¿EL ALMA?
“Nos seguimos creyendo superiores a
todos los demás seres vivos porque seguimos creyendo en el alma” que, como no se ve, ni se toca, ni se oye,…que como no
se siente, uno se lo cree y ella es la que nos hace “divinos”, semejantes a
Dios como creador de la misma.
Como hombres, creados a
imagen y semejanza de Dios, y como Dios es…también nosotros somos….
Somos hasta inmortales, a
pesar de ver a diario cómo los hombres mueren a nuestro alrededor y no volvemos
a verlos resucitados.
Y creemos ser inmortales y
ser eternamente felices en la otra vida a condición de que, en ésta, seamos
buenos, generosos, solidarios,…
Sólo así conseguiremos el
billete, el salvoconducto, de ida y no retorno al cielo, en el que también
creemos como un lugar maravilloso, feliz,…
“Creer en el alma es considerarse
“endiosado””.
Y si Dios fue el creador de
todo lo que existe, desde sus orígenes, por su omnipotencia y bondad, nosotros
somos co-creadores con nuestra párvula potencia.
Occidente ha sido hasta ayer
mismo religiosa y filosóficamente platónico.
El otro mundo y este mundo,
el alma y el cuerpo, el demiurgo y el hombre, lo material y lo inmaterial, la Episteme y la Doxa , lo inteligible y lo
sensible,…
El dualismo platónico
(cosmológico, antropológico, gnoseológico,...
Se afirma que la cultura
occidental no ha sido sino notas a pie de página de la obra de Platón.
Se afirma que el cristianismo
no ha sido sino un platonismo bautizado.
El jinete y el caballo como
metáfora del hombre.
El jinete (el alma) es la
parte buena del hombre y el caballo (la materia) la parte mala.
Y si es bueno para el jinete
y hay que castigar al caballo, que puede desbocarse, se le castiga.
Más aún, para hacerlo siempre
dócil, hay que domesticarlo, atarlo, domarlo, tirar del freno y picarle con las
espuelas todo lo que sea necesario.
El sacrificio del cuerpo, del
caballo, es un alimento del alma, del jinete.
Este dualismo cosmológico y
antropológico ha durado hasta ayer mismo y pobre de aquel que dudara o lo
negara. Podía pagarlo con su vida, previamente purificada por el fuego de la Santa Inquisición.
Pero… “¿y si considerásemos al hombre
no como el dúo jinete y caballo, sino como un centauro, jinete y caballo en una
única pieza?”
Entonces… todo cambiaría. A
ningún centauro le agradaría castigarse a sí mismo.
A ningún centauro le
agradaría que sólo una parte de sí mismo fuera inmortal y eternamente feliz
mientras la otra se pudriera y desapareciera.
Un centauro. Ni ángel ni
bestia, sino una bestia angelical o un ángel asilvestrado.
El centauro inmortal.
El alma pues, contra Platón y
el Cristianismo, no vive en el cuerpo sino que sólo habita en la creencia en
ella.
Pero “creer en algo (en el
alma, por ejemplo) es exponerte a que aquello en lo que se cree no exista o no
sea como creemos que es” – según José María González Ruiz.
Todo, pues, no sólo habría
sido inútil sino un desperdicio de vida placentera, una triste farsa.
¿Qué se sabe/qué se puede
saber del alma? Nada, absolutamente nada. Eres libre para imaginarte todo lo
que quieras pero no intentes afirmar verdades sino imaginaciones conativas.
Sacrificarse por ese alma en
la que se cree ha sido siempre sólo un consuelo para el creyente, un estímulo,
una apuesta totalmente gratuita, pero una estrategia para conseguir adeptos por
parte de la Organización
Eclesiástica.
¿El mito del carro alado? ¿El
mito de la caverna?
Alimento de la inmadurez y de
la infancia de la humanidad.
El centauro.
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