Don Niceto había sido elegido
miembro de la Academia Española
y disfrutaba usando nuevas palabras y nuevas acepciones, hueras, algo que a
Azaña nada le importaba, sus ideales y objetivos eran otros no lingüísticos.
Don Niceto se llevaba mejor
con el viejo y corrupto Lerroux, el “emperador del paralelo”.
Además, es que Don Niceto
alardeaba de una moral religiosa, calvinista, y aunque su sueldo se le había
reducido mucho (de 10 millones de pesetas al año con la monarquía, a sólo 2
millones, ahorraba, era austero, por eso, periódicamente informaba a la prensa
de las devoluciones que efectuaba a la Hacienda Pública.
A Don Niceto no le gustaba,
ni como católico que ni como terrateniente que también lo era, el giro que
estaba llevando la República ,
nada que ver con lo que él mismo le había prometido a sus electores por lo que,
aprovechando el desgaste del socialismo de Azaña, disolvió las Cortes.
Las elecciones de Noviembre
del 33 le dieron el triunfo, no muy abultado, pero claro, a las derechas.
No había centristas. Había
izquierdas, derechas y sus dos extremos.
En Cataluña la Lliga (derechas) batió
limpiamente a la izquierda de Esquerra.
También en Asturias el voto
rural superó al voto minero industrial. El prado, la vaca y la sidra superaron
en votos al carbón.
Incluso en la latifundista
Andalucía, aunque la derrota se la achacaron a la consigna de abstención
propiciada por los anarquistas.
Se le reprochaba a los
socialistas el retraso de la Reforma Agraria
y la Ley que
impedía dar trabajo a los de otros pueblos mientras hubiera parados en el
propio.
¿Y la participación en el
voto de la mujer?
Benefició a la derecha en la
clase media, no entre los obreros (las mujeres eran iguales o más radicales que
los varones).
El vencedor absoluto fue José
María Gil Robles, un profesor salmantino y Presidente de la C.E .D.A, (Confederación
Española de…..)
Se declaraba ser republicano
pero, realmente, no parecía serlo.
Concordaba con Herrera Horia
que, en El Debate, proclamaba que los gobiernos, siempre pasajeros, debían
estar supeditados a los intereses de la Religión y de la Patria , permanentes.
Gil Robles se hacía proclamar
“Jefe, Jefe, Jefe”, como Mussolini lo hacía con “Duce, Duce, Duce”.
Aunque ahí estaba el
envejecido y desacreditado Lerroux, el poder efectivo radicaba en él.
A este período de gobierno
radical-cedista se le suele llamar “bienio negro”.
Hay quienes no aceptan esta
denominación, a no ser por el tremendo episodio de Octubre del 34 (la Revolución de
Asturias).
Sus pecados fueron más de
omisión que de acción.
Amnistió a los implicados en la Sanjurjada , suavizó las
relaciones con la Iglesia
y suspendió la Ley
de Términos Municipales (la que prohibía contratar obreros de fuera mientras
hubiera parados dentro).
Se ralentizó, aún más, la Reforma Agraria.
También en Extremadura se
produjo la situación de los “yunteros”.
La contrarreforma agraria,
impulsada por empresarios y latifundistas, se hizo notar y Gil Robles parecía
no estar ni que se le esperara.
La coalición Radical-Cedista
desencantaba a todos.
Se planeó una huelga a nivel
nacional como huelga general revolucionaria por el partido socialista, con alguna
participación de comunistas y anarquistas pero sólo tuvo consistencia y cuyo
resultado fue la Revolución
de Octubre del 34, en Asturias.
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