EL ALMA Y EL ESPÍRITU.
Teóricamente, si definimos
“alma” o “Psiké” como la definía Aristóteles, “Principio de vida y movimiento”,
“Principio primero por el cual vivimos, sentimos, nos movemos y entendemos”,
entonces sería absurdo intentar demostrar que el alma existe, porque se ve que
hay muchos seres (los vegetales, los animales, el hombre) que cambian, que se
mueven, que crecen y/o decrecen, que viven, que conocen,…
El “alma” se muestra en sus
funciones.
Pero “movimiento o cambio
interno”, no externo, sino interno, movimiento desde dentro.
También se mueven los coches
y los aviones, pero su movimiento es producido desde fuera, por el motor o los
motores, son “hetero-movientes”, no “se-movientes” como lo es el árbol, el
perro y el hombre.
Habría “alma”, pues, en los
vegetales, en los animales y en los hombres y no en los aviones ni en los
coches.
Pero otra cosa es el
“espíritu”.
Sin embargo, el “alma” y el
“espíritu” son similares en la manera en que se usan en la vida espiritual del
creyente, pero son diferentes en sus referencias.
El “alma” es la visión
horizontal del hombre con el mundo mientras el “espíritu” es la visión vertical
del hombre con Dios.
Es importante entender que
ambos se refieren a la parte inmaterial del hombre, pero sólo el “espíritu” se
refiere al caminar del hombre hacia Dios.
El “alma” se refiere al
caminar del hombre en el mundo.
Uno de los filósofos que me
sacó del esquema escolástico, ya en mis comienzos de enseñante y educador, fue
el catalán Octavi Fullat.
En un libro, para mí
rompedor, en tiempos en que sólo podía enseñarse la Filosofía Escolástica ,
de este filósofo, PENSAR Y HACER, (estoy refiriéndome al año 1.974) se subraya
la triple dimensión según la cual el hombre es BIOLOGÍA—“Sarx” (carne)—, CULTURA—“Psike”
(alma)—y BIOGRAFÍA—“Pneuma” (espíritu)—.
Al, en griego: PNEUMA, PSYKÉ
y SOMA, les corresponden, en latín: ANIMUS, ANIMA y CORPUS y, en castellano:
ESPÍRITU, ALMA y CUERPO.
Define que “Sarx”, el
elemento psico-biológico, se sitúa en el paleocórtex—cerebro biológico—; ubica
a la “Psiké” —el elemento sociocultural— en el mesocórtex —cerebro social—y,
por último, señala que el “Pneuma” —que corresponde al elemento espiritual, y
en el que incluye los conceptos de conciencia, libertad, creatividad y
responsabilidad— es colocado por los neurólogos en el neocórtex—cerebro
creador.
Pero: ¿Hay un alma o varias
almas?
Porque, Platón, por ejemplo,
que colocaba el alma racional en la cabeza, el alma irascible, principio de la
actividad y del movimiento, en el pecho, y el alma inferior el alma
concupiscible, en la barriga, en el abdomen, causa de los instintos.
Aristóteles llega a admitir hasta
cinco almas: la nutritiva, que preside las funciones de nutrición y
reproducción en animales y plantas; la sensitiva, principio de la sensación y
de los sentidos; la fuerza motriz, que lo es del movimiento y de la locomoción;
el alma apetitiva, origen del deseo, y por último el alma racional.
Al definir el alma, en el De
Anima o “Peri Psiké” como “principio de vida” y contemplar tres tipos de vida
(vegetal, animal y humana) tiene que admitir los tres tipos de Almas: Alma
vegetativa, Alma sensitiva y Alma racional.
Pero siempre, sólo, hay UN
alma (por considerarla la
Forma Substancial ).
En el vegetal existiría el
Alma Vegetativa.
En el animal el Alma
Sensitiva, que realizaría las funciones tanta las del alma vegetativa (nacer,
alimentarse, crecer, reproducirse,…) como las suyas propias (los sentidos, el
instinto, el movimiento locomotriz,…)
En los hombres sólo UN alma,
el Alma Racional, pero que realiza las funciones de las Almas anteriores,
teniendo en común con los vegetales sus típicas funciones, teniendo en común
con los animales sus típicas funciones (conocimientos sensible, sentidos
internos (imaginación, estimativa, memoria,…) más las suyas propias: El
Conocimiento Intelectual, la
Razón , la
Voluntad , la
Libertad ,..
“El animal posee Alma, el
hombre Espíritu”.
UNA sola alma en cada ser.
No puede haber tres, en el
hombre, por ser el Alma la Forma Substancias ,
la Esencia ;
ni puede haber tres partes del Alma porque, al ser inmaterial, no puede tener
partes, sólo son, en el caso del hombre, TRES Funciones de la única alma, y Dos
funciones en el caso del animal.
Los escolásticos admiten sólo
tres: vegetativa, animal y racional
Para la religión cristiana el
hombre consta de tres partes, que son: cuerpo (lo físico), alma (lo relacionado
con lo emocional) y espíritu (lo relacionado con lo espiritual). De acuerdo a
la tradición cristiana, el alma es uno de los aspectos del ser humano, que lo
unifica como individuo y lo "lanza" a actividades que van más allá de
lo material. Gracias al alma, el ser humano tiene instintos, sentimientos,
emociones, pensamientos y decisiones libres, y puede volver sobre sí mismo
(autoconciencia).
De acuerdo con la tradición
religiosa judeocristiana, el alma (en griego
“ψυχή, psykhḗ”) es la principal cualidad identificatoria del movimiento
en la materia viviente, haciendo del “no-moviente” (inerte) un “semoviente” o “movimiento interno, desde
dentro, con motor interior”.
Pero “Alma” y el “Espíritu”
son similares en la manera en la cual son usadas en la vida espiritual del
creyente. Son diferentes en sus referencias. El “alma” es la visión horizontal
del hombre con el mundo. El “espíritu” es la visión vertical del hombre con
Dios. Es importante entender que ambos se refieren a la parte inmaterial del
hombre, pero sólo el “espíritu” se refiere al caminar del hombre con Dios. El
“alma” se refiere al caminar del hombre en el mundo, ambos material e
inmaterial.
Este término castellano,
Espíritu, traduce los vocablos griegos “noûs” y “pneuma”. Procede del vocablo
latino “spiritus”, cuyo significado original era “soplo”, “aliento”, pero que
muy pronto se utilizó para designar la realidad inmaterial y racional inscrita
en el hombre.
Muchos autores lo hacen
sinónimo de alma, y otros incluso de la mente, aunque este último término, más
moderno que los anteriores, está desprovisto de la connotación religiosa que
posee el término “espíritu”.
Quienes aceptan una
diferencia entre el alma, la mente y el espíritu seguramente piensan en lo
siguiente:
Se entiende el alma como “principio
vital”, vinculado esencialmente con lo orgánico, y común a todos los seres vivos;
por otro lado, la mente está más relacionada con las facetas intelectuales y la
consciencia y es característica del ser humano; finalmente, por encima del alma
y la mente se encontraría el espíritu como “el principio inmaterial y
sobrenatural” que nos pone en contacto con las realidades superiores: nos
permite el conocimiento de los valores estéticos y morales, la sabiduría como
comprensión del fin último de las cosas y la experiencia de lo trascendente o
divino.
Pero, en realidad, y
profundizando algo más, el alma no es lo mismo que el espíritu. El cuerpo
necesita el espíritu para funcionar, de manera muy parecida a como un aparato
de radio necesita la electricidad.
Pensemos en un aparato de
radio portátil. Cuando le ponemos pilas, la electricidad almacenada en ellas
pone en marcha el aparato. Sin pilas, sencillamente no funciona. Y ese es también el caso de los
aparatos de radio que se conectan a un enchufe. Pues bien, ocurre algo parecido
con el espíritu: es la fuerza que imparte vida al cuerpo. Lo mismo que la
electricidad, no tiene sentimientos ni puede pensar. En efecto, el espíritu es
una fuerza impersonal. Sin embargo, cuando nuestros cuerpos dejan de tener este
espíritu, o fuerza vital, ocurre como dijo el salmista: “Expiran, y a su polvo
vuelven”.
El Eclesiastés dice que, al
morir el hombre, “el polvo (el cuerpo) vuelve a la tierra justamente como
sucedía que era, y el espíritu mismo vuelve al Dios verdadero que lo dio”.
Cuando el espíritu, o fuerza vital, abandona el cuerpo, este muere y regresa a
su origen: la tierra. De igual modo, la fuerza vital regresa a su origen: Dios
(Job 34:14, 15; Salmo 39:6)).
O esta otra similitud.
En la vida diaria, podemos
hacer una comparación con la bombilla: el espíritu es la energía (la
electricidad), el cuerpo es la bombilla y todos sus componentes (vidrio, rosca,
filamentos, etc.), la mente es el gas y la cantidad de electrones almacenados,
que se generan y activan cuando se presiona el interruptor y se da el paso al
ingreso de la energía , que calienta el espiral de tungsteno para que éste
genere gas y los electrones necesarios que harán luz dentro del cuerpo de
vidrio, de la bombilla.
La luz, es la manifestación
que llamaremos alma. La cual se ilumina una vez que todos los demás componentes
están siendo activados por el espíritu.
Cuando interrumpimos el paso
de la energía todo se acaba, nuestra luz deja de alumbrar o si bajamos la
potencia esta luz se ve afectada, nuestra mente no funciona y dejamos de pensar
o nos cuesta, por falta de potencia, llevando incluso a nuestro cuerpo a una
muerte clínica, y en el mismo momento, ni el cardiograma ni el encefalograma
pueden detectar algo/nada, y comienza el proceso de descomposición en pequeñas
partículas bioquímicas.
Puede existir la
electricidad, sobreviviendo a la bombilla y a la luz.
La bombilla sola, sin
electricidad, nada puede hacer y no habrá luz-claridad, pero con electricidad,
si está estropeada, nada puede hacer, a no ser “saltar los plomos”, que salte
la palanca de la caja del alumbrado.
La luz-la claridad, el ALMA,
depende de la bombilla (el cuerpo) y de la electricidad (el espíritu).
¿Puede, pues, hablarse, de la
“Inmortalidad del alma”?
¿O es del Espíritu?
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