Franco retendría todos los
poderes, de manera definitiva, (incluso alguno más, como la Jefatura del Estado).
Poderes que la Junta
de Defensa Nacional le había otorgado “provisionalmente, mientras durara la
guerra”, el mando supremo militar, esencial para el desenlace final.
El general Cabanellas, que
conocía a Franco por haberlo tenido a sus órdenes en el ejército de África, ya
lo había pronosticado: “Si le entregan España a Franco, en estos momentos, va a
creerse que es suya y no dejará que nadie lo sustituya, ni en la guerra ni
después de ella, hasta su muerte”
Como así fue.
Igualmente el general Orgaz
le comentaría a Queipo de Llano, terminada la guerra: “!Qué error cometimos,
Gonzalo¡”
Sin embargo, la propaganda
nacional, se sobreexcitó comparando a Franco con Hitler y con Mussolini.
Si en Italia había un Duce,
Mussolini; un partido, el fascista; una camisa, la negra; un emblema, el fascio
y una voluntad de imperio (Libia, Etiopía….)
Si en Alemania había un
Führer, Hitler; un partido, el nazi; una camisa, la parda; un emblema, la
esvástica y una voluntad de imperio, el espacio vital que la raza alemana
reclamaba en el Este.
En España teníamos un
Caudillo, Franco; un partido, Falange Española Tradicionalista y de las JONS;
una camisa, la azul; un emblema, el yugo y las flechas y una voluntad de
imperio, el Norte de África.
Pero también en Rusia se
repetía el esquema: Un líder: Stalin; un partido: el comunista; una bandera:
roja; un emblema: la hoz y el martillo; una voluntad de imperio: todo el mundo.
Los nuevos intelectuales,
pesebreros, ocupantes de los puestos vacíos universitarios, se dedicaron a
maquillar el nuevo régimen, hasta llegar a denominarlo “democracia orgánica”.
Y todo, sin tener en cuenta
que España era muy diferente a Alemania e Italia, naciones nuevas, surgidas en
el siglo XIX y que habían llegado tarde al reparto de los imperios, por lo que
aspiraban a tomar la parte del pastel al que antes no estuvieron inventadas,
por no existir como tales, lo que no era el caso de España, que acababa, no
hacía tanto tiempo, de perder sus últimas colonias.
Nunca entendí (y sigo sin
entenderlo) lo de “España es una unidad de destino en lo universal” cuando sólo
era media España, una de las dos Españas de Machado, muerta de hambre y
harapienta.
¿Cuál era la ideología de
Franco? Ninguna.
Yo creo que su inteligencia
no llegaba tan alto.
Fue un buen y suertudo
militar, que estuvo en el lugar adecuado y en el momento oportuno y que su
ideología (por llamarla de alguna manera) era: Orden y Disciplina, como si
España fuera un cuartel en el que los reclutas ni tienen que pensar ni tienen
que decidir, para eso están los altos mandos. Ellos, los reclutas, el pueblo
español, sólo tiene que obedecer.
Si al principio fue de la
mano de la ideología falangista, en cuanto la suerte de la segunda guerra
mundial les fue adversa a sus antiguos amigos, fascistas, se desprendió de
ella, incluso hasta dejando de vestir la camisa azul, cogiendo-tomando de la
mano la ideología nacional-católica, que no le fallaría, proclamándolo salvador
del marxismo en Europa y, todo, con el aplauso a cuatro manos de la Iglesia , como vencedor de la Cruzada , y con la
bendición papal.
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