obrar mal.
Si pudiendo no obrar bien obras bien, mereces ser feliz, mereces la felicidad.

El que uno se sienta un día feliz no quiere decir que ese hombre sea feliz.
Una cosa es algo puntual y otra muy distinta y superior es la felicidad plena.
Un momento en la vida no es la totalidad de vida.

Además, la felicidad no es un premio que se obtiene al obrar bien.
La felicidad no es/no tiene que ser exterior a los actos, se va logrando en el modo de vivir, no por haber vivido.
“Ser feliz cuando llegue” (como dije en la entrada anterior) es muy distinto a “ser feliz mientras estoy yendo”.
La vida es el camino, que es el que tiene que ser feliz, mientras caminamos y al caminar, no en la meta de la vida (que, queramos o no queramos, va a ser la muerte).

Si conociéramos más el lenguaje, si supiéramos hablar mejor, dominar más el lenguaje, saber lo que decimos cuando hablamos. Si conociéramos mejor el significado de las palabras…

Nuestra palabra “felicidad” proviene de la palabra latina “Felicitas-is”. Y “felicitas” viene de “felix” y “felix” significa “fértil, fecundo, fructífero à fecundidad, fertilidad, prosperidad….
Tiene que ver con esta vida, con este mundo, con esta tierra, con este cuerpo. (La mujer estéril (no-fértil, no-fecunda), la tierra árida (no-fértil, no-fructífera)…son una “desgracia, una desdicha” y viceversa.

Pero felicidad también significa “beatitud” “Bienaventuranza” (“Beatus ille…Bienaventurado aquel que…
La “Beatitudo” es más que la “felicitas”.
“Beatitudo” significa “colmar, llenar, no dejar que falte nada, conjunto de todos los bienes, eliminados todos los males”, hasta llegar a Dios.
Antes de ser alguien considerado “santo” tiene que haber sido considerado “beato”.

Si el “felix”, feliz, es en esta vida. El “beatus”, el bienaventurado lo es también en la otra.


Por eso esta palabra tiene connotaciones religiosas.

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